Arte por Excelencias

CUCURUCHO VALDÉS CON LOS PIES SOBRE SU TIERRA

- JOSÉ LUIS ESTRADA BETANCOURT

Nieto de Bebo, sobrino de Chucho y María Caridad, e hijo de Miriam, lo más seguro es que muy pocos le hubieran perdonado a Cucurucho Valdés que se apartara de la senda de aquellos llamados a dejar una huella en la cultura de esta isla. Pero criándolo con amor en abundancia y en medio de un ambiente eminenteme­nte musical, su familia se aseguró de que el niño no perdiera la brújula ni un solo segundo.

Así que cuando Roberto Carlos, el muchachito que asombraba a todos por su musicalida­d, ya estuvo listo para aprender de cuanto le rodeaba, lo matricular­on en la escuela Guillermo Tomás. «Es un don que uno trae intrínseco, en los genes, pero yo creo que el medio en el que me crié fue lo más determinan­te», asegura este extraordin­ario instrument­ista que dejó boquiabier­to a medio mundo con su ópera prima Ni antes ni después y ya se prepara para asestar otro golpe discográfi­co arrollador: Con los pies sobre mi tierra.

«Mi madre, Miriam, la luz que me ha guiado y me guía, no solo fue la primera que puso mis manos sobre las teclas de un piano, sino que además me estimulada para que no perdiera el interés por estudiar, por superarme, inundándom­e todo el tiempo de melodías. “Escucha esto”, me decía, y me atrapaba con la orquesta de mi abuelo, Sabor de Cuba, y sus arreglos para Benny Moré y para Nat King Cole… Era casi imposible que no eligiera esta profesión».

De manera que con nueve años ya era fundador de la Charanga Infantil de Guanabacoa (conocida popularmen­te como Los Aragoncito­s), «el proyecto creado por Manuel Valcárcel para enseñarnos a tocar todos nuestros géneros tradiciona­les, a la par que nos nutríamos en la escuela del legado que habían dejado para la humanidad Beethoven, Mozart, Bach…».

En el nivel elemental participó en un concurso nacional de piano, donde conquistó el tercer lugar, actuó en el Concurso Adolfo Guzmán de 1986, junto a su tío Chucho en un mano a mano que compartier­on con el maestro Frank Fernández y su hija Liana, y la orquesta Irakere de fondo. A los 11 años tocó con la Aragón como pianista…, hasta que vino el momento de entregarse de modo absoluto al estudio, de prepararse a conciencia para hacer de la música clásica una aliada cercana.

«Agradezco de corazón que la exigencia fuera tan alta, al punto de que podías quedarte afuera después de siete intensos años. Pero así debía ser, porque la música clásica constituye la base, la plataforma… Ya para ese entonces estaba convencido de que defendería la música popular, pero sa-

bía lo que ese conocimien­to representa­ba, así que me la bebí sediento», confiesa.

El jazz le llamó su curiosidad en el prestigios­o Conservato­rio Amadeo Roldán, y gracias a él realizó su primera gira internacio­nal a Múnich, con la notable cantante Mireya Escalante. Fue en Alemania donde le propusiero­n una beca para profundiza­r en su formación. «Permanecí por espacio de un año en Colonia, pero no aguanté más, el frío me llevaba muy deprisa. Sí, regresé pero más empoderado de la música clásica, aunque seguía con la mía como bandera».

Apenas tres meses después ya se contaba entre los integrante­s de la Charanga Habanera (1998), donde perdió al parecer para siempre su nombre, para empezar a conocerse en el universo artístico con el alias de Cucurucho. Y de la tropa

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 ??  ?? … debía partir hacia Dinamarca, donde me habían hecho una propuesta interesant­ísima, pero Formell me preguntó si me gustaría formar parte de Los Van Van, y yo, como buen cubano, no me negué al llamado de la patria.
… debía partir hacia Dinamarca, donde me habían hecho una propuesta interesant­ísima, pero Formell me preguntó si me gustaría formar parte de Los Van Van, y yo, como buen cubano, no me negué al llamado de la patria.

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