Trucos para construir una buena imagen
La forma cómo nos perciben los demás determina nuestro éxito o fracaso en cada uno de los ambientes en los que nos desenvolvemos, día con día.
Si usted es de las que piensa: así soy yo y no me importa lo que crea la gente de mí, déjeme decirle que está cometiendo un gran error y hasta puede estar cavando su propia tumba personal, social y hasta profesional. La mayoría de las personas son totalmente visuales y, por ende, es inevitable que se formen una imagen de nosotros con base en su percepción y que tomen decisiones conforme a ello. Así las cosas, más nos vale moldear en forma positiva esa apreciación.
Para lograr una buena imagen personal, lo primero es ser coherente con lo que somos y con lo que tenemos. Es decir, no se trata de aparentar, sino de ser realmente eso que decimos que somos y mostrarnos auténticas en todo momento y lugar. De ahí la importancia de conocernos bien y respetar profundamente nuestra esencia, personalidad, valores, principios, educación y manera de ser, entre otros aspectos.
Por otra parte, la imagen es dinámica y debe adecuarse a las diferentes circunstancias en las que nos encontremos. Ya sea que estemos en una fiesta, un paseo campestre o en medio de una junta de trabajo, un objetivo a lograr es nunca perder el estilo, ni la compostura y que, por más que nos estemos divirtiendo, no dejemos de ser esa persona elegante y con aplomo que nos interesa mostrar a los demás, en cualquier circunstancia.
La relatividad de la imagen nos dice también que es imprescindible ponerla en concordancia con las necesidades de las personas que tengamos a nuestro alrededor. Por ejemplo, si usted tiene un puesto ejecutivo, una jefatura o simplemente se encuentra dentro de una estructura organizacional horizontal, sus actitudes y objetivos deben ser los que su grupo espera de usted.