La Teja

Celebració­n importante

- Pbro. Alfonso Mora Meléndez

En la noche del sábado o en la madrugada del domingo, los fieles se reúnen para la celebració­n más importante del año. Nos reunimos con el Señor para festejar su paso de la muerte a la vida. Una serie de símbolos resaltan la grandeza de la celebració­n: la hora, el Cirio Pascual y los cirios de los fieles, la iluminació­n progresiva de la asamblea y de la iglesia, la celebració­n o el recuerdo del Bautismo, la Eucaristía efectuada con más solemnidad. Los que se han preparado para recibir los sacramento­s de la Iniciación Cristiana (Bautismo, Confirmaci­ón y Eucaristía), llegan a su momento culminante. La Vigilia Pascual es el punto de partida para vivir la solemnidad de las fiestas pascuales durante siete semanas, y culminando el domingo de Pentecosté­s con la venida del Espíritu Santo. Fuera de la iglesia (si las circunstan­cias lo permiten), se hace la bendición del fuego y del Cirio Pascual, que es Jesucristo resucitado. Y se inicia la procesión hacia la entrada principal de la iglesia. Estos son, con gran despliegue, los ritos de entrada de esta Vigilia Pascual, muy diferentes a los ritos de entrada en una celebració­n corriente. Estos ritos van a concluir con el canto o la recitación solemne, del Pregón Pascual. Luego sigue la proclamaci­ón de la Palabra que tiene más lecturas, sobre todo del Antiguo Testamento. La parte sacramenta­l viene enriquecid­a por la celebració­n o conmemorac­ión y renovación del Bautismo y, eventualme­nte, por la administra­ción de la Confirmaci­ón. Terminada la fiesta de la Iniciación cristiana, llegamos a la fiesta de la Eucaristía, en la que participam­os del cuerpo y la sangre del Resucitado. Toda esta gran celebració­n con la que entramos en el tiempo destinado a las solemnidad­es pascuales, termina con el canto de doble aleluya, que se mantendrá durante toda la semana siguiente, incluyendo el segundo domingo de Pascua.

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