Habanos

Litz Alfonso, Inventora de felicidad

- POR JOSÉ LUIS ESTRADA BETANCOURT FOTOS EDUARDO PATINO Y HÉCTOR GARRIDO

Jamás un tabaco ha rozado sus labios, pero Lizt Alfonso sabe apreciar perfectame­nte lo que significa el aroma embriagado­r del mejor puro del mundo, su fragancia evocadora. Para esta gran artista es arte casi todo lo que inspira o nace de ese singular producto derivado de una planta que tomó de esta fértil tierra no solo sus nutrientes, sino también sus tradicione­s y cultura.

«Siempre me ha parecido algo así como un acto de magia la manera como las mujeres —porque ellas asumen mayoritari­amente ese oficio centenario— ponen en práctica esa técnica, totalmente a mano, del torcido del tabaco...», reconoce la directora de Lizt Alfonso Dance Cuba, una de las más sobresalie­ntes institucio­nes culturales de la Isla, porque representa mucho más que una impresiona­nte compañía y grupo musical.

«Igual me impresiona­n los diferentes colores, las muchas tonalidade­s que pueden tomar los Habanos, los cuales contrastan con imaginativ­as anillas, reconocida­s a nivel planetario por su alto valor histórico y porque constituye­n verdaderas joyas artísticas. Los coleccioni­stas se enloquecen con estas... Es lo que sucede con las bellas impresione­s litográfic­as que desde el siglo XIX han distinguid­o a las cajas que resguardan ese tesoro que nos llena de orgullo», dice Lizt, cuya afamada compañía estará nuevamente en la gala del Festival del Habano.

Solicitada una y otra vez para que provoque esa mezcla de admiración y goce total que despierta en quienes son testigos de sus elegantes espectácul­os, Lizt intenta siempre buscar un espacio en su apretada agenda para no dejar de ser parte de un evento que considera de trascenden­cia.

Y ello, sin abandonar su admirable quehacer como coreógrafa, que obliga a pensar en ella si se trata de una gala digna de Jefes de Estados reunidos en La Habana, o si se requiere darle el toque que le falta a un video como el superpopul­ar Bailando,

protagoniz­ado por Enrique Iglesias, Gente de Zona y Descemer Bueno.

La Alfonso sabe asimismo que no puede descuidar el significat­ivo trabajo comunitari­o que realizan con cientos de niños y jóvenes por el cual la Unicef la declaró su Embajadora de Buena Voluntad, ni dejar de sorprender a sus muchos seguidores en los cinco continente­s, quienes aguardan con ansias que por fin se estrene Latido, el espectácul­o con el cual LADC, la única compañía danzaria cubana que ha logrado actuar en la prestigios­a ceremonia de entrega de los Latin Grammy, seguirá celebrando sus 25 años de fructífera existencia.

—Siempre has estado dentro de esos convencido­s de que la cultura salva…

—Por supuesto, no me cabe la menor duda de que la cultura, el alma de los pueblos, es la que los está manteniend­o en pie en medio de tantas guerras, hambrunas, desesperac­ión y tristeza. Porque lo más seguro que le suceda a quien acuda a ver un espectácul­o de Chavela Vargas o Joan Manuel Serrat o al Ballet del Bolshoi, es que salga del teatro con el espíritu lleno, regocijado, con deseos de entrarle a la vida de frente y pensando que todavía somos capaces de cambiar, en alguna medida, el orden de las cosas, que el mundo, aunque no lo parezca, es movible. Sí, la cultura salva. ¿Qué sería de los seres humanos sin la música, sin los colores, sin el arcoíris, sin el olor de la hierba recién cortada?

«El mundo sería totalmente distinto si todos nos levantáram­os con ese espíritu con que nos convoca Serrat: Hoy puede ser un gran día/ imposible de recuperar/ un ejemplar único/ no lo dejes escapar».

—¿Cómo surgió la idea de formar la compañía?

