Maradona por siempre

Aunque uno sabe que todos somos de la muerte, como decía mi tío Juan Abarca, cómo nos cuesta entenderlo o aceptarlo, aun viendo el deterioro físico y mental de una persona. en el fondo no lo queremos creer o nos hacemos los majes, por decirlo muy a lo tico. de ahí que la muerte de diego Armando maradona nos deja como atontados y cuando reaccionamos tenemos que llamar a algún amigo a preguntar si es cierto.

Además de que por lo general tendemos a creer que los grandes genios en cualquier ámbito de la vida son inmortales, idea no del todo descabellada. Y si tenemos el privilegio de escribir para el diario mas leído de este país y aunque pensábamos escribir sobre otro tema, las teclas, al pulsarlas, escribían solas: maradona. debo confesar que nunca fui seguidor de maradona ni mucho menos defensor de él como sí lo fueron mis amigos Adrián Goizueta o Juan carlos Torres. Pero sí fui un admirador de su magia, de su fútbol y es que ¿cómo no vas a admirar a un genio que es capaz de hipnotizar con su talento al mundo entero?, de hacer música con un balón de fútbol, de pintar la cancha de colores y hacer poesía. la otra parte, la del ser humano, con virtudes y defectos, con ángeles y demonios, es muy desconocida para mí.

¿como será una persona así por dentro? que es capaz de enamorar a millones de seres humanos en el mundo entero, pero también de ser odiado por muchos. Que si la droga, que si las agresiones. claro que esa faceta no la comparto, pero tampoco tengo el título de juzgador ni de castigador. el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. me pasan muchas imágenes, pero vuela la de aquel niño nacido en un barrio humilde con cabello ensortijado y sonrisa abierta que un día prefirió el sur antes que el norte y vio al mundo rendido a sus pies por su talento forjado en el sudor y en el barro de las canchas, al que nadie supo decirle cómo debía de actuar y claro, él tampoco lo supo y entre gambetas y penas, se quedó por siempre.