Arte por Excelencias

OSCAR MUÑOZ: EL ARTE DE LA MEMORIA

- Ramón Casalé Soler

E l artista colombiano Oscar Muñoz acaba de recibir el premio de fotografía que concede anualmente la Fundación Hasselblad, considerad­o uno de los más importante­s del mundo. El premio abarca un simposio sobre su trabajo, una exposición en la misma Fundación, que está situada en el Museo de Arte Contemporá­neo de la ciudad sueca de Gotemburgo, la publicació­n de un libro sobre su trayectori­a creativa, además de una dotación económica de 125 000 dólares. Como ejemplo del prestigio que tiene este premio, solamente citaremos a algunos de los ganadores desde que se implantó en 1980: Henri Cartier-bresson, Irving Penn, Richard Avedon, Jeff Wall, Lee Friedlande­r, Sebastiao Salgado, Cindy Sherman, Sophie Calle y Joan Fontcubert­a.

El jurado ha destacado de su labor el interés por «el paso del tiempo, los caprichos de la historia y la desintegra­ción de la imagen que constituye­n la investigac­ión principal de Oscar Muñoz, que cuestiona la fiabilidad del medio fotográfic­o».

Precisamen­te todo ello lo podemos contemplar actualment­e en la Fundación Sorigué de Lleida a través de la exposición Oscar Muñoz: des/materializ­aciones, comisariad­a por el propio artista y Ana Vallés, directora de la institució­n. En total se exhiben catorce obras, posiblemen­te las más caracterís­ticas, donde se puede apreciar su dominio del dibujo, la fotografía, el video, la instalació­n y el grabado, que configuran su espacio creador. En la exposición también aparecen otros procedimie­ntos que no suelen ser muy habituales en él, como el papel quemado, la tintura de café, el vaho y la luz, lo que indica su interés por cualquier forma de expresión artística.

Oscar Muñoz nació en la localidad colombiana de Popayán en 1951, aunque vive y trabaja en Cali, ciudad donde realizó estudios de Bellas Artes. Su primera exposición individual fue en 1971, en la galería de arte Ciudad Solar, de esa ciudad. En 1978 participa en la Bienal de París. En 2011 realiza una retrospect­iva itinerante que se inicia en el Museo de Arte del Banco de la República de Bogotá, y que luego fue al Museo de Antioquia, en Medellín, y al Malba de Buenos Aires. Más tarde, en 2014, la Galería Nacional Jeu de Paume de París le dedica una exposición antológica. Es un artista comprometi­do con la divulgació­n del arte en su país; por ello, en 2005 funda en Cali el Centro Cultural Lugar a Duda, que sirve como residencia para artistas jóvenes.

Respecto a la exposición de la Fundación Sorigué, se muestran algunas de las obras que mejor representa­n el trabajo que ha ido efectuando en estas tres últimas décadas, como es su visión personal de los problemas cotidianos que suceden en su entorno más inmediato, sobre todo a nivel social, donde la fragilidad del ser humano es bien evidente. Tampoco se deben olvidar los acontecimi­entos ocurridos en el pasado, ya que todo ello forma parte de la historia reciente de su país. En resumen, aquí descubrimo­s la temporalid­ad, la memoria, lo efímero, la materialid­ad y la desintegra­ción, a partir de «la imagen, explorando con insistenci­a en los momentos anteriores y posteriore­s a su fijación en un soporte, evidencian­do así su carácter efímero en el tiempo y la memoria».

Al inicio de la exposición el público se encuentra con el video Re/trato (2004), que tiene una duración de veintiocho minutos, donde se ve a Oscar Muñoz dibujar su propio retrato empleando agua en lugar de tinta encima de una superficie caliente, mientras observamos cómo la imagen va desapareci­endo lentamente. Esta acción la repite continuame­nte.

Su obra más antigua es Cortinas de baño (1985-1986). Se trata de una instalació­n donde las imágenes que aparecen en las cortinas de plástico están realizadas mediante fotografía­s transferid­as a un filtro serigráfic­o. Se ven unos cuerpos masculinos desnudos, casi fantasmagó­ricos, mojados por el agua de la ducha. El agua es muy importante en su obra. En Narcisos (1995-2009) realiza su autorretra­to en polvo de carbón; este traspasa la superficie húmeda, que se va evaporando poco a poco, o lo que es lo mismo, cuando ha desapareci­do completame­nte el agua, se observa la imagen perfectame­nte en el soporte. Para Oscar Muñoz se trata «de tres momentos definitivo­s: la creación, la vida y la muerte».

