Ya no es 2005
Al igual que en el mundo fuera de línea, los legisladores deben encontrar un equilibrio entre la seguridad y la libertad. Especialmente después de ataques, cuando los gobiernos quieren ser vistos actuando, pueden estar tentados a imponer prohibiciones generales en los discursos. Sin embargo, más bien deberían buscar figurar por ser transparentes y puntuales sobre lo que es ilegal, lo cual también ayudará a las plataformas a lidiar con las publicaciones de manera rápida y consistente. Incluso entonces, el umbral entre la libertad de expresión y la incitación será difícil de definir. El objetivo deberá ser traducir normas legales que aplican fuera de línea al dominio cibernético.
Antes de que los legisladores se precipiten, también necesitan pensar en las consecuencias no deseadas. Si las empresas de Internet se ven amenazadas con multas, pueden simplemente eliminar todos los contenidos marcados, por si acaso. Regulaciones que requieran de cuantioso personal para deshacerse de las publicaciones ofensivas dañarán más a las compañías emergentes, que no podrán costearlo. Las leyes que obligan a tener "puertas traseras" criptográficas en las aplicaciones de mensajería populares debilitarían la seguridad de los usuarios inocentes. Los malhechores se cambiarían a alternativas no reguladas en países que probablemente no ayudarían a los gobiernos occidentales. Por lo tanto, sería más difícil de detectar para los servicios de inteligencia.