“Cuando se pierden los balones”
Marvin Solano, técnico
Cuando el equipo local necesita los balones, en esa lucha contra el tiempo que no para, los juntabolas están siempre avivados, parecen relámpagos entregando el balón a sus jugadores. la imagen aún está viva cuando Cartaginés rompió “la maldición” después de 81 años, en una acción de inteligencia el juntabolas tomó el balón, a máxima velocidad se lo dio al brumoso y casi que le indicó la jugada a seguir, sorprendiendo a la defensa rojinegra y logró lo que parecía imposible: Cartaginés campeón. lo contrario sucede cuando el local va ganando, los juntabolas actúan en cámara lenta y entregan el balón muy despacio. los orígenes de esta práctica no se conocen, aunque una vez me contó don Chepo que en el pueblo solo se jugaba con un balón, el cual debía de ponerlo el equipo local, ya que el visitante mejor no llevaba, porque se lo podían robar o perder, comprar otro no era tan fácil. en aquellos tiempos, las canchas eran abiertas, sin mallas, tan solo rodeadas de pinos, así que muchas veces la única bola iba a parar a la finca de los Arias, de samuel Valverde o de iván solano. durante un juego en que el equipo del pueblo ganaba 1-0 al rival más encarnado de la zona y a falta de dos minutos para terminar, José María despejó un balón con tanta fuerza, que fue a caer a lo profundo del cafetal de los Arias. don Chepo asegura que él lo vio pasar por el agua, quebrada abajo, que no le dio chance para recuperarla, otros aseguran que se reventó en el aire y otros que unos chiquillos la desaparecieron.
Ante la desesperación del equipo rival, pasaron doce minutos y como sin bola no se puede jugar, el árbitro de todos los domingos, Juan felipe Abarca, dio por terminado el juego. estaba seguro que este era el origen de esa costumbre hoy tan presente en el fútbol profesional, hasta que la semana pasada leí un cuento del rosarino (el negro) roberto fontanarrosa, titulado entre las Cañas, donde relata una historia de un balón perdido.