Mi gracia te basta
La tarea de un profeta, también en los tiempos presentes, es un nadar contracorriente.
A ninguno de los profetas del Antiguo Testamento, Dios le confió una tarea fácil. Más bien, su tarea era anunciar a los corazones endurecidos los designios de Dios, tratando de enderezar sus pasos e invitarlos a cambiar. el profeta ezequiel lo entiende así cuando recibe el llamado y el envío.
Ante el rostro de Dios, ezequiel
cae al suelo, porque se considera incapaz de realizar alguna acción útil en orden al anuncio de la salvación.
Él siente que lo único que puede ofrecer es su disponibilidad para obedecer y servir a Dios. Así el profeta (el hombre) se lanza a la lucha. Dios confía al hombre una misión. el que ha sido llamado se coloca en la mano de Dios, y hace las cosas según el querer de Dios. nuestra vida de cristianos conoce hoy la pequeñez de nuestras fuerzas. San Pablo muestra en la segunda lectura (de este domingo) el aguijón que siente, seguro una enfermedad crónica que considera un estorbo en la predicación. Tres veces le ha pedido al Señor que se lo quite, pero Dios sabe mejor lo que nos conviene, por eso responde: “Te basta mi gracia”.
Sí, nos basta su gracia. en nuestra debilidad se muestra el poder de Dios. Y eso nos lleva a asegurarnos que el éxito solo se debe a Dios. Por eso Dios elige instrumentos débiles.
San Pablo ya no hace más esa petición y se gloría de sus flaquezas pues siente que la
fuerza es de Cristo. Por eso exclama: “Cuando soy débil es entonces cuando soy fuerte”. Parecida es la suerte que corre jesucristo. Visita la sinagoga de nazareth, era conocido como uno del pueblo y causa extrañeza su sabiduría al predicar. no comprenden los vecinos de nazareth la realidad mesiánica de jesús. Porque lo ven como el vecino, no entienden que la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y se vuelven contra Él, intentando matarlo. ¿Qué nos toca a nosotros? Creamos en jesús, en su fuerza, no perdamos la esperanza. la palabra clara y valiente de jesús le lleva a la cruz, pero ese momento culminante es la plenitud de nuestra vida.