El cubano de moda
Marcel Hernández no perdona nada, vacuna a cualquier portero y en cualquier estadio.
Ahora tiene como locos a los liguistas, y no es para menos. es un gran delantero, fuerte físicamente, rápido en espacios cortos, intuitivo, con clase en la definición y además es “influencer”.
Futbolísticamente hablando es casi perfecto, pero cayendo mal --y siendo un “nacionalista sistemático”, es decir, que se ajusta o sigue las normas-- este es mi argumento: lastimosamente Marcel no es costarricense. ¿cuál es la bronca con que no sea tico? esto se podría interpretar como un prejuicio de mi parte, pero creo que literalmente afecta los intereses del principio básico de un club de fútbol, que es la formación de jóvenes jugadores para beneficio propio y del fútbol nacional.
Yo no pagaría la harina que pidió el Cartaginés para rescindir el contrato y jalar a Alajuelense. Algún sector de la prensa deportiva, esa que va por el camino fácil, no cuestiona, no analiza y menos mira hacia el futuro de este negocio, en el cual también está inmiscuida, mete carbón y se la tira desde hace varios meses con la misma cantaleta... ¿Para cuál equipo va Marcel?, ¿quién pagará?; lo decían con todas las ganas de que abandonara el Cartaginés sin cuestionar la falta de formación de jóvenes delanteros con el sello “hecho en Costa Rica”. debemos ocuparnos más de que surjan más saboríos, ruiz, Coronados, McDonalds; tener la mentalidad de carlos Watson, “Puro” Ureña, Geovanny Alfaro, Armando rodríguez, grandes cazatalentos.
Con esos miles de dólares pagados por Marcel, ¿cuántos jovencitos se habrían formado para el país?