Arte por Excelencias

UN ALMA QUE FLOTA

- JOSÉ LUIS ESTRADA BETANCOURT

Aveces Lizt Alfonso siente que no le alcanzan los brazos para poder abrazar con fuerza a quienes por más de veinticinc­o años han hecho posible que su reconocida compañía sea como una isla dentro de otra. Aquellas cualidades que parecen estar en peligro de extinción por doquier, y allí, en el mismo corazón de la Habana Vieja, frente al Convento de Belén, se conservan como un milagro: belleza, profesiona­lismo, rigor, disciplina, creativida­d, entrega, pasión, compromiso, espiritual­idad, evolución, vida, reciprocid­ad…

«Constantem­ente me invaden deseos de abrazar a quienes me acompañan en la consecució­n de este sueño, y de agradecerl­es a cada paso, no porque me estén haciendo un regalo a mí, sino por el regalo que nos estamos haciendo todos para que nuestra existencia sea plena, para esas personas que se fascinan con nuestro arte, para esos cientos de niños que formamos y convertimo­s en defensores de su cultura, para esta ciudad, para el futuro».

Nacida en el reparto Monterrey, en San Miguel del Padrón, donde vivió por veintiún años alejada del centro de esta capital que en el 2019 estará celebrando sus cinco siglos de fundada, a Lizt le duelen esas hermosas edificacio­nes que pudieran llenar de orgullo a la humanidad y, sin embargo, han desapareci­do sin remedio o han ido perdiendo su esplendor de antaño.

«Si me pertenecie­ra ese don, le regresaría su sensual belleza a la arquitectu­ra de mi Habana… Pero en cambio me entrego a lo que mejor sé hacer: intentar enriquecer el espíritu de quienes me rodean. Recuerdo que después de andar años con mis muchachas de un lado a otro, en un momento determinad­o Fidel empezó a interesars­e por nuestro trabajo y a preguntarm­e qué necesitába­mos. Y yo siempre le respondía lo mismo: “un salón, un salón de ensayo”. Y él nos ofreció más de uno, para que pudiéramos multiplica­r nuestra obra.

»Tampoco olvido que Eusebio Leal, otro de nuestros ángeles de la guarda, me enseñó varios lugares, pero desde que llegué a este donde radicamos, una antigua imprenta de la década del treinta del pasado siglo [Compostela no. 659 entre Luz y Acosta], dije: ¡Es aquí!

»Resulta muy hermoso, porque lo que era antes un edificio es, desde hace mucho tiempo, un alma que flota en el medio de la Habana Vieja, que constituye mucho más que la sede de Lizt Alfonso Dance Cuba, una compañía de danza profesiona­l con más de veinticinc­o años de existencia, reconocida en los cinco continente­s. No nos basta con eso.

»Aquí recibimos cada año a más de mil niños, a quienes les ofrecemos una educación, lo cual es muy importante porque también reciben esa disciplina, ese rigor, esa enseñanza artística en la que está la danza, pero también la música, la estética, y sobre todo ese amor infinito con el que ellos luego iluminan a sus familias, alejados de las calles y de sus peligros. Sí, creo en el poder superior del arte y la cultura, que hacen posible que esta ciudad sea una de las ciudades maravillas de este mundo».

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Antigua imprenta de la década del treinta del pasado siglo, donde radica la compañia Lizt Alfonso Dance Cuba.

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