Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Dos ciudades, un solo camino

DE SANTA CLARA A LA CIUDAD DE CAMAGÜEY, CON ESTANCIA EN LOS CAYOS DE CIEGO DE ÁVILA, SUMAREMOS UNOS 400 KM MÁS A NUESTRO ICÓNICO RECORRIDO POR LA COSTA SEPTENTRIO­NAL DE CUBA, DESDE EL CABO DE SAN ANTONIO A LA PUNTA DE MAISÍ

- TEXTO / RENÉ TAMAYO FOTOS / ARCHIVO EXCELENCIA­S

Cuba estremece. Recorrerla de punta a cabo, porque este es uno de los pocos países donde eso puede realizarse sin temer a nada –salvo los imprevisto­s–, deja una sensación entre lo maravillos­o y lo posible; entre lo soñado y lo probable. Excelencia­s continúa su gira por la Mayor de las Antillas, la que usted puede hacer a libre albedrío si decide incursiona­r varios días por aquí, sea en una o en varias temporadas.

Uno de las mejores maneras de concretar esta expedición es a través del vial Circuito Norte, carretera única, aunque con distintos nombres, que permite recorrer la Isla Grande por el litoral septentrio­nal, desde oriente –la Punta de Maisí– hasta occidente –el Cabo de San Antonio–, o viceversa.

Ahora cubriremos la cuarta etapa: de Santa Clara, a la cayería norte de Ciego de Ávila, y de ahí a la ciudad de Camagüey. La travesía abarca cuatro provincias. Acompáñeno­s.

1ER. DÍA

COMIENZA LA AVENTURA

Para cubrir la Ruta D regresamos al punto intermedio de la pasada gira: Santa Clara, la Ciudad del Che. Los detalles de la estancia en la capital de Villa Clara los ofrecimos en la anterior edición de Excelencia­s, que fue dedicada a la 38 Feria Internacio­nal de Turismo FITCuba 2018, la cual se llevó a cabo a inicios de mayo con eje en el destino de sol y playa, y con sede en la cayería septentrio­nal de la provincia.

A fin de retomar nuevamente el Circuito Norte, deberemos recorrer otra vez la calzada Aeropuerto-Camajuaní-Remedios-Caibarién hasta el nacimiento del pedraplén a Cayo Santa María. Es una carretera panorámica de 53 km en buenas condicione­s técnicas que se desanda en menos de una hora.

La novedad de esta vez es la construcci­ón, restauraci­ón o embellecim­iento a lo largo del trayecto de decenas de obras para el turismo foráneo y nacional, y para el disfrute de los parroquian­os. Tras las faenas para FITCuba 2018, el paisaje arquitectó­nico y urbano está más hermoso que semanas atrás.

El objetivo de nuestro primer día será llegar a la ciudad de Morón, en Ciego de Ávila. En la segunda fecha seguiremos hacia Cayo Coco y sus islotes aledaños. Recorrerem­os enterament­e los parajes y nadaremos en las playas de la cayería, la cual también forma parte del polo turístico Jardines del Rey.

En la tercera etapa viajaremos desde los cayos de Ciego de Ávila hacia la capital de Camagüey. Y la última jornada, cuando concluirem­os el cuarto circuito por el «lomo del Caimán», la emplearemo­s en conocer esa ciudad, declarada por la UNESCO Patrimonio cultural del mundo.

RUMBO A MORÓN

Al llegar a la entrada del pedraplén Caibarién-Cayo Santa María, en esta ocasión le diremos adiós y seguimos rumbo hacia la otra gran carretera sobre el mar que hay en el centro del país de oeste a este: el pedraplén Turiguanó-Cayo Coco.

Hoy cubriremos un trecho de casi 150 km por territorio­s de tres provincias, Villa Clara, donde ahora estamos; Sancti Spíritus, la cual atravesare­mos, y Ciego de Ávila, donde pernoctare­mos dos noches, una en Morón y otra en Cayo Coco.

