Adviento: estar vigilantes (I parte)
Estamos iniciando el tiempo litúrgico de Adviento, que nos prepara para la Navidad. Tendremos a lo largo de las cuatro semanas de Adviento, a testigos fieles a Dios: Nos acompañarán especialmente, el profeta Isaías, san Juan Bautista, san José y la Virgen María.
Este peregrinar nos mostrará la sobriedad y belleza de este tiempo que nos orienta a la Navidad; al NACIMIENTO DE NUESTRO SEñOR JESUCRISTO en el humilde portal de Belén.
A menudo nos podemos apartar del verdadero sentido de la Navidad, pero Adviento quiere ser antídoto contra las distracciones, para que nos centremos en nuestro Señor Jesucristo que en Belén se mostró como TIERNO NIñITO Y DIOS ETERNO, el Emmanuel, el Dios con nosotros (Mateo 1,23).
Cuando se pierde el sentido del Adviento y de la Navidad, muchas personas se pueden dePRIMIR, porque miran modelos de celebración que les parecen inalcanzables, y los hace sentirse muy solos.
Las motivaciones de Adviento con miras a la Navidad nos dicen, que no estamos solos y que, en la austeridad cotidiana, podemos vivir lo grandioso del AMOR DE DIOS, que nos ha buscado primero, en cada momento de nuestra vida.
Nos dirá el PAPA FRANCISCO: “Para Dios, cada uno de nosotros tiene un valor infinito: somos pequeños bajo el cielo e impotentes cuando la tierra tiembla, pero para Dios somos más valiosos que cualquier otra cosa”.
Esto nos mueve a una abundancia de gratitud que, a pesar de las dificultades o debilidades de salud, no nos permite auto compadecernos, sino más bien, nos mueve a ser osados, porque la presencia de Cristo en el aquí y ahora, y la esperanza de la vida feliz en el cielo, nos hace recordar que no hay ningún auténtico acto de amor que se desperdicie, porque Dios lo ve todo.
¡QUE DIOS LOS BENDIGA!