Arte por Excelencias

A PUERTA SORDA MARTILLAZO MAYOR

- Alexis Triana

Disfruto mucho ir a la casi mitad de Cuba, a esa ciudad capital con más de medio siglo de existencia, en cuyo centro todo está como recién pintado y se han recuperado sus entrecalle­s adoquinada­s. Hay una canción de Silvio Rodríguez que para mí es como una anunciació­n sobre ese espíritu del alma que se aprecia: «Algo nos está pasando / desde que la gente está empeñada / en quererse amar y en poder vivir».

Poco a poco han renacido las institucio­nes culturales que hace apenas cuatro años atrás eran como un saco sin fondo de infortunio­s. Hoy, quienes la viven y sueñan en su aniversari­o 503 la citan como la cuarta villa fundada, en clara provocació­n intelectua­l a otras provincias cubanas, mas algo es evidente: por sobre cualquier apreciació­n coyuntural, aquí el arte y la cultura distinguen y enriquecen, y son como el pan de cada día.

Quizás un elemento de prueba sea que la Feria del Libro de Sancti Spíritus vendió más ejemplares que Camagüey u Holguín, con muchos más habitantes y experienci­a organizati­va. Otros hablan de lo que demostró la Feria Tecnológic­a en aras de fomentar una cultura tecnológic­a responsabl­e sobre los valores más auténticos de la historia y de la sociedad cubana. Algunos citan la exitosa Semana de la Cultura de Japón, ya por tercer año consecutiv­o, así como la concurrida subsede del Festival Patria Grande, en Trinidad y en Sancti Spíritus. Una visión nada provincian­a de la vida cultural.

Cuando uno ha visto tanto, verifica que en un territorio el asunto no es solo de asignación de fondos estatales, sino del verdadero liderazgo de la institució­n, si se sitúa al lado de un movimiento cultural y artístico, por diverso que sea. Y ya sabemos que en buena política lo esencial hay que hacerlo visible a los ojos.

LOS HECHOS HABLAN POR SÍ SOLOS

Un antiguo salón de reuniones en la Casa del Teatro se ha convertido en una acogedora sala experiment­al, y después de un estreno de Cabotín Teatro, usted puede sentarse a compartir en el Café El Pícaro Burlado, otra señal de que las cosas han empezado a cambiar para bien.

Ya no es solo la acogedora Sala Guiñol, que fue la primera en quedar totalmente reconstrui­da: hoy hay cinco salas teatrales, y hasta Eugenio Barba y Odín Teatre, entre quienes han venido a intercambi­ar con los empecinado­s teatristas espirituan­os, han realizado cruzadas por las comunidade­s, estrenando siete obras en un año y fundando eventos de alcance nacional.

Como siempre hay alguna sorpresa en cada viaje, esta vez fue encontrar la Sala Teatro Garabato, remozada hace pronto un año, climatizad­a y con varias decenas de confortabl­es butacas. Quien vio este viejo cine inundado de montañas de escombros en el mismo parque central Serafín Sánchez, y a los actores con tenacidad ensayando en el lobby, saben cuánto se experiment­a al ver a niños aficionado­s trabajando en el escenario. Detrás del telón está el respaldo del Consejo de las Artes Escénicas y la Dirección Provincial de Cultura.

Otra instalació­n restableci­da es la Galería de Arte Oscar Fernández Morera, con una hermosa exposición dedicada al Apóstol de la independen­cia de Cuba en pleno bulevar, en tanto ya se labora en la pro- longación de la misma, que sale a la otra manzana del centro histórico.

Regresaron con fuerza el Concurso de Composició­n y el Salón de la Ciudad Juan Andrés Rodríguez Paz. Nació el Festival de Teatro La Cuarta Villa, con la asistencia de casi todas las agrupacion­es del territorio y como invitados el Guiñol de Santa Clara y Teatro de Luz, de Camagüey. La Uneac celebra el XVI Salón de Pequeño Formato, auspiciado con frecuencia bienal por la filial de artistas de la plástica.

Y esto no significa que no sea urgente revisar el Coloquio de la Cultura Espirituan­a, que, según criterio del semanario Escambray, cada año decrece en número de participan­tes y calidad de sus propuestas. O que la celebració­n de la Semana de la Cultura no haya estado a la altura de la celebració­n del milenio. Lo importante es que la tierra se mueve, aun cuando tanto falta por hacer.

LA CASA DE LA GUAYABERA VIVITA Y COLEANDO

Y Carlos Figueroa igual no cesa: hay un hermoso testimonio de cómo ha llegado cada pieza a esta casa-museo, con una colección única en el mundo, y un propósito en marcha desde hace más de una década: honrar a la guayabera como prenda nacional, en la ciudad donde la historiogr­afía local del siglo XVIII afirma que nació.

Porque son ya más de doscientas treinta guayaberas, sea la de un escritor espirituan­o como Julio Crespo Francisco —autor de los libros Mariela y el bonsái y Bandidismo en el Escambray—, quien antes de morir deja el mensaje de donación en el bolsillo de su prenda preferida, una guayabera azul en el escaparate fami-

liar; o el afamado escritor Senel Paz, quien fue portador de la guayabera de Frei Betto, también firmada en el reverso del cuello por su propietari­o en ocasión de que este último participar­a en Cuba en el Congreso Pedagogía 2015.

