La Teja

“Se respira mucho sufrimient­o”

Valiente. sobrevivie­nte de accidente de los andes conversó con La Teja

- Yenci Aguilar Arroyo yenci.aguilar@lateja.cr

Carlitos Páez, uno de los 16 sobrevivie­ntes del accidente de avión de la Cordillera de los Andes, que ocurrió el 13 de octubre de 1972, habló largo y tendido con La Teja.

Páez visitó el país como invitado de la primera edición del VLA Tech Fest, una feria de empleo.

El sudamerica­no era uno de los 45 pasajeros del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en Chile.

Esta historia llegó de nuevo a la pantalla grande con la película “La sociedad de la nieve”, dirigida por el español Juan Antonio Bayona.

- ¿Cómo vive con sus hijos y nietos lo que le está pasando, a raíz de la película?

Lo que pasa es que mis nietas están enamoradas del actor que me representa (el argentino Felipe González Otaño), hoy (viernes) les mandé una foto de un cartel que está acá con mi imagen y no lo pueden creer. Todo el mundo está al pendiente, sobre todo los chicos jóvenes, preguntánd­ole a ellas sobre el abuelo, todos quieren tener un abuelo así y yo les digo, “¡qué absurdo!”.

La mayor tiene 20, otra 19 y una que cumple 18, las tres y sus novios son fanáticos de la historia, es una locura.

- ¿Cómo reaccionar­on sus nietas al ver la película?

Ellas vivieron el proceso de la película, lo vivieron de cerca, vivieron la filmación que se hizo en Uruguay y mi hija también estuvo muy cerca de mí todo el tiempo, ella me ayudó al inicio cuando comencé a dar conferenci­as, ella conoce todo.

- ¿Cuántas veces ha visitado Los Andes después del accidente?

He ido tres veces, una vez fui con cuatro nietos, mis dos hijos y 100 personas más. Todos querían conocer el sitio en donde estuvimos y no podían creer lo que vieron.

Mi hija me decía: “Papá, no puedo creer lo que viviste, que te quedaras acá por 72 días”.

Hace cinco años lo visité por última vez.

- ¿Cómo fue volver a ese sitio?

Se respira mucho sufrimient­o, la verdad está dicha y estando con mi familia, no podía usar el humor como mecanismo de defensa, entonces para mí fue duro.

Mi nieta mayor vivió de todo:

Carlitos Páez dice que ha ido tres veces al lugar del accidente.

la ilusión por hacer el viaje, el sacrificio por el recorrido a caballo, la nieve, la incertidum­bre, vivieron de todo.

- Además de mimado, ¿cómo era el Carlos de 18 años al momento del accidente?

No hacía nada, vivía cómodament­e, con amigos, una vida totalmente vacía. La cordillera me ayudó a darme cuenta de que tenía recursos desconocid­os. Hasta niñera tenía.

- ¿Es cierto que tuvo una premomició­n?

Eso fue antes de que nos encontrara­n. Se despertó Daniel Fernández y me dijo: “Carlitos, acabo de soñar que Fernando y Roberto han llegado a algún lado”. Le dije, “yo tengo la misma sensación”.

Pasé de la depresión a la euforia, porque tuve no sé qué clase

Carlitos (centro) tenía 18 años cuando ocurrió el accidente.

de mecanismo de optimismo, de que habian llegado a algún lado.

- Sus papás no pararon de buscarlo y se fueron a Chile y contrataro­n a un vidente, ¿es así?

Sí, era un vidente de Países Bajos. Todo este esfuerzo que hicieron ellos se contó en un libro, que se llama “Entre mi hijo y yo, la luna” y haremos una película sobre la búsqueda, estoy como productor, pero no actuaré en la película. Por como era mi padre, no me llama la atención, era así, un tipo optimista, lo que hizo papá era de locos.

Mi madre era una loca, porque fue la que incentivó a irme a buscar, ella tenía la sensación de que estaba vivo.

- ¿Qué sintió cuando le entregaron dos cartas en el momento de su rescate?

Esas cartas me las entregó el rescatista. Una de ellas dice: “Querido Carlitos Miguel, como ves, nunca te fallé. Te espero con más fe en Dios que nunca. Mamá llega ahora no más a Chile. Un abrazo, el viejo” y ahí me di cuenta de que papá estaba detrás de la historia.

Y la segunda, que nos entregó a todos, con un avión dibujado es: “Hola, chicos, acá les mando un helicópter­o como regalo de Navidad”, porque era el 22 de diciembre.

- ¿Cada cuánto se reúnen los sobrevivie­ntes?

Estamos en constante comunicaci­ón. Nos vemos todos los 22 de diciembre, nuestros hijos y nietos y cada 13 de octubre hay una misa, por los que murieron.

- En la película se ve que comen restos humanos, hasta los huesos, ¿así pasó en la vida real?

Así pasó. El ser humano se va acostumbra­ndo. No es el hambre que sentís ahora de comerte un sándwich, es el hambre de que si no comés, no sobrevivís y después te vas acostumbra­ndo a la situación.

Desde el primer día no tuve problema en hacerlo, no fue un tema que me complicó.

- ¿Qué significa la Luna para Carlitos?

Es el vínculo que teníamos con la sociedad. No teníamos redes sociales, era lo que miraba, era lo que miraba mi madre al mismo tiempo.

- ¿Cómo prefiere llamar usted a lo ocurrido?

El episodio de los Andes, porque al final triunfó la vida, no lo veo como milagro, porque hubiera sido que apareciéra­mos todos vivos.

- ¿Qué no hubiera hecho diferente en esos 72 días?

No hubiera esperado diez días para tomar la decisión de alimentarn­os de los restos humanos, lo hubiera hecho antes, porque no es el gran tema de la historia.

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JOHN DURAN
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