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| En Cárdenas Luces y sombras sobre el Monumento a la Bandera

- Jorge Rivas Rodríguez

Los cardenense­s proclaman con orgullo que viven en la ciudad donde el 19 de mayo de 1850 se izó por vez primera en Cuba la bandera nacional, declarada como tal el 11 de abril de 1869 en la Asamblea de Guáimaro.

Fue un suceso protagoniz­ado en el edificio La Dominica por el general Narciso López y sus hombres. Ese mismo día, Cecilia Porras Pita, una joven radicada allí, nacida en La Habana, escribió el primer poema de esta ínsula dedicado a nuestra enseña, que en algunos de sus versos resalta: es nuestra bandera bella/ que nos viene a saludar/ y a la patria iluminar/ con la lumbre de su estrella.

Casi un siglo después, el 21 de mayo de 1945, la industria José Arechabala S.A. erigió a pocas cuadras de aquel sitio, un monumento a la bandera tricolor, compuesto por una base donde se levanta el asta, al centro de una amplia y circular plazoleta rodeada de luminarias, muy cerca del mar. Forma parte de una serie de construcci­ones que se realizaron en la zona litoral bajo el patrocinio de la mencionada fábrica, patrimonio industrial de Cárdenas y cuna del afamado ron Havana Club. Desde entonces, Cárdenas pasó a llamarse Ciudad Bandera.

En un fragmento del texto inscripto en una de las placas ubicadas en la base del obelisco se expresa: “Las grandiosas obras que han hecho de nuestra primitiva costa norteña, este hermoso y bello lugar, en el cual encuentra calma el espíritu, alegría el alma y orgullo el corazón, se llevaron a cabo desde el 10 de marzo de 1939 hasta el 10 de mayo de 1945…”.

Esbelto y ondeante, nuestro estandarte era honrado en un espacio diseñado para él con buen gusto y belleza. Pero debido al paso de los años, la cercanía al mar y su erosivo salitre, amén del descuido y la falta de amor y respeto hacia el sagrado símbolo, durante los últimos años la zona fue deteriorán­dose y de aquel maravillos­o entorno solo existen residuos que, como huellas fantasmale­s, dan fe de tal veneración.

En una reciente visita a Cárdenas constatamo­s el estado de abandono existente en aquella solemne área, cuyos alrededore­s están prácticame­nte destruidos. Las luminarias a la redonda están devastadas y muchas de las palmas reales plantadas han sido víctimas de la catastrófi­ca acción de los truenos y del hombre.

Pero lo que más dolor causa ante esta plaza no es solo comprobar la ausencia de la bandera, sino sentir repulsión por los pestilente­s desechos vertidos muy cerca de allí, basurero que ya ocupa más de 200 metros de una de las calles que le dan acceso, donde proliferan insectos y roedores, y es imposible transitar. Las áreas aledañas al Monumento a la Bandera en Cárdenas constituye­n hoy ofensivo escenario de criaderos de vectores.

Pena no solo para los cardenense­s, sino para todos los cubanos que veneramos la existencia de tan significat­ivo y justo monumento en esa localidad, también cuna y losa de José Antonio Echeverría, en cuyo panteón igualmente sobresale el asta solitaria, sin el estandarte por el que ofrendó su vida.

Valdría reflexiona­r sobre esta lamentable situación que urge enmendar. Afrenta al pueblo cardenense y atañe a la dirección de Comunales y al resto de las autoridade­s de esa ciudad, igualmente llamada Capital de las Primicias, pues en ella se reconocen más de 100 sucesos sin precedente­s en nuestro archipiéla­go.

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Las áreas aledañas al Monumento a la Bandera en Cárdenas constituye­n hoy ofensivo escenario de criaderos de vectores peligrosos para la vida. | foto: Del autor

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