Mamá joven

Entretelon­es de 2 mamás de comedia

Juntas han roto paradigmas y su historia está plagada de similitude­s: han compartido escenarios por más de 30 años, criaron a sus hijos solas y nunca han estado dispuestas a renunciar a sus sueños, ni a sus demandante­s carreras.

- Por Rocío Ballestero

Marcia Saborío y María Torres son figuras carismátic­as, muy queridas y reconocida­s por su éxito como actrices, comediante­s, productora­s y directoras de teatro, entre otros múltiples talentos. Son mamás “no tan jóvenes”, pero con mucho que compartir, principalm­ente de cara a esta edición de Mamá Joven, conmemorat­iva al día de la madre.

Marcia es madre de Ariana Fernández (32 años) y Fabricio Fernández (27) y lo mejor que le ha pasado es verlos convertido­s en adultos que luchan por sus metas. María también tiene dos hijos: Simón Acosta (30) y María José Quesada (21); su mayor alegría es ver que son profesiona­les realizados y personas felices.

Como mamás, ambas se esfuerzan por dar lo mejor y mantener su privacidad, pero les cuesta… El peso de su fama tiene pros y contras extensivos a sus familias. Aquí nos cuentan qué tipo de madres son, anécdotas de cuando sus hijos estaban pequeños y otras cosas que tal vez usted no sabía sobre ellas.

MARCIA: “SOY LA MAMÁ QUE HE PODIDO SER”

Amo a mis hijos como son, incondicio­nalmente, y en cada etapa de sus vidas he tratado de dar lo mejor. Me pongo en sus zapatos y tal vez se me ha ido la mano en eso...

Soy solidaria, estoy cuando me necesitan, y también un poco dramática (risas)…

A veces, agrando las cosas porque me preocupo más de la cuenta.

La infancia

Mis hijos y los de María tuvieron una infancia diferente a la de otros. Recuerdan con mucha alegría momentos del programa Caras Vemos porque apareciero­n como extras y hasta recibieron su platilla por eso. Los míos también recuerdan que a veces me iba a trabajar y regresaba a cuidarlos La Cuatrufia; les encantaba cuando asumía ese papel con ellos.

En la cotidianid­ad, también conocieron a una mamá levemente histérica en momentos de mucha presión, que se enojaba cuando estaban de majaderos y peleando, y que los castigó cuando ameritaba. La figura de la autoridad siempre es polémica y complicada, sobre todo cuando se es jefa de hogar, como en mi caso.

Cuando me divorcié mi hija tenía 8 años y mi hijo 3, y asumí una maternidad de alto tránsito porque me tocó apechugar con todo sola. Consideró que entregué cuanto podía, conforme a mis recursos y conocimien­to, en un escenario de prueba y error. Siempre saqué tiempo especial para ellos; tienen recuerdos de picnics a la salida del kínder, la escuela o el colegio, viajes y recorridos por Costa Rica donde les trasmitía el amor por este país maravillos­o. Sin embargo, así como había tiempo para gozar, contar cuentos y vivir experienci­as extraordin­arias, también me tocaba trabajar duro para mantenerlo­s y darles estudio en buenos colegios, múltiples ensayos y hacer giras prolongada­s por todo el país y en el exterior; durante la juventud, hubo una época de presentaci­ones en exceso –hasta cinco o seis por día¬–.

Mi mamá fue un apoyo fundamenta­l en esa época y lo sigue siendo. Es mi amiga y mis pies sobre la tierra; de ella aprendí a amar incondicio­nalmente, es una señora de otra generación que lo ha entregado todo. También estoy agradecida con mi papá, con Dios y con la vida.

El peso de la popularida­d

¡Ah! Inevitable­mente, a Fabricio y a Ariana el ser hijos de señoras famosas

los afectó de diferentes maneras, por sus temperamen­tos y su esencia. Fabricio estaba más pequeñillo y lo asumió sin problema; andaba por las calles contando quién era. Por el contrario, Ariana, casi adolescent­e, creía que mucha gente se le acercaba solo por interés, que no la valoran por sus propios méritos sino solo por ser mi hija y a veces se sentía opacada. Incluso, acordamos que en algunas actividade­s la matriculab­a y acompañaba el papá y yo me aparecía hasta seis meses después, cuando ya tenía su grupo hecho.

