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Padre Osvaldo Pol

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“¡No voy a ir, soy Papa!”

El padre Osvaldo Pol es el único residente, de los nueve jesuitas actuales, que conoció al Papa durante su exilio cordobés. Es el más antiguo de esta residencia donde vive desde hace 50 años. Ahora tiene 82 años, uno más que el Papa. Ha sido profesor de Filosofía y Estética en la Universida­d Católica de Córdoba. Era y sigue siendo el biblioteca­rio. Estaba aquí cuando vio entrar al padre Jorge circunspec­to aquel primer día de exilio con su inseparabl­e portafolio­s y una muda, porque durante su vida eligió tener poco aunque trabajara mucho.

¿Era tan sonriente como ahora lo vemos?

No. Era muy serio, muy austero, muy sobrio. No daba sensación de alegría. Ahora comento con los compañeros que nuestro“castigo”va a ser ver a Jorge todos los días sonriendo –me dice sarcástico porque por todos lados de la residencia hay carteles del Papa sonriendo de oreja a oreja.

¿Cómo era su vida si no tenía funciones asignadas?

Se levantaba a las 4:00 am y no paraba hasta las 12 de la noche. Decía misa a solas en la Capilla Doméstica a las 5. Recuerdo que pasaba tiempo en la cocina, se hizo muy amigo de la cocinera que tenía un hijo con síndrome de Down.

El mismo Papa se califica de“matinero”y poco “nochero”. Lo de la cocina le viene de joven ya que su madre quedó paralítica un tiempo después de dar a luz y por ser el mayor de los cuatro hermanos tenía que cocinar siguiendo sus instruccio­nes. Se dice que guisa excelentes paellas.

¿Alguna anécdota sobre su carácter?

No se sentaba a comer casi nunca, iba probando lo que había en la cocina y con eso se mantenía. Luego pasaba un rato en la salita de lectura donde leíamos el diario o charlábamo­s de cualquier cosa.

¿El Papa tiene enemigos entre los jesuitas argentinos? ¿Cómo se le ve aquí?

Cuando le nombraron Papa fue un susto total en la Compañía. Pero que conste que el 90% lo quieren y desde luego todos le van a obedecer. En toda su trayectori­a siempre fue cercano al pueblo. Te voy a contar una anécdota: todos los sábados pasaba por el kiosco a comprar el diario y aquel sábado telefonea al kiosquero y le dice “¡No voy a ir, soy Papa!”.

El padre Pol escribe poesía y se enorgullec­e de que su amigo el Papa le prologara un libro de poemas. Me destaca dos grandes aficiones del Pontífice: el fútbol (colecciona camisetas) y la ópera.

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aquellos años.
Padre Pol, compañero del Papa durante aquellos años.
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