La Teja

Estrellas de un tesoro nacional

- Eduardo Vega eduardo.vega@lateja.cr

El regreso a casa de 1.305 piezas precolombi­nas después de estar cien años fuera del país tiene felices de la vida a los arqueólogo­s ticos.

En esta nueva entrega a Costa Rica de obras indígenas de la llamada colección Keith --que estaba en el Museo de Brooklyn, Nueva York-- destacan dos vasijas que presentan una decoración que no había sido vista antes en los trabajos de nuestros talentosos ancestros.

Cada pieza indígena que se encuentra es registrada, clasificad­a y ordenada por el Museo Nacional. Cada una, por más pequeña que sea, está bien identifica­da, sobre todo las de cerámica porque son de los hallazgos más frecuentes.

Estas dos obras que nos llegaron la semana recién pasada no podrán ser acomodadas con ninguno de los grupos ya conocidos porque su pintura se observa por primera vez. Los expertos van a tener que estudiarla­s mucho.

Lady Bonilla Vargas, arqueóloga del Departamen­to de Protección de Patrimonio Cultural del Museo Nacional, consideró que de las 1.305 piezas recuperada­s, esas dos de cerámica merecen una mención especial.

“Dentro de lo que se llama tipología cerámica, que es que le asignamos (a piezas) un nombre por sus caracterís­ticas, hay algunas a las que no les teníamos nombre porque sus caracterís­ticas nunca las habíamos tenido. Eso es muy importante para nosotros porque son diferentes”, explica.

¿Cómo son?. Una de las piezas destacadas es, por decirlo así, un vaso alto con decoracion­es en negro y blanco mezcladas con el color natural de la arcilla.

Muestra rayas de arriba hasta abajo, como formando montañitas verticales. En la parte de arriba, por la boca del vaso, hay más adornos con rayas gruesas negras horizontal­es y otros circulares en colores arcilla y negro. La otra es una vasija que semeja una palanganit­a para sacar agua y se podría decir que se han encontrado muchas parecidas; sin embargo, explica la arqueóloga, muestra como gran novedad adornos cuadrados rellenados con pintura en forma circular.

Nuestra alfarería, de acuerdo a los hallazgos, proviene incluso de dos mil años antes de Cristo.

Esos trabajos han permitido saber que nuestros indígenas fabricaban recipiente­s resistente­s y duraderos.

De acuerdo a la explicació­n que nos dio la experta, el estudio la cerámica que hacían nuestros antepasado­s --basada en lo que veían o en ideas-- no solo da la posibilida­d de deducir qué los inspiraba, también permite ir comprendie­ndo cómo organizaba­n el poder, por ejemplo.

Pero las dos piezas que llegaron con la colección, por ser diferentes, deben estudiarse mucho para entender qué nuevo nos dicen, a cuál grupo podrían pertenecer o si merecen situarse en uno distinto por su particular­idad.

Más novedades. El Museo Nacional de Costa Rica anunció la semana pasada el gran regreso de las 1.305 piezas que brillaban en el museo neoyorquin­o.

Explicó que se trata del segundo lote de arte precolombi­no tico que estaba en Brooklyn desde que el empresario estadounid­ense Minor Keith se las llevó, entre finales del siglo XIX y principios del XX.

Keith, como sabemos, fue el encargado de construir el ferrocarri­l al Atlántico.

La primera entrega a Costa Rica fue en el 2011, cuando regresaron 981 piezas gracias al aporte de $44 mil del Instituto Nacional de Seguros.

Esta segunda entrega se realizó con presupuest­o del Museo Nacional y la colaboraci­ón del Museo de Brooklyn en el empaquetad­o de las piezas. A todo se dedicaron 23 millones de colones.

El tesoro salió por mar desde el puerto de Nueva York en 31 cajas de madera.

La arqueóloga Lady Bonilla nos contó también que destacan en la colección algunas piezas de piedra a medio terminar o muy

di

ferentes a las conocidas hasta ahora.

“Hay ciertos objetos que no fueron terminados en su totalidad, como una lápida y unos supuestos animales, esta colección trae varios de ellos. Eso nos enseña un proceso, nos deja ver cómo era que el indígena iba tallando sus esculturas, y con ayuda de escultores actuales, podemos saber más de ese proceso”, explica la experta.

Llama la atención una escultura de piedra en particular porque está hecha como no se tenía otra en Tiquicia.

Se parece mucho a otras conocidas aquí, sin embargo, aquellas tienen la cabeza viendo al frente y la que llegó la tiene de medio lado y a la figura se le pueden ver las manos amarradas a la espalda.

La arqueóloga explica que podría tratarse de la representa­ción de un prisionero y como esa no hay otra pieza igual.

Mujer más adornada. También son especiales dos esculturas de barro no muy grandes: una de una mamá amamantand­o a su hijo; la otra de una mamá que carga a un niño que va sentado en su cadera izquierda.

“Entre una escultura y la otra puede haber unos 500 años de diferencia, si puede ver la escultura donde la mamá amamanta, notará que es muy sencilla, poco adorno, pero la otra tiene a la madre más adornada. Eso podría estarnos hablando de la evolución del papel de la mujer, por eso son interesant­ísimas”, dijo doña Lady.

Según un informe dado por el Departamen­to de Protección del Patrimonio, la colección que reunió Minor Keith --más de 16.000 piezas-- se mantuvo junta hasta 1914, cuando una parte fue prestada al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, otra fue vendida (o donada) al Museo del Indio Americano, Fundación Heye y al Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonia­n (Estados Unidos).

Cuando Keith murió, su esposa donó objetos al Museo de Brooklyn y otros fueron comprados en 1934. La familia Keith pudo donar, vender, prestar o hacer lo que le diera la gana con nuestro arte precolombi­no porque ninguna ley lo impedía. Eso cambió el 6 de octubre de 1938. Desde entonces, el legado maravillos­o de nuestros ancestros pertenece a los costarrice­nses.

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Más de 100 años estuvo la colección Keith fuera de Costa Rica.
EDUARDO VEGA La decoración de esta pieza es única. Más de 100 años estuvo la colección Keith fuera de Costa Rica.
 ?? EDUARDO VEGA ?? Esta forma de pintar se desconocía en el país.
EDUARDO VEGA Esta forma de pintar se desconocía en el país.
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 ?? EDUARDO VEGA ?? Sorprende que esta pieza esté completa y en perfecto estado.
EDUARDO VEGA Sorprende que esta pieza esté completa y en perfecto estado.
 ?? EDUARDO VEGA ?? Un prisionero amarrado hacia atrás.
EDUARDO VEGA Un prisionero amarrado hacia atrás.
 ?? EDUARDO VEGA ?? Lady Bonilla, arqueóloga, tiene el privilegio de tocarlas.
EDUARDO VEGA Lady Bonilla, arqueóloga, tiene el privilegio de tocarlas.
 ??  ?? A la izquierda la mamá amamantand­o, a la derecha la mamá cargando un bebé.
A la izquierda la mamá amamantand­o, a la derecha la mamá cargando un bebé.
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En total, 1.305 piezas volvieron a casa, ahora son de los ticos.
 ?? EDUARDO VEGA ?? Una lápida en proceso de fabricació­n, algo poco común.
EDUARDO VEGA Una lápida en proceso de fabricació­n, algo poco común.
 ??  ?? La parte de arriba de la lápida tiene un adorno terminado y el otro no.
La parte de arriba de la lápida tiene un adorno terminado y el otro no.

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