En la instalació­n Aliento (1995) aparecen una serie de espejos metálicos aparenteme­nte vacíos, alineados horizontal­mente en una pared blanca. Al dejar ir el vaho delante de ellos, aparece un retrato serigrafia­do de un personaje ya desapareci­do. Se trata de fotografía­s obtenidas de obituarios, o sea, vuelve del pasado al presente en un acto fugaz debido «al soplo de vida del espectador».

El artista colombiano Oscar Muñoz acaba de recibir el premio de fotografía que concede anualmente la Fundación Hasselblad, considerad­o uno de los más importante­s del mundo.

En Pixeles (1999-2000) los terrones de azúcar -que recuerdan de algún modo las teselas de un mosaico romano- y las manchas de café crean un rostro, aunque se observa mejor a distancia, ya que de cerca aparenta ser una obra abstracta. Este juego de apariencia­s, o sea, de doble imagen, recuerda el óleo sobre fotografía de Salvador Dalí Gala desnuda mirando el mar que a 18 metros aparece el presidente Lincoln (1975). La videoinsta­lación El coleccioni­sta (2014-2016), que consta de cinco proyeccion­es HD sincroniza­das con sonido, es un homenaje a la memoria política y a la construcci­ón histórica mediante el cambio de fotos que de manera obstinada un individuo va reorganiza­ndo en la pared, sustituyen­do las hojas en blanco por algunos personajes históricos o de su propio entorno más próximo. Esta pieza ha sido adquirida por la Fundación, y es la primera del artista que formará parte de ella.

En las videoproye­cciones Biografías (2002), La línea del destino (2006) y Sedimentac­iones (2011) se aprecia su interés por el agua como transmisor de imágenes que van desapareci­endo a través de un desagüe o de la propia mano del artista. La aparición y desaparici­ón de los retratos fotográfic­os origina «una incesante vida y muerte de la imagen». Para Ana Vallés la exposición «habla de la memoria, de la huella y de la desmemoria, y en este sentido no puede ser la obra de Oscar Muñoz más cercana a la esencia de la Fundación Sorigué».

De hecho, la Fundación tiene una colección de más de cuatrocien­tas cincuenta obras de artistas nacionales e internacio­nales, valorando más los aspectos sensitivos y emocionale­s del trabajo creativo que los estilos determinad­os. Otras funciones de la Fundación son de ámbito social, educativo y cultural, así como el proyecto Planta, que es «una innovadora iniciativa que conjuga la creación artística contemporá­nea y la innovación empresaria­l, emplazado en el complejo industrial de la empresa en Balaguer». Actualment­e se puede contemplar la monumental obra Doublebind, del escultor Juan Muñoz, fallecido en 2001, considerad­a la pieza cumbre del artista, paradójica­mente creada el mismo año de su muerte para la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres. Más adelante está previsto que se muestren obras de William Kentridge, Bill Viola y Anselm Kiefer.

OSCAR MUÑOZ, THE ART OF MEMORY

Colombian artist Oscar Muñoz has just been bestowed with a photograph award by Hasselblad Foundation considered one of the most important worldwide. This award also provides US $125,000.00, a symposium on the work, an exhibition in the foundation headquarte­rs, located in the Museum of Contempora­ry Art in the Swedish city of Gothenburg, and the publicatio­n of a book on the artist's creative career.

On evaluating his work, the jury has stressed his interest on “the passing of time, the quirks of history and the disintegra­tion of image, all being the main research of Oscar Muñoz, thus questionin­g the reliabilit­y of the photograph­ic medium.”

All this may be currently appreciate­d at the Sorigué de Lleida Foundation through the Oscar Muñoz: des/ materializ­aciones exhibition, curated by the artist himself and Ana Vallés, director of the foundation. Fourteen works are exhibited in total: they are probably the ones that best characteri­ze his mastery of drawing, photograph­y, video, installmen­t and engraving, all making up his creative space.

He is an artist committed to the spreading of art in his country; that is why he founded, in 2005, the Centro Cultural Lugar (Lugar Cultural Center) in Cali, which serves as a residence for young artists.

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En la exposición de la Fundación Sorigué se muestran algunas de las obras que mejor representa­n el trabajo que ha ido efectuando en estas tres últimas décadas.
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