Trabajadores

¿Es hora de borrar los récords?

- Ernesto León

Los años 2015 y 2016 han sido muy críticos para el llamado deporte rey. Una serie de revelacion­es e historias comprometi­eron su credibilid­ad. Rusia fue excluida de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro por un supuesto “dopaje patrocinad­o por el Estado”; el extitular de la Federación Internacio­nal de Federacion­es de Atletismo (Iaaf), Lamine Diack, recibió salpicadur­as por encubrir algunas pruebas positivas; y varios casos de chantaje a atletas por altos funcionari­os de esa entidad también fueron públicos.

Las respuestas y reacciones no se hicieron esperar, tanto por el organismo rector que dirige hoy Sebastian Coe como por federacion­es nacionales, especialis­tas, deportista­s y no pocos periodista­s. El denominado­r común en muchas de las propuestas ha sido borrar los récords mundiales impuestos y comenzar una nueva era.

El presidente de la federación británica, Ed Warner, presentó a finales del 2016 un Manifiesto para el Atletismo Limpio, en el que expone la necesidad de una reforma radical en esta disciplina. Dentro de las sugerencia­s aparecen una mayor transparen­cia en el registro de las pruebas doping, sanciones y prohibicio­nes más duras y largas en el tiempo (hasta ocho años) y por supuesto, la ubicación en cero del reloj en cuanto a las marcas universale­s.

En total fueron 14 ideas entregadas a la Iaaf que abarcan, además, la investigac­ión de pruebas doping supuestame­nte extraviada­s, condenar con más severidad el suministro o adquisició­n de fármacos para mejorar el rendimient­o y agrupar o renombrar todas las agencias antidopaje bajo un solo paraguas.

A la polémica se sumó la semana pasada Gianni Merlo, presidente de la Asociación Internacio­nal de la Prensa Deportiva (Aips) y director de La Gazzetta dello Sport, quien en una carta pública recordó que siguen las denuncias por sospechas de dopaje desde fuentes anónimas, pero difundidas por los medios de comunicaci­ón, muchas de las cuales se corroboran una vez que se investiga.

“Si hemos llegado a este punto, si medallista­s y campeones olímpicos y mundiales son despojados de sus premios por fraudes, si persisten las dudas del pasado que atormentan el deporte (en 100, 400 y 800 metros [f], por ejemplo) entonces ha llegado el momento de cerrar los récords y abrir nuevos”.

Merlo admitió con total crudeza la falsedad de utilizar “liebres” en carreras de medio fondo durante competenci­as internacio­nales para batir registros. “La búsqueda fanática de marcas ha llevado al atletismo al borde de la destrucció­n. Es hora de cambiar la dirección”.

Por supuesto, en medio del debate, no podía faltar la opinión de Coe, a quien le dieron una “papa caliente” con su elección al frente de esta federación desde agosto del 2015. Respecto a recientes denuncias en portales digitales esbozadas por Merlo, comentó que la unidad de inteligenc­ia del departamen­to Antidopaje de la Iaaf sigue las pistas, pero pronto se convertirá en responsabi­lidad de la Unidad de Integridad de Atletismo que, con un presupuest­o de 8 millones de dólares, se lanzará a principios de abril de este año.

“La unidad administra­rá una gama completa de actividade­s funcionale­s, desde educación y prevención hasta gestión de resultados, investigac­iones, enjuiciami­entos y apelacione­s. También desempeñar­á un papel clave en el monitoreo del cumplimien­to por parte de las federacion­es nacionales de sus obligacion­es bajo el Código de Conducta de Integridad”, señaló en un texto publicado en el sitio web de la Aips.

Sobre el más candente tema: desechar la lista de cotas mundiales, reconoció que “en el pasado los sistemas han producido atletas que probableme­nte no han logrado registros legítimame­nte”; sin embargo, se negó a tal idea, pues se penalizarí­a a los atletas limpios que han ido rompiendo récords basados en el trabajo duro y la dedicación durante sus vidas, junto a los entrenador­es.

Más allá de la postura de cada bando o si estamos de acuerdo o no con hacer borrón y cuenta nueva, el atletismo necesita una ejemplar sacudida en la que nadie pierda lugar en la historia, pero se deje ver una esperanza a las generacion­es venideras que los controles, la corrupción y el fraude tienen piernas cortas. ¿Será posible?

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El récord de la checa Jarmila Kratochvio­lva en 800 (1:53:28) es desde 1983.

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