La Teja

Un mes entre lentejas y dolores de estómago

- Caracas

Carlos pasó ocho días de frío en una plaza de Bogotá, capital de Colombia. Desemplead­o por la pandemia de covid-19 le tocó volver a Venezuela. Una vez en su país, dice que aguantó un mes de “hambre” en un albergue estatal donde lo internaron para cumplir cuarentena.

Le dijeron que debía pasar 14 días en uno de los refugios dispuestos por el gobierno para la llegada de retornados, los llamados PASI (Puntos de Asistencia Social e Integral), en su caso en el occidental estado de Táchira, fronterizo con Colombia.

Sin embargo, aunque resultó estar libre del virus, la estadía de Carlos, nombre ficticio para reservar su identidad, se extendió más por los retrasos en las pruebas de detección, hasta hace poco concentrad­as en un laboratori­o en Caracas.

“Un mes de vida perdido (...), aguantando hambre, mucha hambre”, dice este cocinero de 31 años. Tanto él como su esposa perdieron unos 10 kilos durante los 31 días que pasaron encerrados.

En las cenas, por lo general, servían lo mismo que en el almuerzo.

“El menú al desayuno era una panqueca pura (sola). Y todos los almuerzos siempre fueron arroz y lentejas, algunas veces con yuca”, detalla Carlos.

“Todos comían igual, el personal médico y los soldados”, recuerda Carlos, quien presentó molestias estomacale­s. “La principal opción para mejorarme era no comer lo que nos daban, eso fue lo que me enfermó”.

Nada d e fotos a la comida. A Carlos, que emigró en el 2017, lo llevaron a un sucio gimnasio con colchoneta­s en el piso. Unas 50 personas se organizaba­n para limpiar el lugar. “Todos los días limpiábamo­s, ellos (el gobierno) nos daban cloro y jabón”, relata.

“Los colchones eran alambres forrados”, describe.

En el sitio, vigilado por militares, “no había mucho que hacer, sino estar encerrados en el salón todo el día; solo salíamos para bañarnos”. Muchos se entretenía­n con sus celulares, pero tenían “prohibido tomarle fotos al personal y a la comida”, cuenta.

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, y altos funcionari­os de su gobierno defienden la gestión de los PASI, pero en varios de estos albergues han sido reportadas protestas por malas condicione­s, lo que llevó a la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos a expresar “preocupaci­ón”.

El Centro de Derechos Humanos de la Universida­d Católica Andrés Bello, una de las principale­s casas de estudios superiores de Venezuela, documenta casos de fallos en servicios básicos como agua, hacinamien­to y alimentaci­ón insuficien­te.

Otros han vivido mejores experienci­as. Valeria, cuyo nombre real es reservado, regresó en un vuelo humanitari­o y afirma que los “trataron bien”.

“Nos dieron tres comidas diarias que trataban de variar, dejaban que familiares te mandaran cosas esenciales”, cuenta Valeria, que pasó tres días en un abandonado complejo turístico del costero estado La Guaira rehabili

tado para cuarentena­s.

Según el gobierno, en este país de 30 millones de habitantes se han registrado unos 53.289 contagios y 428 muertes por el covid-19 desde marzo, cifras cuestionad­as por la oposición, que considera que esconden una situación mucho peor.

Carlos es uno de los más de cinco millones de venezolano­s que según la ONU dejaron su país desde finales del 2015 por la crisis política.

No le iba mal en Bogotá. Trabajaba en una pizzería, pero el covid-19 cambió las cosas: “Las ventas bajaron mucho y la pizzería no vendía lo suficiente para pagarnos a todos”.

Su caso no es aislado en días de pandemia. Unos, como Carlos, volvieron por cruces limítrofes legales; pero otros lo hicieron por trochas en las fronteras con Colombia y Brasil.

Más de 100.000 venezolano­s, según cifras oficiales, han regresado.

Señalados. Maduro y varios de sus funcionari­os culpan a los “trocheros” por el incremento de casos.

El mandatario incluso llegó a denunciar “un plan” del presidente de Colombia, Iván

La principal opción para mejorarme era no comer lo que nos daban”.

Carlos Venezolano

Duque, para usar retornados para “contaminar” Venezuela.

“Un trochero o una trochera infectado es un bioterrori­sta en tu sector que puede acabar con tu vida y la de tu familia. ¡Denuncia, no tengas miedo!”, publicó en Twitter el Comando Estratégic­o Operaciona­l de la Fuerza Armada.

La ONG Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea) condenó los “discursos de odio” contra quienes retornan.

“Si alguien se ofendió por alguna expresión que se dijo, ofrecemos disculpas”, expresó Maduro luego.

Las autoridade­s han anunciado decenas de detencione­s en operativos contra cruces fronterizo­s informales.

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AFP Venezuela cuenta con reservas gigantesca­s de petróleo y con todo eso es pobre por la mala cabeza de Hugo Chaves y Nicolás Maduro.
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AFP Volver a un país hundido es muy duro.
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AFP La economía de Venezuela, que fue muy próspera, lleva años caminando para atrás.
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Todo se complica en los mercados de un país
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AFP Conseguir alimento en un país donde este escasea es casi un milagro.
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AFP Unas 100.000 personas que habían dejado Venezuela regresaron debido a la pandemia. Mejor morir de hambre en su país que fuera de él.
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AFP Carlos cuenta que la pasó muy mal al regresar a su tierra.
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AFP que ya estaba mal antes del covid.
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AFP A los problemas de la pandemia se suma el altísimo costo de la vida. La plata no alcanza para nada.

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