AGRADABLES Y SIN CARITAS
La pandemia agravó el aislamiento y la soledad de las personas mayores, pero reavivó el interés por los robots de compañía.
“La pandemia ha sido un acelerador para nosotros”, dice Antoine Bataille, creador de Cutii, un robot móvil de pantalla, presentado por segunda vez en el Consumer Electronics Show (CES) de Las Vegas, el gran evento de electrónica y tecnología que empezó el lunes en forma virtual.
Cutii permite a los usuarios participar en actividades a distancia (juegos, clases de gimnasia, etc.) y hablar con sus seres queridos por videoconferencia. Se puede actualizar de forma remota y equiparse con funciones de asistencia o seguridad, alertando en caso de algún problema.
La empresa puso sus robots en Francia en el 2020 en una treintena de residencias para ancianos. Eran para particulares, pero el confinamiento cambió los planes.
La empresa comprende mejor las necesidades de los acompañantes que trabajan en los hogares de ancianos. Cutii puede distraerlos mientras son aseados, por ejemplo, facilitando la labor al personal.
Los robots de compañía deben superar obstáculos más psicológicos que tecnológicos.
“Cuanto más dependientes son las personas o más dificultades tienen, más lo aprecian”, asegura Bataille. “Las personas con Alzheimer aceptan muy bien al robot. A aquellos que están más alerta les gusta menos”.
Esta experiencia a gran escala ha hecho que Cutii evolucione para satisfacer mejor las necesidades que ha ido identificando en las personas.
Calidez. En tiempos de seres humanos con mascarillas y distanciados, los robots son vistos como una forma de hacer que ciertas interacciones sean más cálidas.
“Es más agradable que una tableta”, dice Tim Enwall, director de Misty Robotics, un robot programable que puede ser recepcionista, acompañante o asistente del hogar.
Con la pandemia, “subió la demanda de las empresas de herramientas confiables y sin contacto disponibles las 24 horas, los siete días de la semana”, destaca.
“Pero los robots aún no son capaces de manejar cientos de asuntos diferentes como los humanos”, admite. “Puede generar frustración, por ejemplo, si el dispositivo responde ‘Lo siento, no entendí’ a una persona con discapacidad auditiva”.