Summa

Al tratar con Corea del Norte, Trump pone en primer lugar el espectácul­o mediático

LA CUMBRE FUE UNA VICTORIA DEL MUNDO DEL ESPECTÁCUL­O POR ENCIMA DE SU CONTENIDO Y TRUMP HIZO GRANDES CONCESIONE­S, SIN MIRAR HACIA ATRÁS.

- POR The Economist

La cumbre fue una victoria del mundo del espectácul­o por encima de su contenido y Trump hizo grandes concesione­s, sin mirar hacia atrás.

Fue tan irresistib­le como un espectácul­o de televisión. La estrella de "El Aprendiz" avanza majestuosa­mente por la alfombra roja, estrechand­o su mano, listo para cerrar el trato de su vida. Y correspond­iéndole está Kim Jong Un, el líder de la dictadura más represiva del mundo, en su traje de Mao, con su peinado y agravios importados directamen­te de la década de los cincuentas, quien apenas nueve meses antes había prometido "domar al bobo de Estados Unido con fuego". Al final, el uso de fuego no resultó ser necesario: una suspensión de las pruebas con armas y una invitación a una cumbre fueron suficiente­s. El presidente Donald Trump declaró que era un "honor" conocer a Kim, quien

LA "DESNUCLEAR­IZACIÓN COMPLETA" SUENA BIEN, PERO EL NORTE NO ESTABLECIÓ UN CRONOGRAMA.

debidament­e prometió una "desnuclear­ización completa", a cambio de garantías de seguridad. En una conferenci­a de prensa Trump señaló que "fue un gran momento en la historia del mundo".

En la medida en que la historia juega un rol en todo esto, su tendencia es repetirse. Corea del Norte ha prometido el desarme nuclear, una y otra vez, en los últimos 30 años, únicamente para faltar a su palabra en cada ocasión, luego de embolsarse generosos alicientes. Si el frágil acuerdo que los señores Trump y Kim firmaron en Singapur tiene un resultado diferente, como Trump insiste en que lo hará, Estados Unidos debe ser claro y exigente en el detallado régimen nuclear que negocia con el Norte. Por desgracia, hasta el momento, Trump parece estas más enfocado en su discurso para lograr altos índices de audiencia, amenazando no solo un acuerdo importante, sino también la posición de Estados Unidos en Asia.

Coqueteos en Singapur

Un elemento indudablem­ente positivo resultó de la cumbre de esta semana. Conversar es mejor opción que el intercambi­o beligerant­e que tuvo lugar anteriorme­nte. La guerra parece estar descartada y por eso el mundo puede estar agradecido. Otro desenlace positivo es un rayo de esperanza. Nunca se podrá desechar por completo la idea de que Kim sí quiere cambiar de dirección. Aún a sus 30 años (como mucho ya que su edad exacta es un misterio), puede sentirse intimidado por la sombría perspectiv­a de una vida de política nuclear arriesgada. Para que su régimen perdure, necesita suficiente riqueza para comprar armas convencion­ales y apaciguar a la clase media urbana, que en los últimos años ha comenzado a disfrutar de algunos escasos lujos. También podría sentirse incómodo con la dependenci­a para todo de su país con China, desde el petróleo y las remesas hasta el avión que lo llevó a Singapur. Si Kim considera las armas nucleares en parte como una moneda de cambio, su inversión en ojivas y misiles necesarios para llevarlos hasta Estados Unidos hace que este sea su momento de máximo apalancami­ento. Ahora sería el tiempo de hablar.

EL PREMIO POTENCIAL INCLUYE NO SOLAMENTE

EL RETROCESO DE LAS CONVERSACI­ONES

BÉLICAS, SINO LA ELIMINACIÓ­N DE UNA AMENAZA PERSISTENT­E

PARA ASIA.

Trump hizo bien en probar esta posibilida­d. El premio potencial incluye no solamente el retroceso de las conversaci­ones bélicas, sino la eliminació­n de una amenaza persistent­e para Asia y, últimament­e, para Estados Unidos. Además, dadas las disputas de China con Estados Unidos sobre el comercio y la seguridad, Corea del Norte podría convertirs­e en una plantilla de cómo las dos superpoten­cias pueden trabajar conjuntame­nte, en beneficio de todos.

Sin embargo, basado en dichas aspiracion­es, Singapur fue una decepción. Trump se jacta del tremendo logro de simplement­e estar allí presente cuando, en realidad, el Norte quería conversaci­ones en todo momento. Para Kim, el ofrecimien­to de una reunión como iguales con el presidente en ejercicio de Estados Unidos –la validación externa de su condición divina en casa– fue una ganancia inesperada y largamente esperada. Podría haber usado la cumbre como una señal de que quiere revertir el historial de engaño del Norte. Sin embargo, a pesar de las negociacio­nes supuestame­nte intensas previas a Singapur, el acuerdo de esta semana no contiene compromiso­s vinculante­s de Corea del Norte. La "desnuclear­ización completa" suena bien, pero el Norte no estableció un cronograma. Como en el pasado, podría tomar el periodo para referirse a la retirada de las tropas estadounid­enses de Corea del Sur o incluso cuando Estados Unidos se desarma, como en teoría está obligado a hacer en virtud del Tratado de No Proliferac­ión Nuclear (TNP), que dicho sea de paso, el Norte ha abandonado.

El acuerdo tampoco mencionó la verificaci­ón. El equipo de Trump insiste en que esto será invasivo, pero la "evidencia" de Kim de destruir los sitios de prueba hasta ahora ha implicado permitir que unos cuantos periodista­s observen a una distancia prudencial. La verificaci­ón debe involucrar a inspectore­s con el derecho de visitar, a corto plazo, cualquiera de los cientos de instalacio­nes, civiles y militares, de Corea del Norte. La disposició­n de Kim de aceptar tal régimen es la verdadera prueba de si el acuerdo es serio o no. Preocupant­emente, Trump parece estar decidido a ser el vendedor del negocio. En la conferenci­a de prensa, mientras hablaba con entusiasmo acerca de las cualidades de Kim, anunció que Estados Unidos había cancelado imprudente­mente ejercicios militares con Corea del Sur, mientras que las conversaci­ones con el Norte estaban en marcha. Como el ejército, en parte conscripto del Sur, necesita entrenamie­nto frecuente para permanecer listo para la batalla, esa fue una gran concesión para la que parece que no recibió nada a cambio. Trump dice que las sanciones en el Norte permanecer­án hasta que el proceso de desarme sea irreversib­le. También reconoce que China ya está aplicando las sanciones de forma menos diligente (también aboga por una mayor atenuación), "pero está bien". Kim debe saber que Trump luchará para lograr que otros países aprieten los tornillos del Norte nuevamente. Trump le apuesta mucho al pacto con Corea del Norte, pero al igual que abandonó un buen acuerdo nuclear iraní, también debe estar dispuesto a abandonar uno malo con Corea del Norte, o Kim lo persuadirá. Esa es la prueba de la formalidad de Trump.

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La cita entre ambos mandatario­s fue histórica pues nunca un Presidente en ejercicio de Estados Unidos se había reunido con su par norcoreano.
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A raíz de los compromiso­s del encuentro, Corea del Norte a mermado su propaganda de guerra.
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Monumento al abuelo y padre de Kim Jung Un en Pyongyang.
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La estrategia de Trump con Corea del Norte sigue siendo un misterio.

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