Relaciones conflictivas en familias con niños

Cuando la relación de una pareja con hijos es mala, conflictiva o con muchos pleitos, estos adultos sufren un vacío afectivo significativo, lo cual es compresible, pero no justifica que desorganicen el lugar ni el rol de sus niños, pues bastante tienen los pequeños con el dolor y el miedo inicial que experimentan cuando uno de los dos se va de la casa para siempre, o tienen que aguantarse los pleitos diarios.

Esta pareja problemática tenderá a llenar ese hueco afectivo con los hijos y quizás se apeguen mucho con el más sensible. Le pedirán que duerman juntos en el lugar que dejó el otro cónyuge.

También pedirán consejos de cómo manejar o enfrentar la soledad actual. Lloran en el pecho del niño, exigen lealtad y secretos de sus conversaciones. Le cuentan confidencias de pareja, incluso sexuales, lo cual es contraproducente, afectando el desarrollo emocional del menor. Sin darse cuenta convierten a ese hijo en su pareja simbólica, adelantándole su vida adulta, a la que no están preparados. Sin embargo, el amor entre padres e hijos es distinto al que se tiene que profesar una pareja.

Una mamá o un papá siempre estarán por encima del niño, es quien cuida, protege, enseña y guía. Al niño le corresponde simplemente recibir tales cuidados, ya que el amor que un hijo recibe de sus padres es de liderazgo y autoridad, nunca de igual a igual.

El cónyuge afectado tiene que llenar ese vacío afectivo con otro adulto, un hermano, un amigo, u otros, pero nunca convertir a sus hijos en su confidente, ni en su igual.

Los niños no pueden nunca asumir un rol parental, ni tomar partido por ninguno de sus padres porque hará que crezcan con mucho sentimiento de culpa. Deben hacerles ver que los adultos resuelven y que les ayudaran a estar bien.

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