—La idea siempre estuvo... Bueno, a ver, mi primera intención fue entrar como coreógrafa a una de las compañías del país. Tenía magníficas relaciones con Iván Tenorio, Alberto Méndez..., y traté de acercarme al Ballet Nacional de Cuba, pero las puertas se cerraban. Entonces no me quedó más remedio que buscar el modo de expresarme como artista, de lo contrario moriría. Por suerte los creadores tenemos la facilidad de transforma­r cualquier frustració­n que pueda surgir en algún momento en una obra.

«Me puse a trabajar bien cerca del Ballet Teatro de La Habana con Caridad Martínez, pero ese proyecto desapareci­ó. Cuando me gradué de Teatrologí­a comencé con la maestra Laura Alonso en Prodanza, donde creé la génesis de lo que hoy es Lizt Alfonso Dance Cuba y que entonces se llamó Danzas Ibéricas.

«Igual te aseguro que cuando estaba en el preunivers­itario, y hasta quizá un poquito antes, les decía a mis amigos que fundaría una compañía y triunfaría en Broadway. Por supuesto que siempre me hacían saber que estaba loca. O sea, la idea existía desde hace mucho, y debes creerme si te afirmo que cuando creé la compañía estaba más loca todavía (sonríe), porque era el año 1991, iniciaba el Período Especial. No teníamos qué desayunar, pero nos sobraban las ganas de bailar y estábamos llenos de ese espíritu que

Lizt Alfonso sabe que no puede descuidar el

significat­ivo trabajo comunitari­o que realizan con cientos de niños y

jóvenes

se necesita para poder seguir adelante. Y mira cómo valió la pena».

—Cada vez con mayor frecuencia se reconoce el trabajo que en Lizt Alfonso Dance Cuba se lleva a cabo con los niños...

—Debo decir que en este 2017 se cumplirán 25 años de haber creado los talleres vocacional­es de la compañía, es decir, la escuela amateur. Ni siquiera surgió en el seno de esa maravillos­a sede con la que ahora contamos, sino donde radica la Sociedad Estudianti­l Concepción Arenal. Nos motivó en un principio la necesidad de pensar en el futuro. Pero para quienes estábamos convencido­s de que la calle no trae nada bueno, no resultó difícil decidir que en lugar de hacer una selección rigurosa, debíamos aceptar a todos los que quisieran entrar. Era preferible que estuvieran en un salón aprendiend­o baile y música, lo que equivale a ganar en disciplina, rigor, a tener un objetivo en la vida, a mirar más lejos... De paso educas a la familia, y hasta a los vecinos que los rodean...

«Recuerdo que en el primer año la cifra no superaba los 60 muchachos. Al curso siguiente se duplicó y así hemos ido creciendo hasta los 1 200 que en la actualidad asisten a la escuela: de todos los colores, religiones, procedenci­as sociales... Porque ellos son eso: niños a los que debemos ofrecerles todas las oportunida­des del mundo para que determinen hasta dónde quieren llegar.

«A partir de esa idea dijimos: bueno, vamos a crear un Ballet Infantil, donde se eligen a quienes realmente poseen aptitudes para convertirs­e en profesiona­les. Y ya ahí empiezas a ejercer, por supuesto, una exigencia mucho mayor. Los mejores pasan luego al Ballet Juvenil y posteriorm­ente a la carrera profesiona­l, que ya va para tres graduacion­es... Sí, trabajamos sin descanso, pero con la convicción de que siempre se puede hacer mucho más».

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SIN LOS COLORES, SIN EL ARCOÍRIS, SIN EL OLOR DE LA HIERBA RECIÉN CORTADA?, SE PREGUNTA CON INSISTENCI­A LA COREÓGRAFA Y DIRECTORA LIZT ALFONSO. POR ELLO SE DEDICA AL ARTE, A LA CULTURA, A COLMAR DE GOCE...
¿QUÉ SERÍA DE LOS SERES HUMANOS SIN LA MÚSICA, SIN LOS COLORES, SIN EL ARCOÍRIS, SIN EL OLOR DE LA HIERBA RECIÉN CORTADA?, SE PREGUNTA CON INSISTENCI­A LA COREÓGRAFA Y DIRECTORA LIZT ALFONSO. POR ELLO SE DEDICA AL ARTE, A LA CULTURA, A COLMAR DE GOCE...
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