El tiempo según Dios

Quiero que reflexionemos sobre la velocidad del tiempo y lo bueno que sería enfocarnos en nuestros planes y propósitos, según Dios nos los manda. Todos queremos vivir una vida de éxito y realizaciones, en la cual, nuestra felicidad sea el principal objetivo, pero pareciera que el tiempo nos gana la partida.

Y es que estamos en el segundo mes del año y en un abrir y cerrar de ojos estaremos a las puertas de un nuevo Año. es posible que escuches decir: “Han pasado tan rápido las horas, los días, los meses y el año, que no hemos tenido el tiempo necesario para hacer casi nada de lo planeado”. Y es cierto: debemos prepararnos para enfrentar este año y cumplir todas nuestras metas. no podemos dejar de lado lo que en nuestro mundo define como el éxito, principalmente midiendo la cantidad de riqueza, poder y popularidad que una persona obtiene. es necesario que revisemos lo que nos dice la palabra de Dios en Hebreos 11:25; Santiago 4:14; Salmo 102: 3; Job 7: 7, para comprender mejor la diferencia que queremos establecer entre el éxito que vemos en nuestro apresurado mundo y lo que Dios nos enseña sobre este.

Las definiciones de éxito hoy son engañosas y trágicas porque se enfocan en lo que es fugaz y pasajero e ignoran lo que es duradero y eterno.

Al recordar nuestra infancia llegamos a pensar que la velocidad del tiempo no era tan acelerada como hoy. nuestro principal enfoque debe ser poner atención a qué le dedicamos nuestro tiempo, qué estamos haciendo para lograr lo planeado y qué acciones debemos realizar para alcanzar nuestras metas, según nuestro “Plan de Vida”. en el libro de Colosenses 3 encontramos una recomendación: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.