Otra forma de amar
En estos tiempos modernos, donde tanto papá como mamá deben salir a trabajar, dedicar por lo menos media hora al día para dar masajes y caricias de amor al bebé fortalecerá su vínculo afectivo.
El tacto es un elemento muy poderoso. Es un medio de comunicación primario del ser humano y el primer sentido que entra en funcionamiento cuando nace el bebé, que le permite explorar para descubrir donde termina su propio cuerpo y donde inicia su mundo exterior. A través del tacto se activan las endorfinas y se segregan la oxitocina y la prolactina, hormonas que causan en nuestro organismo sensación de bienestar, placer y seguridad.
De ahí que el masaje infantil brinda múltiples beneficios al bebé y a sus padres. Uno de los más importantes es expresar amor y fortalecer el vínculo afectivo y el apego entre ellos, esa conexión cercana y amorosa que se inicia en la madre desde que tiene a su hijo en el vientre y en el padre desde el momento en que lo carga en brazos, y continúa a lo largo de sus vidas, por siempre.
Durante la sesión de masaje, el bebé tiene contacto físico con la madre o el padre que se lo brinda y además comparten miradas, sonrisas, palabras cariñosas y tiempo de atención de calidad. Ese tipo de experiencias afectivas y sensoriales le permiten a padres e hijos conocerse mutuamente mediante el lenguaje corporal, juegos y cuidados diarios y fortalecen los sentimientos de proximidad, cariño y deseos de protección al nuevo ser. Además, brinda seguridad y confianza al bebé y lo faculta para adaptarse al medio externo que le rodea, con sus implicaciones emocionales, de aprendizaje social, estructuración de la personalidad y desarrollo cognitivo.
EL MASAJE INFANTIL AYUDA A QUE PADRES E HIJOS SE RELAJEN Y OLVIDEN EL ESTRÉS QUE GENERA LA VIDA COTIDIANA, A LA VEZ QUE SE CONECTAN A NIVEL EMOCIONAL.