En pruebas y tormentas

no mires la tormenta, ni el tamaño de las olas, más bien fija tu mirada en Jesús y camina sobre las aguas… ¡Confía en Él! Cuando pasamos por situaciones, descubrimos cosas en nosotros que muchas veces no sabíamos que existían, tanto positivas, como negativas nos damos cuenta que somos capaces y aprendemos a valorar muchas cosas.

Formamos un nuevo carácter y obtenemos nuevas herramientas para lo próximo que venga. nos hacemos sensibles al dolor de otros y podemos entender lo que se siente.

Cuando pasamos por situaciones y obtenemos aprendizaje y experiencia, pasamos a un nuevo nivel de autoridad y ellas nos ayudan a crecer.

Usemos las herramientas y la experiencia para ayudar y apoyar a aquellos que pasan por lo que un día, nosotros pasamos. lo que tú tienes no es por suerte, ni coincidencia, es Dios moviendo su mano para bendecirte y así bendecir a otros. las pruebas y las tormentas no durarán para siempre, pero el que te sostiene y te da las fuerzas para resistirlas perdurará para toda la eternidad.

Una gran verdad es que bien dice el dicho: “Después de la tormenta viene la calma”. Se utiliza para describir una situación en la que todo parece no tener salida, ni paz.

Somos tan sensibles que perdemos la esperanza porque, depende de la circunstancia que estemos pasando, creemos que nunca pasará; lo cierto, es que son momentos muy difíciles de sobrellevar. la buena noticia es que llega el instante en que todo pasa y vuelve la calma. en apariencia, no tener problema alguno, porque lo malo y complicado ya pasó.

Y con ello aprendemos a ser mucho más valientes, sabios y hasta nos volvemos buenos consejeros para otras personas que necesitan una motivación. Den gracias al Señor porque él es bueno: su gran amor perdura para siempre. Que lo digan los redimidos del Señor, a quienes redimió del poder del adversario (Salmos 107:1)