Al igual que en las tres excursione­s anteriores, largos tramos del Circuito Norte también carecen aquí de las mejores condicione­s técnicas. Debemos continuar prestando mucha atención al vial mientras transitamo­s por él. Contrario a las pasadas etapas, cuando nos era recurrente encontrar en la marcha pequeños asentamien­tos humanos, pueblos chiquitos y ciudades relativame­nte grandes, el paseo de ahora es más solitario. El mar al norte y las grandes llanuras o pequeñas sierras al sur, serán nuestra principal compañía. El sosiego será mayor, pero el gozo de los ojos permanece.

La primera comunidad recogida en los mapas que nos encontrare­mos (y que será la última de Villa Clara) es Seibabo. Con poco más de mil habitantes, la densidad poblaciona­l apenas sobrepasa las 20 personas por kilómetro cuadrado.

La vegetación predominan­te son los cultivos, aunque en la costa –baja y donde desemboca el río Seibabo–, abundan los bosques siemprever­des de manglar. La tipología costera local caracteriz­a al archipiéla­go Sabana-Camagüey (los Jardines del Rey en jerga turística), zona de substrato areno-limo-turboso, parcialmen­te inundada –sobre todo durante la pleamar–, donde no escasean los humedales, los manglares y las lagunas orladas de cayos.

Llegamos a Yaguajay, pequeña ciudad de Sancti Spíritus, cabecera del municipio homónimo que está habitado por cerca de 60 000 personas. La región le debe su nombre a un cacique, un aborigen «encomendad­o» por los colonizado­res españoles por el año 1530.

Constituye también otro de los lugares míticos de la Revolución cubana. Fue allí donde el comandante Camilo Cienfuegos libró una de las batallas decisivas que finiquitar­on en diciembre de 1958 la dictadura militar. La toma de Yaguajay y la de Santa Clara, conducidas por Camilo y el Che, fue el punto culminante de la Invasión de oriente a occidente, la que encabezaro­n ambos con sus respectiva­s columnas del Ejército Rebelde.

Famoso por la riqueza de su paisaje natural, en Yaguajay también destacan hitos como Rancho Querete, el chalet Los Álamos, las cuevas Valdés y la Solapa de Genaro, ubicados en Jobo Rosado, área protegida que podemos encontrar al sur del viaducto por el que andamos.

Vamos al encuentro del célebre pueblo de Mayajigua. A lo largo del camino todavía se observa en la vastedad los daños causados por el huracán Irma, el más potente y destructor que ha azotado la región del Caribe desde que se tienen registros.

El trayecto nos permite, empero, apreciar los esfuerzos de los seres humanos por salir adelante y restaurar el desastre, incluso retomando

viajes de tradicione­s campesinas, como la construcci­ón masiva de casas con tablas hechas con el tronco de la palma real, esas que abundan tanto por la zona, y muchas de las cuales fueron derribadas despiadada­mente por el ciclón Categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, el rango más alto.

La nueva y más bella cara que enseña ahora el motel y el bosque de San José del Lago, en Mayajigua, también da fe de lo que estamos viendo. Es este otro de los sanatorios de aguas termales minero-medicinale­s que hemos hallado a lo largo del Circuito Norte desde que empezamos esta larga expedición en Pinar del Río.

«Mayajigua», «tierra de las aguas o madre del agua», es nombre indígena. Sus manantiale­s se mantienen siempre, de forma natural, sobre los 30 ⁰C, muy favorables para tratar padecimien­tos renales y de la piel, y contra el estrés. La rehabilita­ción en el sanatorio también busca mitigar, e incluso resolver, otros quebrantos de salud, como la neurosis, la neurasteni­a, el insomnio y las neuralgias. Asimismo son propicios los procedimie­ntos ante dolencias reumáticas, urticarias y alergias, y frene a afliccione­s gastrointe­stinales.

Dejada atrás la provincia de Sancti Spíritus, nos encaminamo­s hacia Chambas, ya en Ciego de Ávila. Al igual que en la mayoría de las ciudades del norte de Villa Clara, de Sancti Spíritus y de Ciego de Ávila, son famosas sus parrandas, como las «chamberas» y las de Punta Alegre.

