CEMENTERIOS DESBORDADOS
“¡Estamos desbordados!”, se lamenta Ricardo Pereira mientras aplana la tierra entre la tumbas incesantemente cavadas en esta parcela del mayor cementerio de Lisboa, lleno de muertos de covid-19 identificados con un simple número.
“Esta parcela de tierra se ha llenado en 50 días, cuando normalmente ello ocurre en un año”, explica a la AFP este sepulturero de 36 años, empleado en el cementerio del Alto de Sao
Joao.
La jornada de trabajo de su equipo inicia con el entierro de dos personas sin recursos de un centro social de Lisboa, que se supone fueron alcanzadas por la pandemia, precisa Fausto Caridade, responsable de ese cementerio.
Al llegar el coche fúnebre, ningún familiar aparece, y los cuatro obreros del cementerio se ponen cuidadosamente el atuendo reglamentario para los entierros de muertos de covid: máscara, guantes azules, y un conjunto blanco de protección que los cubre de la cabeza a los pies.
Los dos ataúdes son enterrados uno al lado del otro, mientras apenas quedan espacios disponibles en esta sección del cementerio, donde se alinean las tumbas que sólo se distinguen con un número, inscrito en un pequeño cartel plantado en la tierra recién removida.
Darse cuenta de la realidad. En la vía central de esta sección, abierta a fines de diciembre para albergar mayoritariamente a muertos por covid-19, las coronas de flores se amontonan. Más lejos, una excavadora de color naranja se dispone a cavar más tumbas.
“La gente aquí debería darse cuenta de la realidad”, lamenta Maria Joao Costa, que viene a enterrar a su madre, muerta de covid a los 80 años.
“Y eso que hace dos semanas mi madre estaba recibiendo la primera dosis de la vacuna” en su residencia de mayores, relata dolida, esta enfermera ataviada de negro, mientras observa la foto de su mamá, que sostiene entre sus manos.
Desde principios de año, Portugal ha registrado cada día un promedio de 180 muertos por coronavirus. Es el sexto país de Europa, y del mundo, con el peor balance.
Con poco más de 1.500 muertos por millón de habitantes desde el inicio de la pandemia, se situaba detrás de Italia, pero delante de Estados Unidos o de la vecina España.
Confinado desde mediados de enero, el país ha visto caer el número de contagios, y la cifra de fallecimientos se ha reducido a un centenar por día, tras un récord de más de 300, pero el ritmo de los entierros muy elevado.