Flechazos en el deporte
Cupido hace de las suyas en todos los campos de la vida y el deporte, claro, no escapa a ello.
El pequeño y alado ser anda siempre listo para flechar. Ese es su trabajo en todo el planeta.
Hoy, en el Día del Amor en media pandemia, nos acercamos a dos casos de deportistas flechados mientras estaban en su faceta competitiva.
Uno es el de la atleta costarricense Shanty Scott y de su esposo, el salvadoreño Carlos Olmedo Nacato, hoy dirigente de atletismo en su país pero quien estaba activo cuando conoció a la tica; la otra historia es la de los tenismesistas nacionales Róger Arroyo y Pamela Altamirano.
Ellos contaron su historia de amor a La Teja y dejaron claro que Cupido lanza sus flechas en cualquier momento y que acierta.
Shanty conoció a quien hoy es su esposo en el Campeonato Centroamericano de Atletismo del 2013, que fue en Nicaragua. Ocurrió gracias a un amigo en común.
“Esa persona me dijo que un amigo de él quería conocerme, nos presentó y empezamos a conocernos en las noches, luego de la actividad deportiva. Después del Centroamericano nos dimos la oportunidad de ser novios”, comentó la costarricense.
Un buen paso. Carlos ya no es deportista, está dedicado a una empresa de autobuses, pero forma parte de la dirigencia del atletismo en El Salvador, donde vive la pareja.
Ellos tienen cinco años de casados y un hijo de tres años que se llama Eithan.
“Es más fácil que los dos seamos deportistas, él comprende todo. Es quien me hace los masajes y si tengo que ir a un torneo se encarga de comprarme los boletos, buscar los tiquetes y esas cosas. Siento que es mejor que los dos se dediquen a lo mismo”, dijo la tica.
Añadió que en el atletismo se da mucho noviazgo, pero pocos son los que se atreven a dar el paso hacia el altar.
Ellos dieron ese paso y el resultado ha sido muy bueno.
Un reencuentro. En el caso de Roger y Pamela, ellos se hicieron pareja luego de conocerse durante muchos años y de coincidir en torneos de tenis de mesa.
“En los Juegos Deportivos Nacionales del 95 en Desamparados, Limón llevó una delegación con varias muchachas, entre ellas Pamela, que era la novia de otro compañero y yo era el novio de una amiga de ella”, recuerda Róger.
Por esa misma situación se veían en las competencias, hasta que Pamela no volvió a jugar durante un tiempo. Hace dos años se reencontraron otra vez en los terrenos del pimpón y la chispa se encendió.
“Formamos una pareja y ahora, el paso que sigue es la boda”, adelanta Róger.
De hecho, los novios están esperando que pase la locura de la pandemia para buscar una fecha y ya entonces formar una familia. Ella tiene una hija de 9 años que se llama María Paula y él tiene un hijo de 11 años que se llama Daniel.
En estos momentos, por la situación en la cual nos tiene el covid-19, ambos se han alejado de los entrenamientos, sobre todo porque los hijos son asmáticos. Los cuidados deben ser muchos.
En lo mismo. Sobre la sintonía que pueden lograr como pareja quienes se dedican a actividades parecidas, ella dice: “Es más fácil cuando se dedican a la misma cosa, al deporte en este caso, porque siempre se requiere el apoyo de la familia ya que puede llegar a tener la idea de que el deporte la desplaza y le dice que uno prefiere entrenar a estar con ella. No es eso. Es más fácil si los dos entrenamos”.
“El hecho de tener una pareja deportista que piense igual me facilita y me motiva a mantenerme activa, además es una forma de compartir juntos. Por ejemplo, cuando quise volver a practicar tenis de mesa Róger me animó e incluso me entrenó”, dijo.
Queda claro que Cupido, ahí donde lo vemos, también revolotea y trabaja mucho en los campos del deporte y se anota sus buenos triunfos.
El hecho de tener una pareja deportista que piense igual me facilita y me motiva”.
Pamela Altamirano Tenis de mesa