Frías saben diferente en la choza
Es viernes y el cuerpo ya ni lo siente pues la pandemia también se paseó en las salidas para echarse una birrita.
Según una reciente encuesta de la empresa Kantar, el 58% de los centroamericanos ya no planean ir a lugares donde se hace mucho molote como medida de precaución ante el covid-19, como por ejemplo bares, restaurantes y cafeterías.
Sin embargo, como la gente no puede ir a la fiesta, lleva la fiesta a la casa, bueno al menos lo intenta, aunque no sabe igual.
Uno de los sectores que cambió la forma de consumo fue el de bebidas, según el estudio.
En el caso de las birritas, el consumo dentro de la choza, entre abril y agosto del
2020, subió en un
12% y a ello se suma la compra de cosas para picar, que creció en un 17%.
Sin embargo, muchos dicen que las cervezas no saben igual en el sillón de la choza y sin la boca de frijoles con pezuña.
“Echarse unas birritas y los traguitos en la barra de un bar, con una
buena tertulia con el cantinero y buenas bocas sabe distinto. Yo vivo en Paso Ancho y aquí cada cincuenta metros hay un bar o una cantina y siempre había gente echándosela”, dijo Carlos Ramos, “el Porcionzón”.
Para el comediante, el estrés que se acumula por estar encerrado en casa se refleja los fines de semana largos, con las interminables filas de carros que van rumbo a la playa, ya que eso es como un escape para la gente, como abrirle el corral a un toro bravo en Zapote.
“Eso sí, menecazos, hay que guardar las medidas de protocolo para cuidarnos, así debe ser. Si se tiene que tomar el traguito en la casa, pues dele”, opinó Porcio.
Antiestrés. Galo Guerra, sicólogo en modificación de la conducta, reconoció que ir a un bar funciona como una medida relajante y es un reductor de estrés, pues ayuda a distraerse y a olvidar los problemas.
Sin embargo, Guerra sostiene que todo debe hacerse en su momento. Si la gente optó por llevarse las cervezas a casa, disfrutarlo dependerá de si ya acostumbraba hacer esta conducta antes de la pandemia, o si prefería ir a la cantina, ahí sí que va a sentir el cambio.
El experto dice que como experiencia sicológica, a los que acostumbraban ir al bar no les sabrá igual, menos a los que acudían allí para escaparse de los problemas y de ciertos entornos. A estos la cerveza les sabrá un poco amarga, como diciendo “¿qué me queda?”.
“A esto se suma que ya no está el ambiente del bar de confianza, se extraña ese tipo de contacto, tal y como se extraña el abrazo y el contacto con nuestros amigos. Es una experiencia humana que está siendo reducida, pero a la que uno debe ajustarse según la realidad actual”, explicó el experto, quien recalcó que aunque sea en casa hay que tomar con medida para evitar que incrementen los índices de violencia doméstica.
Ya es tendencia. Gisela Sánchez, directora de Relaciones Corporativas de FIFCO, reconoció que han sentido en sus ventas que la gente compra más para tomar en casa.
De hecho, dice que desde que inició la pandemia por covid-19, en marzo anterior, se modificó significativamente el patrón de consumo de bebidas alcohólicas en el país ya que ahora los clientes compran más para llevar a la casa.
“Los cierres de bares y restricciones en restaurantes, donde se consume el producto en el local, han impactado significativamente la venta de cerveza y de bebidas alcohólicas en general”, dijo Sánchez.
Agregó que la propuesta del Gobierno de reconvertir bares en sodas y restaurantes no ha ayudado mucho y que no se refleja en las ventas.
“La reapertura de bares no ha podido materializarse en la mayoría de los clientes porque no cuentan con la infraestructura, capacidad financiera y recursos para operar como restaurante.
“Esperamos que el Gobierno pueda aprobar un reglamento de bar restaurante que se ajuste a la realidad de estos miles de negocios y finalmente puedan operar y generar ingresos para miles de familias que en este momento tanto lo necesitan”, reflexionó Sánchez.