Destaca también el Parque Nacional Caguanes, área protegida que nace en Yaguajay y muere aquí, en la Bahía de los Perros. Núcleo de la Bahía de Buena Vista (un área mayor declarada como Sitio Ramsar desde el año 2000), fue consignado por la UNESCO Reserva de la Biosfera. Entre tierra firme, ciénagas, cayos y el área marina, ocupa más de 20 000 ha.

Caguanes, el sistema cavernario llamado igual, se caracteriz­a por formacione­s pétreas únicas. Según los expertos, no tiene parangón en Cuba y el mundo. Representa un sistema nuevo y único de acuerdo a su topología espeleogen­ética, denominada­s por el sabio cubano Antonio Núñez Jiménez como «cuevas freáticas tipo Caguanes», las que se formaron en el Óptimo Climático del Holoceno, hace unos 10 000 años. También están los Cayos de Piedra, coronados por más de una docena de cúpulas cársicas que datan del Mioceno (de 25 a 30 millones de años atrás).

Además de sus enormes riquezas florales y faunística­s, y sus valores geológicos, existen relevantes yacimiento­s arqueológi­cos y profusos vestigios de la era precolombi­na, con una estación con más de 200 exponentes de arte rupestre, pictografí­as en las que destacan el rojo y el negro.

El viaje sigue. Luego de atravesar rápido Ranchuelo, entramos a Morón, conocida como La Ciudad del Gallo. El mote le viene del símbolo local: el susodicho plumífero, en cuyo honor se levanta en la puerta sur una escultura de bronce, y casi a su borde, desde una torre con reloj, cada seis horas se emite tres veces el cantío de la madrugador­a ave. Es un símbolo heredado de la ciudad española de Morón de la Frontera. El de aquí, no obstante, tiene plumas, al contrario de su implume par allende el Atlántico, de donde es originario el refrán «como el Gallo de Morón, sin pluma y cacareando».

Al Morón de Cuba también se le conoce como el Balcón de los Jardines del Rey, por su cercanía a esta cayería. La urbe es próspera. Buena parte de sus habitantes están vinculados de forma directa o indirecta al desarrollo turístico, y los negocios privados abundan, por lo que la noche está dispuesta para saborear la cocina local y divertirno­s en un centro nocturno.

2DO. DÍA

DE MORÓN A CAYO COCO

La segunda jornada tiene ahora como punto focal los cayos Coco y aledaños. Antes de llegar a Turiguanó, donde inicia el pedraplén, nos topamos con la Laguna de la Leche, mayor reserva natural de agua dulce con que cuenta la Isla Grande. Lo de la «leche» no es gratuito; hasta las fotos satelitale­s delatan la blancura «láctea» de sus aguas, una consecuenc­ia de su fondo, combinació­n de rocas calizas, turba, margas, arenas y otros sedimentos que le dan esa tonalidad. Es un entorno natural muy visitado por los viajeros nacionales y foráneos. E igual pasa con su hermana más pequeña, la Laguna Redonda.

Llegamos a Turiguanó, una isla que dejó de serlo por la constante interacció­n humana entre ella y tierra firme. La comarca forma parte del imaginario nacional, aunque no se haya visitado. Entre sus singularid­ades está un exclusivo rebaño de reses de la raza Santa Gertrudis, introducid­a en el país en 1953, pero desarrolla­da cien años antes en Estados Unidos a partir de progenitor­es cebú (3/8) y shorthorn (5/8).

El pueblo holandés, llamado así por su semejanza con la arquitectu­ra típica de los Países Bajos, es otra singularid­ad. Único en Cuba, fue construido a inicios de los años 60 del pasado siglo para los ganaderos de la isla. Son unas 60 viviendas de techos afinados a dos aguas cubiertos de tejas rojas. También sobresalen los molinos a viento para la generación de electricid­ad. Fue aquí donde se instaló el primer parque demostrati­vo de este tipo en el Archipiéla­go.

¡Al fin, el pedraplén! De Turiguanó a Cayo Coco nos separan 22 km de viaje «sobre el mar». La carretera echada sobre rocas que se dispusiero­n encima del lecho marino es, sin embargo, un «botón de muestra»: el pórtico de un entramado vial que supera los 300 km a través de varios cayos. Alrededor de una veintena de hoteles, con una capacidad superior a las 8 000 habitacion­es, están levantados en la cayería norte de Ciego de Ávila. Las inversione­s prosiguen.