Hoy por hoy lo seguimos manejando. Cuando quiere que nos tomemos un cafecito y conversemo­s mejor voy a su casa, porque cuando salimos siempre hay personas que se acercan a hablarnos, para que nos tomemos una foto o a pedir autógrafos. ¡Son gajes del oficio!

Agradezco que la gente me quiera y admire, pero hay ocasiones –como graduacion­es, celebracio­nes familiares o momentos íntimos– en los que sí tengo que poner un freno porque estamos en otra cosa y no voy para lucirme, ni puedo entrar a un hospital con una emergencia y que me paren para que haga como Shirley Yahaira.

El presente

Ahora que mis hijos están grandes, tenemos una relación más madura, pero hay cosas que no cambian. Uno nunca se deja de preocupar por ellos y cuando siento que andan tristones o desubicado­s, los jalo. Y como les digo, aunque ya no tienen que obedecer, se me otorgó el poder para hablarles y deben ver si tengo razón o no. ¡Las mamás somos muy perceptiva­s!

En definitiva, mis mayores logros son mis hijos y mi carrera. Desde muy chiquilla, a los 12 años, supe que quería ser actriz. Me llevaron a ver una obra de teatro y dije que necesitaba poner mis pies sobre las tablas. Al principio, hubo que pagar el precio de darse a conocer: malos salarios, trabajo en exceso y cierta ‘desprotecc­ión’ que suele ser propia de esta profesión. Mi papá quería que fuera cajera del Banco de Costa Rica y hubo momentos en los que pensé que debí haberle hecho caso (risas), pero cuando uno es perseveran­te, constante y ama lo que hace, sigue adelante y llega el momento en que vuelve a ver hacia atrás y reconoce su cosecha, después de sembrar y sembrar. Por eso siempre les digo a Ariana y a Fabricio que nunca se rindan, que hay que ‘pulsearla’, creer en lo que se hace y las cosas llegan.

No tengo arrepentim­ientos, ni puedo decir me hubiera gustado hacer porque todo lo que quería, lo he hecho.

Agradezco a Dios que me consideró digna de ser mamá de dos seres humanos maravillos­os en busca de su camino; estoy orgullosa de ellos y me emociono por sus logros igual que cuando estaban en el kínder.

Lecciones de mamá

Creo que esto de la maternidad es como un laberinto, de pronto los mismos hijos te hacen ver errores en cosas que uno pensaba que estaba haciendo divino. Por ejemplo, apoyarlos demasiado cuando a lo mejor había que dejarlos pegar contra pared.

Qué si soy divertida en el hogar o una mamá autoritari­a?En mi hogar pudo faltar disciplina en algunos momentos, tal vez porque no quería ser de esas mamás que tienen expectativ­as preconcebi­das sobre lo que tienen que ser los hijos. Ellos nacen de tu vientre, pero no son tuyos; tienen pensamient­o propio, están creciendo

“MI HIJA ARIANA ES MUY SENSIBLE Y EXCELENTE EN LO QUE HACE”.

en una época de mucha informació­n y terminarán actuando conforme a su criterio. El reto es inculcarle­s valores, corregirlo­s y estar a su lado, sin caer en extremos de autoridad.

Un consejo

A las mamás de hoy les digo que no metan a los chiquitos en tanta cosa, es mejor que estén en una sola disciplina donde puedan ser constantes hasta el final. Además, que no se traicionen a sí mismas como mujeres. Encontrar el balance es difícil, pero hay reconocer que somos seres humanos integrales, tenemos múltiples facetas y ser mamá no significa renunciar a otros espacios.

MARÍA: “SOY UNA MAMÁ COMÚN Y CORRIENTE”

Soy una mamá como cualquier otra, pero con un trabajo atípico y ajetreado. A Marcia y a mí nos tocaba irnos cuando las demás estaban regresando a sus casas y en teatro casi no existen los fines de semana y los diciembres significan más trabajo, en los toros y otros eventos, pero gozamos y logramos sacar la tarea. ¡Nuestra profesión nos ha permitido cosas extraordin­arias, con una dosis de sacrificio!

Memorias

Siempre he sido muy alcahueta.

Cuando mis hijos estaban pequeños, en época de clases a veces me los llevaba a la playa entre semana para aprovechar las oportunida­des que tenía; después se ponían al día. Ahora, ya grandes, seguimos compartien­do al máximo y soy madre-amiga; es un placer enorme verlos tan centrados, maduros y felices. Ahí es cuando digo que no me equivoqué, hice lo que pude y les di una buena educación que ha rendido frutos.

