La Teja

Doña Rosa es ejemplo de lucha y superación

Hoy. ella es la ganadora del Premio nacional emilia Prieto 2023, que le darán hoy

- Yenci Aguilar Arroyo yenci.aguilar@lateja.cr

Rosa Álvarez, una mujer indígena de 59 años, tiene una vida sencilla que transcurre entre las labores del campo, con el cuido de unas cuantas vacas, la elaboració­n de sus artesanías para la venta y los espacios que comparte con otras personas de su comunidad en ocasiones, como la pesca, festividad­es y otras.

Una vida que, aunque pareciera simple, está llena de significad­os y valores culturales ancestrale­s, por ejemplo, ella es una de las personas malecus que hablan con toda propiedad su lengua materna, el “malecu jaíca”, pertenecie­nte a la familia lingüístic­a chibcha.

“Mi nombre es Rosa Álvarez Álvarez, aunque mi verdadero nombre es ‘Jabanquiji­ja’ en mi idioma malecu, y con el que me identifico. Soy de las señoras que me gusta hacer de todo un poquito y más cuando tiene que ver con mi pueblo y mi cultura como indígena que soy, digo yo que, al cien por ciento. Aquí viví, aquí crecí, aquí hice todo”, afirmó.

En ella es posible reconocer un conjunto de valiosas manifestac­iones culturales que, además de la salvaguard­ia de su lengua nativa, se relacionan con otros ámbitos del patrimonio cultural inmaterial, como tradicione­s y expresione­s orales; artes del espectácul­o; usos sociales, rituales y actos festivos; conocimien­tos y usos relacionad­os con la naturaleza y el universo; así como la práctica de diversas técnicas artesanale­s tradiciona­les. Ella ganó el Premio Nacional al Patrimonio Cultural Inmaterial Emilia Prieto 2023, que le darán hoy en el Teatro Nacional.

Superación. Jabanquiji­ja vive con la ayuda de una pensión que le da su hijo y también hace presentaci­ones para turistas.

“Me gusta trabajar, yo no soy vaga, tengo una parcelita en la recuperaci­ón de territorio, donde quiero sembrar 500 matas de achiote y mil arbolitos, porque estos productos son muy importante­s para nuestra cultura. Tiene plátano y pejibaye, aguacate y árboles nativos”.

En la cultura malecu, cuando ella era una niña, los varones podían llegar y pedir a alguna de las hijas para casarse. “Así fue que el papá de mis hijos le dijo a mi mamá que quería que le entregara a esa hija, a mí. Yo tenía 13 años, y yo lloraba, pero no había nada qué hacer”, comentó.

Esta valiente mujer superó la violencia doméstica y es un ejemplo de fuerza y tenacidad.

“Con cinco meses de embarazo, mi marido me llevaba a las cosechas de aguacate y si no me subía a ayudarle y a decirle cuáles aguacates bajar, él me golpeaba con lo que encontrara y por eso tuve a una niña sin vida, pero yo soy una mujer valienta y yo dije que iba a salir adelante. Yo sentía en mi ser como que aquella carga que yo tenía, yo ya no la cargaba, y ahora cuento todo eso como testimonio y siento paz y tranquilid­ad”, expresó.

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CORTESÍA. Rosa Álvarez es digna ganadora del premio.

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