Arte por Excelencias

LUCÍA VOLVIÓ A PASEARSE POR GIBARA

UN FESTIVAL INTERNACIO­NAL DE CINE YA NO TAN POBRE

- JORGE FERNÁNDEZ ERA

Inmerso aún en las celebracio­nes por el aniversari­o 200 de la ciudad, Gibara acogió desde el 16 y hasta el 22 de abril otra edición del festival creado por el mítico cineasta Humberto Solás, quien más de una vez utilizó locaciones de este pueblo costero para plasmar en imágenes un universo creativo que representa buena parte de lo mejor de la identidad cinematogr­áfica de la nación cubana.

Otra es la realidad desde que Humberto se empeñara en hacer de esta comunidad, durante algunos días, foco de atención del mundo de los sets y las cámaras y del arte en general, y de convertir a sus habitantes en público y gestor de hechos artísticos diversos. Por eso su actual presidente, el actor y director Jorge Perogurría —el mismo de Fresa y chocolate— se empeñó en ampliar los horizontes de un evento que sobrepasa el estrecho marco de lo que puede considerar­se un cine pobre, y lo lanzó a la publicidad con una nueva denominaci­ón: Festival Internacio­nal de Cine de Gibara.

Sus organizado­res —con el incansable Rafael Rosales al frente—, sin olvidar los presupuest­os artísticos por los que luchó Solás para crearlo, reunieron en torno a ellos a un conjunto de creadores de disímiles manifestac­iones artísticas que defienden el arte revolucion­ario en el significad­o más cabal de la palabra, y que estuvieron en esos días entregando su talento ante el público gibareño. Qué festival en cualquier rincón del globo terráqueo no envidiaría la presencia de cantautore­s como Pablo Milanés, Pancho Céspedes, Kelvis Ochoa, Issac Delgado, David Torrens, David Blanco y Athanai, que sumados a los actores Imanol Arias, Victoria Abril —el Festival tuvo como país invitado de honor a España— y Benicio del Toro, así como a los cubanos Mario Balmaseda y Mario Limonta, a quienes se les dedicó un homenaje especial, hicieron de Gibara una nada desdeñable capital del arte mundial.

Dos Lucías de la emblemátic­a cinta de 1968: Adela Legrá y Eslinda Núñez, prestigiar­on con su presencia el evento. «¿Qué puedo yo decir de Humberto? —declaró Adela—. Humberto empezó conmigo… y terminó conmigo. Qué más orgullo que ese». Y Eslinda la secundó: «Estoy muy emocionada de venir una vez más a Gibara, la Gibara que nos enseñó a amar Humberto, la Gibara que nos abrió las puertas, que nos tendió las manos, que nos ha dado tantos momentos importante­s dentro del cine cubano». A ambas, y a la familia Solás, le fueron entregados los Premios Honorífico­s Lucía, que a partir de la presente edición se incorporan a los galardones.

A contrapelo de lo que representó para Gibara la presencia de Benicio, Imanol y la no menos carismátic­a Victoria Abril —comprometi­da en lo adelante a ser «madrina» de posteriore­s citas—, la etnóloga Natalia Bolívar se robó el show con su conversato­rio «El Taguabo de Gibara. Homenaje a Manuel Galván». «Con esta sencilla conferenci­a —expresó la autora más seguida por los lectores cubanos— queremos homenajear al Maestro Galván, quien bajo las orquídeas del jardín, y con el recuerdo de su Villa Blanca y de la mano de Taguabo, el 7 de julio de 2011 tocó su melodía eterna y aún hoy permanece libre en el susurro del aire, en el arrullo del mar, en el aroma de la tierra y en la armonía de sus amigos y de su ciudad natal Gibara».

¿Un Festival Internacio­nal de Cine en una comunidad pesquera de un país en desarrollo? A una pregunta como esta Jorge Perugorría hubiera podido responder con sus palabras en la inauguraci­ón: «Al igual que Humberto Solás, creo en el po-

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Jorge Perugorría (Diego) y Vladimir Cruz (David), una gran amistad desde Fresa y chocolate.

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