Velerote crece en Punta Morales
A la orilla de un manglar comienza a tomar forma un enorme velero. Pero no es uno cualquiera. Llevará carga con la fuerza del viento, sin combustibles fósiles.
Cuando su construcción termine, tendrá 45 metros de largo y podrá transportar 350 toneladas de carga, equivalente a nueve contenedores. Algo que, de acuerdo con el fabricante, podría convertirlo en el mayor del mundo. Llevará por nombre Ceiba, como el árbol sagrado de los mayas, el árbol de la vida.
El astillero (sitio donde lo construyen) en Punta Morales es una Torre de Babel donde franceses, alemanes, belgas, polacos, y pobladores locales lijan madera, dan forma a las “costillas” de la nave y van fijando con tornillos las piezas.
Detrás del proyecto está Lynx Guimond, un franco-canadiense aventurero, ebanista, navegante y artista que fundó la empresa Sailcargo, responsable de la embarcación de madera, junto a su esposa Danielle Doggett y su socio tico John Porras.
Ceiba es el primer barco desarrollado por Sailcargo, valorado en $4,2 millones y financiado por inversionistas privados.
“Este va a ser el velero de carga más grande del mundo cuando esté trabajando. Va a tener motores eléctricos auxiliares, pero su principal forma de propulsión serán las velas. Será libre de emisiones”, sostiene Guimond.
Cuenta que la empresa comenzó a buscar financiamiento en la plataforma Kickstarter, con contribuciones de $100 o más, aunque con el proyecto avanzado, la inversión mínima es de $10.000. Ya dispone de cerca de la mitad de los recursos necesarios.
Sailcargo será la administradora del buque y dará servicios de transporte de mercancías como café, cacao y otros bienes.
Al no depender de combustibles, la única limitación para navegar será el agua potable. Los depósitos del barco permiten estar en alta mar hasta 45 días seguidos.
El proyecto comenzó de cero. Guimond y su equipo debieron capacitar a los pobladores locales y trabajadores que llegaron del exterior, incluso tuvieron que desarrollar parte de las herramientas requeridas.
Otros trabajadores llegaron de Europa, atraídos por las noticias del megavelero.