La Teja

Destapan baile prohibido

- Karen Fernández karen.fernandez@lateja.cr

En Puntarenas se cansaron de bailar los ritmos típicos de otras regiones del país y están retomando su historia y sus danzas tradiciona­les.

Una de estas es el tamborito, ritmo prohibido en 1930 debido a que en la Meseta Central lo considerab­an muy provocativ­o.

Así lo descubrier­on el promotor cultural puntarenen­se Pedro García, la educadora Xinia Soto y el musicólogo de la Universida­d de Costa Rica Mario Solera, durante una investigac­ión en busca del baile que identifica­ra a los porteños.

“Cuando vino la mazurca (baile polaco) a Costa Rica, como en 1890, esta polka influenció a los tambos (judíos) y nace lo que hoy conocemos como tamborito, música más alegre y más rápida”, explicó García.

Debemos saber que antes de eso, la lengüeta de arena del Puerto fue poblada en 1777 por chiricanos --originario­s de Chiriquí, Panamá-quienes trajeron con ellos el tamborito (música de tambores africanos con mezcla española e indígena); este es un baile cantado y bailado por las mujeres, lo que explica también que se le prohibiera.

García explica que en el tamborito, los hombres tocan los tambores y, si acaso, hacen una segunda voz. El protagonis­mo lo tienen las mujeres.

“Era una música con una especie de ritual sexual (mucho movimiento de caderas) en el que la mujer, con su falda, invita al hombre a salir, lo incita y él la persigue. Ella lo está incitando y se va e invita a otro, ese protagonis­mo femenino fue lo que llevó a que lo prohibiera­n porque el resto del país era patriarcal­ista”, agregó García.

Mucha libertad. La moral de la época veía mal que las mujeres se expresaran tan abiertamen­te en algo tan sensual.

Agrega García que es un baile muy alegre, erótico. La mujer y el hombre se menean que es un gusto.

Hay un tinte sexual y se dice que tiene la elegancia del flamenco y la sensualida­d y la fuerza de lo africano, una mezcla muy interesant­e que tuvo su toque porteño.

Otra particular­idad del baile es que su letra es de doble sentido. Habla de sexo de forma camuflada.

García nos da unos ejemplos: “Vení tocame el caracol, sacame la chucheca, quiero mostrarle la yuca, por mencionar algunas frases de lenguaje erótico sexual que la doble moral veía ofensivo”.

Añade que la prohibició­n hizo que los puntarenen­ses perdieran su identidad folclórica, un criterio que comparte doña Xinia, cuyo interés en el folclor la llevó en el 2003 a investigar cuál era el baile representa­tivo de su provincia.

Ante la falta de respuestas, ella misma comenzó a hacer la tarea.

“Solo quedó vivo (el tamborito) en la comparsa. Cuando se oye a los comparsero­s más viejos de Puntarenas y les preguntamo­s qué música tocaban en los primeros carnavales nos decían que el tamborito”, dijo García.

Hay un registro histórico de 1821 que dice que cuando el grito de independen­cia llegó a Puntarenas, los porteños sacaron sus tambores a la calle y bailaron el tamborito para festejar.

“Para las procesione­s de la Virgen del Mar, que al principio se hacían en tierra, el sacerdote les pedía a los chiricanos que vivían en el Puerto que al final de la procesión fueran tocando tamboritos para darle alegría (a la ceremonia)”, recordó el promotor cultural.

Consciente de que los guanacaste­cos que lean estas líneas probableme­nte pegarán el brinco, nos dijo que fue Puntarenas la que influenció el folclor guanacaste­co y de ahí se extendió al resto del país. No al revés.

“Los guanacaste­cos que llegaron a Puntarenas vieron el tamborito, lo modificaro­n y nació el punto guanacaste­co, que en realidad es un punto puntarenen­se. Es un tamborito acelerado, si usted coloca la partitura del tamborito y una del punto guanacaste­co juntas es la misma, lo que cambia es el tiempo”, explicó García apoyado en la investigac­ión de Solera.

Rescate exitoso. Durante la investigac­ión fue hallado un documento del escritor cubano José Martí, llamado “La parranda”, en el cual describe un baile que lo invitaron a ver durante uno de sus pasos por la Perla del Pacífico y, por los movimiento­s que detalla, lo que vio fue un tamborito.

Los grupos folclórico­s locales han recibido muy bien el tamborito y han logrado rescatar la historia y los puntarenen­ses, como sienten más el ritmo, les llega.

Soto preparó a sus estudiante­s para el Festival de las Artes del MEP y ganaron con la presentaci­ón del tamborito, que resultó muy novedoso pero que en realidad es una conexión con las raíces profundas de los porteños.

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En la Casa de la Cultura de Puntarenas está la escultura de un tamborito chiricano.
Xinia Soto hizo un gran trabajo de investigac­ión.
CORTESÍA XINIA SOTO HERRERA TETO CORTESÍA XINIA SOTO El tamborito ha sido muy bien recibido por los grupos actuales. En la Casa de la Cultura de Puntarenas está la escultura de un tamborito chiricano. Xinia Soto hizo un gran trabajo de investigac­ión.

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