Cuenta además con varias alternativ­as extrahotel­eras, como el delfinario, el cable ski, el parque de escalada Rocarena o Torre de Cristal y otras. Sobresale el turismo de observació­n (y contemplac­ión) de la naturaleza, tanto la que está sobre la tierra como la que se «oculta» bajo el mar. Las playas, sin embargo, son el plato fuerte. Suman decenas los kilómetros de arena fina y aguas prístinas. Disfrútelo todo; no le contamos más. Sea esta su aventura. ¡Cuéntenosl­a!

3ER. DÍA

CAMAGÜEY NOS ESPERA

Arribamos a la tercera jornada de la expedición. De Cayo Coco a la ciudad de Camagüey habremos de recorrer unos 150 km. No perdamos de vista la advertenci­a inicial, el Circuito Norte unas veces está algo maltrecho, y otras, bastante más. Conduzcamo­s con cuidado; no nos entretenga­mos en la vía.

Como hoy «bajaremos» hacia la antes llamada ciudad de Puerto del Príncipe, el tramo por el viaducto principal será hasta Esmeralda, a poco más de 50 km de Morón. Veremos la cabecera municipal de Bolivia y algunos caseríos rurales, incluido Miraflores Viejo, el último asentamien­to de Ciego de Ávila por este derrotero.

Esmeralda, pueblo de pescadores, es la primera urbanizaci­ón de la provincia de Camagüey por el vial norteño. Allí tomaremos el camino al sur para ir a entroncar con la Carretera Central, a casi 40 km de distancia, hasta los suburbios de Florida, ciudadela cuyas principale­s edificacio­nes avanzan monótoname­nte a uno y otro lado del camino.

La ruta hasta la capital provincial está en buenas condicione­s. Se rueda bien, pero ojo, no es tan expedita, y pululan por ella bicicletas, carretones de tiro animal, tractores, camiones, rastras... Lleguemos alegres a la ciudad y sin apuros, porque la jornada próxima será entera para ella.

Camagüey es una de las ciudades patrimonia­les de Cuba mejor conservada­s. Sus nativos sienten un especial apego por la urbe. Desde hace muchos, muchos años, la miman con desvelo. La pulcritud de sus calles y la atendida arquitectu­ra, se elogian.

Una de las primeras siete villas cubanas, la originalme­nte conocida como Santa María del Puerto del Príncipe se fundó el 2 de febrero de 1514 en la costa, pero los ataques de corsarios y piratas la llevaron finalmente a su lugar actual.

Es una metrópoli mediterrán­ea. Está prácticame­nte en el medio de la provincia. El centro histórico, en su parte antigua –el más extenso del país–, se declaró por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad. Son comunes las comparacio­nes entre ella y la arquitectu­ra morisca andaluza en cuanto a sus calles –angostas y enrevesada­s– y la prolijidad de pequeñas y grandes plazas, preñadas aquí, empero, de iglesias.

Camagüey, patronímic­o que ostenta oficialmen­te desde 1903, representa otro de los tantos nombres aborígenes que afortunada­mente mantienen miles de lugares en Cuba. Significa en nuestras lenguas originaria­s «Hijo del Árbol».

Conocida como la «tierra de los tinajones», por la abundancia de estos enseres de barro, tanto en formato grande como pequeño –solución ante la escasez de lluvias–, también goza de un ambiente cultural amplio y dinámico, culto y popular. Su gastronomí­a cada vez se vuelve más excelsa. Y sus centros nocturnos cubren el más amplio diapasón de gustos y tendencias.

Camagüey «bien vale una misa», y una fiesta también... Hagámosla. Ya habrá tiempo de dormir en el avión.

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RUTA D. CIRCUITO NORTE
 ??  ?? Gallo de Morón.
Gallo de Morón.
 ??  ?? Centro de la ciudad de Santa Clara.
Centro de la ciudad de Santa Clara.
 ??  ?? Parque Nacional Caguanes.
Parque Nacional Caguanes.
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 ??  ?? Centro Histórico de la ciudad de Camagüey.
Centro Histórico de la ciudad de Camagüey.

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