“La pandemia nos enseñó que somos vulnerables, lo que nos llama a vivir sin resentimientos”
¿Te has puesto a pensar cuánto tiempo has perdido preso de tus rencores? ¿Cuánta distancia has trazado con tus seres queridos? ¿Cuántos días, meses o años alejado de una persona simplemente porque no han resuelto un conflicto?
Hoy nos damos cuenta que la vida cambia de un momento a otro. Tenemos que tomar distancia social, vernos menos, pero si lo hacemos tiene que ser cumpliendo una serie de restricciones orientadas a salvaguardar nuestra salud, lo que ha creado cambios en la forma de hablarnos, mirarnos, mostrarnos afecto y demás. llegó un momento en el que hay que cuestionarse si vale la pena vivir cargados de rencores, con temas no resueltos o situaciones que nos reprochamos los unos a los otros de forma frecuente, que lo único que han hecho es crear distancias. Hay personas que no le hablan a sus padres o hermanos o viven en medio de grandes pleitos. También se ven muchos casos de parejas que se separan y sus relaciones son muy conflictivas, lo mismo ocurre en los trabajos, donde hacen caras, gestos, actúan con repugnancia y no le hablan a los demás. la pandemia nos enseñó que todos somos vulnerables, lo que nos llama a vivir sin resentimientos, a desarrollar la humildad para decir: “Perdón, me equivoqué”, y limar asperezas. A veces tomar distancia es sano, pero vivir atrapados en el rencor y el dolor es algo que no tiene sentido, no suma nada, aporta poco y nos roba energía. sin rencor y con humildad no significa bajar la cabeza. Creo que todos estamos llamados a hacer una revisión de nuestra posición de vida, para replantear el cómo la llevamos y cómo establecemos relaciones sanas. si después de hablar las cosas no se solucionan, se tomarán decisiones, pero no desde el conflicto, la fricción o el chisme. No se trata de seguir echándole sal a la herida, se trata de vivir conectados con esperanza, perdón y reconciliación.