Guatemala se esfuerza, pero no avanza
El país todavía enfrenta serias debilidades en seguridad, educación y nutrición.
EL PAÍS TODAVÍA ENFRENTA SERIAS DEBILIDADES EN SEGURIDAD, EDUCACIÓN Y NUTRICIÓN.
CHILE, COSTA RICA, URUGUAY Y ARGENTINA ESTÁN ENTRE LOS PAÍSES CON PROGRESO SOCIAL ALTO.
Los resultados del Índice de Progreso Social (IPS) 2017 ponen de manifiesto rezagos muy importantes para el desarrollo en Guatemala. A nivel mundial, ocupa el puesto 84 entre 128 países, con 62,62 puntos de 100 posibles. Esto lo ubica como el penúltimo de Latinoamérica y en América Central está solo por encima de Honduras. Pese a que la ruta hacia el cambio está establecida, en los últimos cuatro años, sus esfuerzos por mejorar los índices sociales no han dado mayores frutos y ha perdido lugares en los rankings mundiales que miden el desarrollo social como el IPS, que compara el desempeño de las naciones y revela tendencias globales, regionales y nacionales en esa materia.
El retroceso marca su tendencia. En 2014
ocupaba el puesto 76, en 2015 baja al 79, en 2016 cae de nuevo hasta el lugar 87 y solo este año logra una leve mejoría, al ubicarse en el puesto 84. Registrar crecimiento económico y una macroeconomía estable no ha sido suficiente para garantizar una mejor vida para sus ciudadanos. Figura como la nación centroamericana con las tasas más altas de crímenes violentos, mortalidad infantil, muertes por enfermedades infecciosas y analfabetismo, junto con carencias en el acceso al saneamiento mejorado y la educación básica. En seguridad, por ejemplo, ocupa el puesto 124, en acceso a educación superior el 108, en nutrición el 99 y en acceso a educación básica el 97.
“Guatemala es la economía más grande de América Central, pero no ha invertido en los temas sociales y ambientales. No les ha dado prioridad a estos sectores que, definitivamente, también generan competitividad y progreso económico”, asegura Sebastián Solís, director ejecutivo del Instituto de Progreso Social.
Fortalezas y esfuerzos
El IPS está formado por 52 indicadores y ayuda a identificar fortalezas y debilidades que permiten priorizar y focalizar intervenciones sociales.
En el caso de Guatemala no todo es negativo. Es número uno a nivel mundial en tolerancia religiosa, libertad de religión y suscripciones a telefonía móvil; mientras que en calidad del servicio eléctrico está en el puesto 33 y en libertad de decidir sobre su vida en el puesto 36. “En los próximos cinco años también se avizora un cambio positivo en lo relacionado con la corrupción. Se espera que los recursos del Estado se destinen a estos sectores más vulnerables, que es donde se necesita”, agrega Solís. Para avanzar, se propone un esfuerzo de nación, donde todos los sectores se involucren, y pasar de un modelo de asistencialismo a uno participativo, en que cada ciudadano ayude a generar progreso social en su localidad.
“El país tiene un crecimiento económico estable y una macroeconomía que nos permite tener un progreso social mucho más importante del que tenemos actualmente. Como sociedad tenemos que trabajar en conjunto, a nivel multisectorial: gobierno, sociedad y academia, para generar políticas concretas, sobretodo en educación, seguridad y acceso a salud, así como en tolerancia e inclusión. Somos de los cinco países más intolerantes hacia los migran-
EL PRINCIPAL REZAGO DE LA REGIÓN ES LA SEGURIDAD PERSONAL, EN ESPECIAL EN HONDURAS.
tes y a las minorías existentes en el país”, puntualiza Macarena Corlazzoli, directora de Proyectos Locales del Instituto de Progreso Social.
Panorama regional
De acuerdo con Víctor Umaña, director del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (CLACDS) de INCAE Business School, América Central está por encima del promedio global, pero dicha comparación tiene poca aplicación práctica. Esto debido a que la región está polarizada en términos de progreso social, ya que hay países que se separan del resto. Costa Rica –IPS alto– y Panamá –IPS medio alto– viven una realidad diferente a la de Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, que tienen un IPS medio bajo. Esas diferencias están marcadas por desigualdades en ingresos y por una manera distinta de hacer las cosas, la cual no es de hoy, sino que tiene raíces coloniales.
“La frontera del conocimiento está ahí precisamente, en saber cuál es y cuáles han sido esas políticas, esas mejores prácticas. Por ejemplo: buenas instituciones, democracia, independencia del poder judicial, oportunidades económicas para todos y seguro social. En fin, hay muchas cosas que contribuyen a eso”, agrega Umaña.