La nueva alianza
Después de un largo tiempo en que israel ha sido un abundante “no” a la voluntad divina, Dios y el pueblo se encuentran para una nueva alianza. Dios ha permanecido fiel, a pesar de la lejanía de su pueblo. es, entonces, el pueblo quien debe regresar y convertirse a su Dios. Pero para este regreso el pueblo no está solo. Dios le toma de la mano y le da ayuda y protección. Dios ya no quiere palabras escritas. lo que quiere es meterse dentro del corazón de los suyos. Él es una fuerza viva que, desde nuestro interior, nos impulsa hacia el bien. Como buen Padre de amor, Dios nos muestra el camino y nos da fuerza para seguirlo. es el cumplimiento definitivo de la alianza tantas veces anunciada e iniciada, y ahora llegada a su plenitud: Será tarea del pueblo – y hoy de nosotros- reconocer a Dios, no por el conocimiento del saber, sino por la experiencia íntima de nuestra vida en Él.
Cuando Jeremías describe este encuentro, en israel no existe templo, ni rey ni sacerdotes ni culto. De nuestra parte, consideremos que es importante que hayamos llegado a este punto de tocar fondo, para sentir la necesidad apremiante de que venga a nuestro encuentro el Dios de amor, que abra nuestros corazones, que entre en lo íntimo de nuestro ser y escriba su ley de amor en nuestras entrañas. ¡Cómo nos inspira y anima el Salmo 50! Hoy nos estimula a pedir humildemente la purificación de nuestro corazón. Y será Dios mismo quien nos transformará espiritualmente. Volvamos ahora nuestra vista al eterno Hijo de Dios, que, encarnado en nuestra naturaleza, viene a ratificar la alianza nueva y definitiva, con la donación de Sí mismo. nos daremos cuenta de que el aparente fracaso de Jesús en el patíbulo de la cruz, resulta el definitivo triunfo, para Él y para nosotros, sobre todo espíritu del mal. el Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.