La Teja

Así son las dos Costa Ricas

- Eduardo Vega eduardo.vega@lateja.cr

La pandemia por el covid-19 terminó de aumentar las diferencia­s entre dos Costa Ricas, que viene desde hace años: la de los empleados públicos y la de trabajador­es privados. Estas grandes diferencia­s entre las dos Tiquicias quedarán más que evidenciad­as este diciembre con el pago de aguinaldos.

Por un lado los empleados públicos, que de por sí siempre han ganado mucho más por hacer el mismo trabajo de su par en el sector privado, recibirán su aguinaldo completico porque no les han tocado el salario durante la crisis, las institucio­nes públicas nunca se socaron la faja ante la mayor crisis económica de la historia.

Del otro lado de la moneda están los trabajador­es privados, a quienes desde la primera semana de pandemia les recortaron el salario, a los que les fue bien, porque a otros les suspendier­on el contrato y los más afectados se quedaron sin brete. Razón por la que los afortunado­s que recibirán aguinaldo les llegará menor que en años anteriores.

Además, los trabajador­es públicos este año más bien podrán ahorrarse una platica, luego de que los diputados aprobaran la Ley para el alivio en el pago del marchamo 2021, que reduce hasta la mitad el pago del marchamo a los carros con un costo menor a los ¢7 millones pagarán solo la mitad.

Felipe, nombre falso que le pusimos a uno de los más de 30 mensajeros en moto que tiene el Poder Judicial, para evitarle problemas, nos contó la realidad que vive ante la pandemia. Él se gana mensualmen­te unos 800 mil colones porque tiene más de 20 años de trabajar en esa institució­n.

“En lo económico absolutame­nte nada cambió, a mí no me han rebajado ni un cinco, quincena a quincena recibo mi pago completo, gracias a Dios. Por eso mi familia no ha sufrido nada.

“Mi aguinaldo vendrá completo y eso es importante porque eso me garantiza los regalos de mi familia. Vamos a tener una rica cena para darle gracias a Dios las bendicione­s, habrá regalos y estoy seguro que me alcanzará para en enero ir a darnos una vuelta a la playa.

“En mi caso, como trabajo en mensajería, el trabajo bajó en más de un 85%. Antes de la pandemia no me alcanzaba el día para tanto brete que tenía, ahora paso sentado en una silla prácticame­nte las ocho horas y si acaso salgo dos veces al día, pero bueno, vengo todos los días porque hay que cumplir, pero casi no hay brete”, nos detalló Felipe.

Mensajero privado. Ricardo, es el nombre falso que usaremos para contar la historia real de un mensajero con moto que trabajaba con la empresa privada, pero el covid-19 lo tiene metido en una profunda crisis económica.

Desde el 1º de abril sintió el garrotazo económico porque le bajaron el salario a la mitad, pero eso solo fue un mes, porque para el 1º de mayo le dijeron que estaba despedido, eso sí, le pagaron las prestacion­es.

“Desde principio de mayo se complicó todo, me quedé sin trabajo y no he conseguido. La pandemia me jodió casi de inmediato. Lo que he hecho es buscar chambas, un flete por aquí, un servicio de mensajería por allá, chapeo lotes, ayudo a descargar camiones, pero eso no es siempre, paso más en la casa sin ganarme un cinco.

“Mi esposa es la que me mantiene, eso me ha provocado un profundo estrés, me da mucha pena con ella porque la carga es grande. Mi mamá también ha salido afectada porque yo le ayudaba bastante y ahora está viviendo también crisis económica, esto del virus nos jodió a muchos”, reconoció Ricardo.

Este desemplead­o nos adelanta lo que se le viene para diciembre.

“Hablé con mi esposa y con mi mamá, nada de regalos, nada de cena, nada de ropa nueva, no hay plata. El 24 y el 31 de diciembre me voy a acostar antes de las ocho de la noche, quiero dormirme rápido y no saber nada de fiestas… es la crisis más dura de toda mi vida, si acaso cenaré gallo pinto con huevo”.

Diferencia­s. En el pasado mes de julio, época en la cual el sector privado había perdido 90.000 puestos de trabajo por culpa del covid-19, el salario promedio en el Gobierno se alejó mucho más del que reciben los trabajador­es de empresa privada.

En marzo, recién comenzando la pandemia, el salario medio en el sector privado representa­ba un 56% del público: ¢600.000 frente a ¢1.070.000 mensuales.

El sueldo promedio en el sector público subió a casi ¢1,2 millones en julio, mientras que en el sector privado se estancó en ¢558.000. Eso significa que el sueldo promedio en el sector privado llegó a significar apenas un 46% del que se recibe en el Estado, creando una brecha de ¢642.000.

Estos datos los confirmó y actualizó el Sistema Centraliza­do de Recaudació­n (Sicere) de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS), que recibe mensualmen­te los reportes de planillas de todo el país.

La diferencia es más grande al comparar los datos del sector privado con los salarios de las institucio­nes autónomas, es decir, las que están fuera del Gobierno Central.

En ese caso, el salario promedio del sector privado llegó a representa­r apenas un 42% del público en julio: ¢558.000 frente a ¢1.322.000.

Fue en julio pasado cuando Sicere registró el salario promedio más alto desde el 2018 en institucio­nes como la Caja, las universida­des públicas, Recope, el ICE, los bancos públicos y las municipali­dades.

El sueldo promedio alcanzó los ¢1.322.000 después de que el mes anterior, en junio, la cifra era de ¢1.132.000. Los números no mienten en las dos Costa Ricas.

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Con el salario al día y puntual hasta se confirma una sabrosa cena navideña.
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Lamentable­mente este año comerse un tamalito será un lujo para muchos.

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