La Teja

Cupido es un chineado

- Mauro Fernández, sexólogo

los cuentos de hadas siempre terminan con un: “y vivieron felices para siempre”, con la mente infantil lo creíamos. en las bodas escuchábam­os la proclama del cura: “hasta que la muerte los separe” y ¿cómo no íbamos a creerle si era nada más y nada menos que el padrecito quien lo decía y en nombre de Tatica dios?

Y luego seguimos escuchando por doquier que “el amor es para siempre”, y desde luego que lo creímos.

Y ese fue el problema, desde pequeños nos inculcaron esa concepción de un amor eterno, que es muy bella y sublime, pero que no es una verdad absoluta. fue con el tiempo, que nos dimos cuenta de que creer a la ligera ese concepto acarreaba riesgos y peligros. sí, tradiciona­lmente se hacían esfuerzos por ganarse el amor del ser querido. el desvelo y las ansias reinaban con tal de obtener un “sí acepto”.

Una vez, pronunciad­as, el descuido y la despreocup­ación afloraban en muchos que, bajo aquella máxima infantil “y vivieron felices para siempre”, creían que la felicidad fluiría mágicament­e hasta el fin de los días. la desilusión y el desengaño surgieron al ver tantas y tantas historias de amor que se destrozan por doquier, al observar que aquellos que se amaban con locura en unos cuantos años se odiaban con locura. después de compartir la cama, el altar y las adversidad­es de la vida, en cuestión de tiempo y aun con hijos de por medio, muchos se separan y no pueden tan siquiera, dirigirse la palabra. Así nos dimos cuenta de que el amor no es para siempre, que el amor puede ser para siempre, solamente si lo cuidamos. comprendim­os que el amor puede ser eterno, en el tanto le demos su verdadero lugar al vínculo.

Dedujimos, que podemos estar juntos “hasta que la muerte nos separe”, en el tanto estemos a la altura del amor, en el tanto nos profesemos cariño en el día a día.

Hoy entendimos que el amor que no se cuida a la larga es un amor perdido.

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