Tradición vivísima
San Rafael de Platanares, en Pérez Zeledón, es un hermoso pueblito donde casi todas las casas tienen bueyes, carretas y trapiches.
Es por eso que a la hora pico, cuando se saca el café a media mañana, la presa es muy especial: como las de antes.
Francela Jiménez Fernández, de 29 años, nos cuenta que ellos usan su yunta todos los días, sobre todo en estos tiempos de cogidas, de lo que se conoce como el café rápido (madura antes).
Ella está casada con Jeicer Navarro Cruz y tienen un hijo, Samir, quien tiene nueve años y ya es un boyero puras tejas.
Cada mañana se levantan temprano para chinear a Espartano y Shaggy, que son unos novillitos todavía, ya que hasta hace poco los titulares eran Peter e Indio, pero se enfermaron.
“Los chineamos, sí, pero no mucho, a los bueyes no hay que chinearlos demasiado porque se vuelven vagabundos.
“Tres veces al día se les pone agua, zacate picado, miel, concentrado y se les mezcla el concentrado con coquito y alimento, pero hay que tener cuidado de que no se pongan muy gordos porque se vuelven alérgicos al trabajo”, nos explica esta boyera de pura cepa.
Les presentamos a este pueblo y sus boyeros porque nos acercamos al 15 aniversario de la declaratoria del boyeo y la carreta como patrimonio intangible de la humanidad.
Trapichada. Conversamos con Francela el viernes y la encontramos alistando todo porque el sábado les tocaba la trapichada (moler caña) y ponerle bonito para cumplir con los pedidos de sobado, cajetas, las tapas y el chicharrón de dulce.
El trapiche lo mueven Espartano y Shaggy.
“Aquí nacimos en carreta. En San Rafael de Platanares todo el día se escuchan las ruedas de las carretas, es parte de nuestra vida. Es una linda tradición para muchos, para nosotros también, pero con la diferencia de que realmente usamos la carreta para trabajar todos los días”, explicó.
Ella hace de todo en el campo, desde arar y sembrar hasta cargar la carreta y guiar a los bueyes. Además es la encargada de pintar las carretas de la familia.
Actualmente está pintando la de la casa porque su esposo y su suegro, don José Alberto Navarro, la habían
arreglado.
Siempre ocupados. No hay época del año en que la carreta no pase ocupada y los bueyes breteando. Desde octubre y hasta finales de diciembre les tocó la cogida temprana de café.
En el verano los usan para arar, ya que comienzan las siembras y luego pasan jalando tucas, ramas, basura, en fin, casi ni tiene tiempo para que la yunta “pase Riteve”.
“Para nosotros la yunta de bueyes y la carreta significan nuestra vida, nuestras raíces. El boyeo corre por nuestras venas y el sonido de una carreta estremece nuestro corazón. El trapiche, la arada en el campo, la jalada de café son en nuestra vida una tradición, un legado que nos llena de orgullo y emoción. Hoy en día decimos que