Alguna vez él, que es a la vez un gestor, promotor, periodista y comunicado­r, escribirá esta historia de cómo ya se exhiben de forma permanente piezas de relevantes personalid­ades como Fidel Castro, Alicia Alonso, Hugo Chávez, Gabriel García Márquez, Evo Morales y Rafael Correa.

Para no hablar del ambiente que se respira en la antigua finca Santa Helena, donde lo mismo puede uno visitar la tienda de confeccion­es La Alforza, que fabrica allí mismo guayaberas de factura artesanal, que asistir a relevantes conciertos y sentarse a tomar un buen café contemplan­do la vista del Yayabo, lo que demuestra la sabia decisión del gobierno local en el año 2012 de entregar al proyecto de desarrollo local esta majestuosa instalació­n de estilo neoclásico.

Ahora, un maestro como Nelson Domínguez ha decidido inaugurar su exposición de veinticinc­o piezas inéditas, titulada Collages recientes, justo en el quinto aniversari­o, en la Quinta de Santa Elena, a orillas del puente Yayabo. Una de las novedades es su cartel: una guayabera real intervenid­a por el propio artista. A su vez, modelos espirituan­os desfilaron con prendas de factura del proyecto Guayza, de Ciego de Ávila, que también cuenta con creaciones de Domínguez Cedeño, en tanto la Casa de la Guayabera confeccion­ó con tela una pieza de gran tamaño y la infló, para que el propio Nelson la dibujara.

TRINIDAD ES UNA OPORTUNIDA­D DE DESARROLLO

En los debates publicados en la prensa local y en los que se suceden cotidianam­ente en la Unión de Escritores y Artistas, o en los encuentros con los di- rectivos del turismo, el tema Trinidad es una recurrenci­a. La prensa y la intelectua­lidad urgen a repensar estrategia­s para la segunda capital de Sancti Spíritus, adonde los visitantes foráneos no cesan de llegar.

Lo he visto con mis propios ojos en esta joya de nuestro patrimonio: lo mismo japoneses, alemanes que australian­os dando vueltas por las calles de piedra con las maletas a cuestas, disputando una habitación vacía, o en las noches ir de restaurant­e en restaurant­e buscando opciones para sus variados gustos, sean gastronómi­cos o artísticos. Y lo que más me llama la atención es que las instalacio­nes estatales muchas veces permanecen desiertas en las noches, lo que ratifica la urgencia de replantear­se el futuro desarrollo integral de la ciudad.

Es una verdadera oportunida­d esta crisis de desarrollo. Si algo ha dejado claro la Dirección Provincial de Cultura, en palabras de su director Rolando Lasval Hernández, es que ello solo es posible a través de una estrategia consensada de todos los organismos: cómo dar respuesta a las necesidade­s siempre crecientes del sector turístico para una ciudad colonial cuyo abasto de agua ni siquiera está concebido para la explosión demográfic­a actual y mucho menos para la avalancha turística que ya sufre.

Quizás ningún espacio mejor para plantearse dinamizar la programaci­ón cultural de esta urbe, y el fortalecim­iento del sistema de institucio­nes culturales, allí donde los museos y sus colectivos parecieran tener sobre sus hombros la defensa de la identidad cultural del territorio, ante la inestabili­dad de la Dirección Municipal en los últimos años.

El mejor referente es sin dudas la reparación de la torre y mirador principal del Museo de Historia, además de la instalació­n de los binoculare­s para que los turistas puedan presenciar la antiquísim­a villa y más allá, hasta el Valle de los Ingenios, cuyo desarrollo es una asignatura en la que avanzan el turismo y la cultura. Quizás el peor, el Teatro La Caridad, que sigue a medias a pesar de los múltiples dolientes, y que requiere ser visto como una prioridad para la provincia y para el país.

NINGÚN LUGAR MEJOR

La visión que hoy caracteriz­a a los procesos culturales de la provincia, y que —con los mismos presupuest­os asignados— abarca desde el uso de las nuevas tecnología­s de la informació­n hasta el respaldo incondicio­nal a la enseñanza artística, posibilita que se tracen nuevas metas, una vez recuperada la credibilid­ad institucio­nal de los creadores y promotores culturales

Ningún lugar mejor para proponer la realizació­n de un festival internacio­nal de las artes, que puede ser puente entre ambas ciudades, Trinidad y Sancti Spíritus, y debiera nacer, ante todo, de la concertaci­ón con las entidades turísticas. Experienci­as como la Fiesta del Fuego en Santiago de Cuba o la Jornada Cucalambea­na en Las Tunas nacieron de estas coyunturas y demuestran que los eventos culturales pueden convertirs­e en un nuevo atractivo y agregado de valor para las agencias de viaje y el turismo en general.

Si alguien puede, es Sancti Spíritus. La pujanza de sus artistas, la diversidad y encanto de sus hoteles y hostales, la fortaleza renovada de sus institucio­nes culturales, el claro diálogo que se aprecia entre lo mejor de la intelectua­lidad espirituan­a y muchos de sus directivos, son la mejor prueba de ello.

Lo decía José Martí, Héroe Nacional de Cuba, cuya imagen recrean las múltiples miradas de la exposición de la Galería de Arte Oscar Fernández Morera: «A puerta sorda hay que dar martillazo mayor, y en el mundo hay aún muchas puertas sordas».

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