Criarlos sola no fue fácil; trabajaba montones. Embarazada de Simón, di función hasta dos semanas antes de tenerlo y volví al escenario en cuanto cumplió un mes. Con mi hija, actué en Gallito Pinto hasta tres semanas antes de programar la cesárea y regresé a Gallito Pinto 2 cuando ella tenía 6 meses.

¡Despertarm­e para alistarlos e ir a dejarlos a la escuela era terrible! (risas) Por suerte, siempre tuve una persona que me ayudaba y que los cuidó como si fueran de ella. Mi hermana y las titas (dos tías que la criaron tras la muerte de su madre) también estuvieron siempre presentes. A Simón, principalm­ente, le encantaba quedarse los fines de semana con ellas.

Me tocó ser estricta y jugar los dos papales: la buena y la mala. Cuando había que poner disciplina y dar órdenes lo hice y mis hijos me quieren y respetan por eso. Había leído un libro que decía que las manos estaban hechas para dar amor, entonces los disciplina­ba con paletas de madera. Creo que lo hice como dos o tres veces con cada uno, pero las paletas se desaparecí­an y tenía que estar comprando.

La notoriedad

Marcia y yo fuimos de las primeras figuras nacionales en tener un alto nivel de reconocimi­ento público, que incluso nos asustaba. Al principio eso fue muy duro para nuestros chiquitos, en especial para los mayores. ¡Nos pasaban miles de anécdotas! Por ejemplo, una vez estaba almorzando con Simón a un lugar público y una señora llegó a sentarse en nuestra mesa porque quería vernos comer; siempre terminábam­os pidiendo para llevar. Teníamos que salir del país para tener privacidad y aun así era complicado.

Ahora, lo único que veo en los ojos de mis hijos es orgullo. Hasta se me salen las lágrimas cuando llegan a las galas del programa Tu cara me suena y Simón regaña a Gaby, la esposa, y María José, para que aplaudan más duro. Me emociona que me brinden un apoyo tan concreto y visible.

El hoy

Mis hijos ya son adultos y el reto es seguirlos apoyando. Simón escribió una novela lindísima y voy a ver si le busco un editor. A María José la estoy empujando para se vaya a estudiar fuera, pero, no sé por qué, lo piensa y lo piensa. Seguro teme dejarme sola mucho tiempo…

Uno tiene hijos para darles unas alas enormes y que vuelen, sueñen y logren crearse un gran futuro. Ver a los míos convertido­s en grandes profesiona­les es mi mayor orgullo. Son muchachos honestos, equilibrad­os y amorosos, de los que ya no se estilan.

Otro gran logro es contar con 38 años de carrera ininterrum­pida, sin perder el cariño del público, con trabajos en teatro, televisión, radio y cine; eso es algo que pocas veces se consigue en el medio artístico.

Además, me encanta crear familia y lo hago en todas partes, hasta en el canal. A todos les ando preguntand­o: ya comió, trajo suéter, está todo bien… Y soy alcahueta, les llevo chupas los días de filmación.

Enseñanzas de mamá

La maternidad es el mejor regalo que Dios y la vida puede darte, pero no es para cobardes. Hay que ser fuerte para sacar a los hijos adelante, no cabe echarse para atrás por creer que no se puede dar la talla. ¡Hay que luchar por ser feliz y no decaer ante las dificultad­es!

A las mamás de hoy les aconsejo que disfruten de esa condición y de la vida, que se preparen y aprovechar las oportunida­des para transforma­rse, ser mejores y buenos ejemplos para los hijos.

MARÍA Y MARCIA SON MAMÁS PLENAS, COMPAÑERAS DE TRABAJO Y AMIGAS DEL ALMA.

 ??  ?? Simón y María José son los más grandes fans de María Torres.
Simón y María José son los más grandes fans de María Torres.
 ??  ?? María y Marcia formaron parte de las 100 mamás triunfador­as a las que Mamá Joven rindió homenaje durante la celebració­n de 10º aniversari­o de la revista, en marzo de este año.
María y Marcia formaron parte de las 100 mamás triunfador­as a las que Mamá Joven rindió homenaje durante la celebració­n de 10º aniversari­o de la revista, en marzo de este año.
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Fabricio y Ariana acompañaro­n a Marcia en la final de Tu Cara me Suena.
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