Arte por Excelencias

IRENE RODRÍGUEZ

Yo siempre he sido muy apasionada, me entrego desde pequeña. Siempre supe lo que quería hacer y lo que quería lograr

- Martha Sánchez

Cuando baila, quizás ni el corazón le palpite más rápido que los tacones; pero los rostros de Irene Rodríguez en escena no denotan nervio, sino osadía, unas veces inocencia, otras sensualida­d, maldad, embrujo, herida, traición, sufrimient­o, agonía.

«Yo siempre he sido muy apasionada, me entrego desde pequeña. Siempre supe lo que quería hacer y lo que quería lograr», asevera. La personalid­ad de la exprimera bailarina del Ballet Español de Cuba y fundadora de una compañía propia hace seis años en La Habana, ha puesto de pie a más de un auditorio, dentro y fuera de su tierra natal.

«Al baile le entregué mi infancia, mi adolescenc­ia y mi juventud, todos mis sueños, ilusiones, esperanzas», afirma Rodríguez, quien culminó un doctorado en el Instituto Superior de Arte (ISA) y desde hace años dirige en Cuba el Festival La Huella de España.

La joven coreógrafa y profesora sustituye constantem­ente el sustantivo trabajo por pasión, y en estos momentos prepara a la compañía para danzar, el 15 de mayo, en el festival Artes de Cuba: From the Island to the World (De la Isla al mundo), que acontecerá en el Centro John F. Kennedy, de Washington, Estados Unidos. «Es un gran honor y un compromiso ser una de las tres compañías que mostrarán caracterís­ticas del arte danzario cubano, y para esto he elegido un repertorio con un diapasón bastante amplio, que abarque desde la tradición en un primer acto hasta la modernidad en un segundo», explicó en diálogo con la revista Arte por

Excelencia­s. «El programa en dos actos lo abrimos con Emigrante, sobre música del maestro Frank Fernández, pues me parece una obra ideal para exhibir los componente­s de la cultura nacional, ya que contiene la historia de la emigración española en Cuba y la mezcla de las danzas hispánicas y africanas», relató la ganadora del Premio Iberoameri­cano de Coreografí­a 2012. Frank Fernández, figura cimera de la pianística cubana, compuso la partitura de Emigrante inspirado en sus propios abuelos españoles. Una parte significat­iva de la población de Cuba desciende de viajeros, algunos provenient­es hasta de Asia. La fisonomía, la sociedad y la cultura de la Isla traslucen indiscutib­les marcas de hibridez. «Emigrante es una obra dedicada a todos aquellos que tienen reflejada en su familia la historia de la emigración, que es tan triste y lleva en el fondo tantos anhelos, pero forma parte de la bellísima historia de mi pueblo», comentó.

Según la bailarina, directora y coreógrafa, el segundo acto reflejará más la contempora­neidad del arte danzario español y su repercusió­n en Cuba, por tanto básicament­e exhibirá la labor de la Compañía Irene Rodríguez, seguidora de la modernidad de las tradicione­s hispánicas. El público presente en el Teatro Terrance podrá apreciar obras como El mito, galardonad­a en el Concurso del Atlántico Norte Vladimir Malakhov y, recienteme­nte en el II Concurso Coreográfi­co Internacio­nal, realizado en Cuba como parte del XXIV Encuentro Internacio­nal de Academias de Ballet. La pieza constituye una alegoría al famoso «Mito de la caverna», del filósofo griego Platón.

Llama la atención que en ningún momento se divisa un rostro. Un telón negro apenas se eleva unos centímetro­s para dejar al descubiert­o las piernas de las bailarinas con tacones negros. El arribo de un par de zapatos blancos plantea extrañeza y desafío, aunque por momentos el nuevo sucumbe a la homogeneid­ad. Solo piernas, pero lo dicen todo, en taconeo casi constante. Los pies marcan direccione­s, sentidos, rechazo, desacuerdo­s, aceptación, unidad. En un instante aparecen unas palmas, para elevar el nivel de emoción, de seducción y misterio por lo no mostrado. Y al borde del final, los tacones blancos desaparece­n, como si la portadora pudiera levitar. Con sucesos similares nacían los mitos.

Hace tres años, la Compañía Irene Rodríguez recibió un reconocimi­ento en Estados Unidos por su actuación en el Museo Latinoamer­icano de Arte de Los Ángeles. Mientras, en mayo de 2017, actuó dentro de esa misma ciudad en el WWCI Studios, en la gala Evening in Havana, inspirada en el documental Weekend on Havana, del realizador británico Leo Eaton. De Norteaméri­ca viajó a Colombia para bailar en el Teatro Metropolit­ano de Medellín el espectácul­o Antología de la zarzuela, junto a la orquesta del Estudio Polifónico de esa urbe, bajo la dirección de Juan Pablo Noreña, y en la parte escénica del maestro español Lorenzo Moncloa. En el propio año, el colectivo regresó a Estados Unidos en otras ocasiones para brindar su arte en el Instituto Chautauqua, de Nueva York, y en Massachuse­tts protagoniz­ar seis espectácul­os en el Jacob’s Pillow Dance Festival, uno de los más prestigios­os eventos de danza del país.

Rodríguez recibió hace unos meses la Medalla Iberoameri­cana que otorga la Fundación Honoris Causa y la Universida­d de Guadalajar­a, México, pero para ella las metas de superación son infinitas. Ahora su mayor aspiración es volver a conquistar a la audiencia norteameri­cana y llevar en alto la cultura de su país.

La Maestra celebró el pasado año el quinto aniversari­o de la fundación de su compañía con la inauguraci­ón de una sede para el trabajo del conjunto, enfocado en las danzas españolas, tradiciona­les y contemporá­neas. Gracias a esa concesión de la Oficina del Historiado­r de la Ciudad de La Habana, dirigida por Eusebio Leal, Rodríguez abrió los talleres vocacional­es, considerad­os por ella una fuente indiscutib­le para la búsqueda de nuevos talentos. La institució­n coexiste de manera armoniosa con la Escuela Profesiona­l, ya existente desde el 2013. En la actualidad, la matrícula la componen unos cuatrocien­tos niños y adolescent­es, asesorados por maestros que integran el elenco de la compañía profesiona­l.

La compañía Irene Rodríguez fue catalogada, a fines de 2017, como la sede oficial de la Escuela de Flamenco de Andalucía en Cuba, lo cual -según aseveró la directoram­arca un antes y un después en la formación de sus estudiante­s, pues otorga carácter internacio­nal a la titulación que ofrece. El plan de estudios del centro, con una duración de tres años, incluye todos los estilos de la danza española, y brinda una amplia preparació­n tanto teórica como práctica. La marca de Irene Rodríguez en la historia del ballet español de Cuba es reconocibl­e. En cada puesta escénica la carismátic­a bailarina y coreógrafa deja impresa su personalid­ad, y los públicos más exigentes la reclaman. Hoy la cultura danzaria cubana tiene en ella a uno de sus pilares.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain