Trabajadores

La familia unida en Casa

- Ramón Barreras Ferrán

La Casa de las Américas favorece la unidad de la familia del arte y la literatura del continente y el premio literario que ha sido convocado en 58 ocasiones consecutiv­as, la consolida. En él los escritores encuentran el “punto rojo del colimador” para presentar sus obras en un concurso que aumenta cada año su prestigio y supera desde hace mucho las fronteras de la región.

Y así lo reconocen integrante­s del jurado de la edición correspond­iente a este año.

En las palabras de inauguraci­ón del acto constituti­vo de los grupos evaluadore­s, el ensayista y profesor dominicano Silvio Torres-Saillant (Santiago de los Caballeros, 1954) expresó que “para el Caribe, Casa de las Américas ha sido vital” y argumentó que él se descubrió como caribeño solo después de entrar en contacto con los textos claves del pensamient­o, la literatura, las artes, la cultura y la historia del mundo antillano que la prestigios­a institució­n cubana difundió.

El también profesor universita­rio en Estados Unidos precisó, en exclusiva para

que “el Premio tiene una importanci­a trascenden­tal para la literatura, la erudición y el pensamient­o latinoamer­icano y caribeño. Es el más internacio­nal de los que tenemos en todo el hemisferio, puesto que en este han participad­o autores de las zonas francófona­s y anglófonas, además de los provenient­es de Brasil y de los países hispanohab­lantes.

“Esta apertura lingüístic­a, que da cabida a todos los idiomas que se hablan en la región, contribuye de manera significat­iva a combatir la histórica fragmentac­ión que las Américas han padecido a consecuenc­ia de pugnas entre las distintas potencias coloniales”, destacó Selena Millares (Las Palmas de Gran Canaria, 1963), poeta,

Trabajador­es,

narradora, ensayista y profesora española, integrante del jurado en Poesía, consideró por su parte que “la Casa se convierte a partir de 1960 en encrucijad­a y punto neurálgico de las letras continenta­les, en el espacio que impulsa la visibilida­d internacio­nal y la fortaleza de esas literatura­s”.

Y agregó: “De alguna manera, el Premio es como un termómetro que testimonia la buena salud de esas literatura­s, y el elenco de premiados a través de casi 60 años supone un recorrido por lo mejor de estas. Destacaría también que no está ligado a intereses mercantile­s como los de las grandes editoriale­s y eso lo hace transparen­te y ejemplar. Es un premio dinámico, sensible al latir social, que no se ha fosilizado, sino que se ha ido transforma­ndo y ampliando con los años de una forma democrátic­a, integrando a las marginalid­ades, como las literatura­s indígenas o las no hispanohab­lantes, abriéndose a la pluralidad. Su existencia es un verdadero regalo para el mundo de las letras”, señaló.

El poeta y ensayista hondureño, Leonel Alvarado (San Jerónimo, 1967), uno de los evaluadore­s de las obras poéticas, manifestó: “Más que un Premio, el Casa ha sido un espacio de encuentro artístico e intelectua­l. De hecho, comenzó como un gran espacio de apertura para la creación y la generación de ideas, lo que ahora se refleja en la multiplici­dad de géneros que abarca. Se le debe a la gran labor de Casa de las Américas la vitalidad y la dignidad que lo han caracteriz­ado, y estos atributos no se adquieren ni se sostienen con facilidad”.

A partir de hoy se materializ­ará un programa de conferenci­as, inauguraci­ón de exposicion­es, conversato­rios y presentaci­ón de libros en la sede de Casa de las Américas. Los premios se darán a conocer el próximo jueves 26, en la sala Che Guevara de la institució­n capitalina.

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