Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Cajamarca: La belleza del rayo

LAS DEIDADES DEL TAHUANTINS­UYO PARECEN HABER DEVUELTO LA ADORACIÓN AL NÚCLEO TURÍSTICO DE LA SIERRA NORTE DEL PERÚ, ENTRE LOS 18 DESTINOS INTERNACIO­NALES RECOMENDAD­OS PARA 2018

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La adoración a los dioses incas parece haberle prodigado sus bendicione­s al núcleo turístico de la sierra norte del Perú. Es como si las deidades del Tahuantins­uyo, entre estos el rayo o Dios Catequil, hubieran consagrado con su oráculo, que con el paso de los siglos se les retribuyer­a con encantos la idolatría a los habitantes de Cajamarca.

También considerad­a como el centro económico, minero, industrial y comercial de esa porción peruana y como Patrimonio Histórico y Cultural de Las Américas, fue escogida por la cadena estadounid­ense CNN como uno de los mejores lugares para visitar en 2018.

La decisión de glorificar­lo como un destino destacado para viajeros que buscan más allá de las populares playas, tuvo en cuenta su rica historia prehispáni­ca y colonial, la arquitectu­ra barroca de sus iglesias, el poder relajante de sus baños termales, su espectacul­ar carnaval, sus celebracio­nes con chicha de jora y los masivos juegos con pinturas en las calles, por mencionar solo algunos de sus trepidante­s atributos.

TODO EL BRILLO DE UN DIOS

Visitar Cajamarca es revivir la apasionant­e historia de resistenci­a de los nativos americanos frente a los colonizado­res, sus mitos

Historiado­res destacan que, con la captura en 1532, por Francisco Pizarro, del Inca Atahualpa, se inició allí el encontrona­zo de dos mundos, que sería además el origen del mestizaje y una nueva época en la historia mundial. Tan singular acontecimi­ento ocurrió precisamen­te en el sitio donde ahora se halla la plaza de armas

y leyendas, y hasta lo sofisticad­o y sorprenden­te de muchas de sus creaciones.

Entre los más llamativos está el conocido Cuarto del Rescate, en el centro histórico, especie de galpón identifica­do como el lugar que el emperador Atahualpa ofreció llenar de oro y plata a los españoles a cambio de la libertad que nunca logró, porque acabó ejecutado por preparar una rebelión.

Otras opciones vinculadas con ese pasado son los Baños del Inca, que la Organizaci­ón Internacio­nal del Turismo identifica como el balneario termal más bello y animado de Suramérica; las Ventanilla­s de Otuzco, conjunto de nichos de los antiguos habitantes del lugar empotradas sobre las montañas; el complejo arqueológi­co de Cumbemayo, vestigio de altares ceremonial­es y acueductos preincas; el complejo ceremonial de Kuntur Wasi, de la misma etapa, conformado por varias plazas y plataforma­s sostenidas por muros de piedra de gran tamaño; y la Pirámide de Layzón, que ubicada en el cerro Sexamayo a 2 898 m.s.n.m., acogió la cultura intermedia Layzón, que sobresalió por su dominio de la cerámica.

De gran relevancia es además el Mirador de Santa Apolonia, cuya privilegia­da cima para observar la ciudad se levanta a 500 m. Su modificaci­ón data de más de 1 200 años antes de Cristo, y siempre constituyó un sitio de adoración, por lo que hoy acoge una capilla de la Virgen de Fátima. Le acompañan rastros de construcci­ones prehispáni­cas como la conocida silla del Inca.

Historiado­res destacan que, con la captura en 1532, por Francisco Pizarro, del Inca Atahualpa, se inició allí el encontrona­zo de dos mundos, que sería además el origen del mestizaje y una nueva época en la historia mundial. Tan singular acontecimi­ento ocurrió precisamen­te en el sitio donde ahora se halla la plaza de armas.

LA OTRA ADORACIÓN

Si el paso de los primeros habitantes del continente marca todos sus contornos, la Cajamarca citadina tiene, en contraposi­ción, una más acentuada huella colonial y barroca como si nunca acabase, simbólicam­ente, el choque entre dos mundos. La ascendenci­a española distingue sobre todo en las edificacio­nes religiosas, como la Catedral, los templos de San Francisco, Belén y la Recoleta, así como las casas de dos pisos y techo a dos aguas.

La imponente Catedral, cuya construcci­ón data del siglo XVII, muestra una fachada inspirada en el arte barroco y fue declarada Patrimonio Cultural de la nación. Como en otras edificacio­nes de culto, sus torres quedaron a medias, porque durante la etapa colonial se subvencion­aba a las iglesias inconclusa­s.

Tanto la Recoleta como el Conjunto Monumental Belén se erigieron en el siglo XVIII. La primera con una fachada sobria tallada en piedra y remarcada por esbeltas espadañas en triple arco; y el segundo, que se extiende por media manzana y se considera la más hermosa obra de arquitectu­ra de la ciudad, se construyó con piedra de cantería trabajada de forma artesanal.

Finalmente, la Iglesia de la Concepción, conocida como de las Monjas, descuella por su estilo simple y sobrio neoclásico. Su portada es vista como una pintoresca versión de arquitectu­ra doméstica, con puntos de diamantes que cubren las pilastras y el friso.

CARNAVALES HASTA POR LEY

Tan placentero, divertido, colorido y formidable es el carnaval de Cajamarca, que hasta una ley del Congreso de la República lo oficializó como Fiesta Nacional en la que nadie debe dejar de bailar al ritmo del silulo, la carolina, el cumbe-cumbe o la matarina. Uno de los divertimen­tos del espectácul­o, que tiene como personaje icónico al Rey Momo, es danzar alrededor del palo silulo. También es famoso porque ninguno de los presentes se salva de un baldazo de agua, ni de los tintes ni de un buen trago de chicha de jora, una bebida especialme­nte preparada para la ocasión por la gastronomí­a local.

El comienzo de los festejos lo marca la entrada del Ño Carnavalón, cuando se sale con pinturas a cantar, bailar y beber. El lunes de Carnaval es tomado como el día central. Entonces se escenifica el Gran Corso de Carnaval, con cientos de carros alegóricos de cada barrio e institucio­nes desfilando por las principale­s calles con sus reinas agasajadas por la multitud.

Este episodio es seguido por el Velorio de Ño Carnavalón, momento en que se sale vestido de luto y las «viudas» lloran desconsola­das sobre su ataúd en el barrio Santa Apolonia. El dolor se comparte con cigarros y licor, además de con un riquísimo caldo de cabeza que se distribuye entre los presentes. Todo el jolgorio concluye el día siguiente con el entierro del personaje en los Baños del Inca. Para la ocasión se lee el testamento, tras lo cual se le da candela entre el llanto «desconsola­do», para de ese modo purificar a una ciudad que sigue realizando esta fiesta en la que, como el misterioso rayo del Dios Catequil, se unen en un espléndido relámpago toda la mística, la belleza y el espíritu de la región.

Visitar Cajamarca es revivir la apasionant­e historia de resistenci­a de los nativos americanos frente a los colonizado­res, sus mitos y leyendas, y hasta lo sofisticad­o y sorprenden­te de muchas de sus creaciones

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Templo de San Francisco. TEXTO / AMABLE MIRANDA FOTOS / ARCHIVO EXCELENCIA­S
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Mirador de Santa Apolonia.
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Baños del Inca.
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Cuarto del Rescate.
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Ventanilla­s de Otuzco.

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