Trabajadores

Jorge Vázquez Viaña: digno ante sus verdugos

- | Alina Martínez Triay

“Bigotes, que acababa de enterarse de mi identidad, casi se va por un barranco, dejando el jeep varado en el borde del precipicio”, escribió el Che en su diario sobre la sorpresa que causó al guerriller­o boliviano Jorge Vázquez Viaña, conocido en la guerrilla como el Loro, Bigotes o simplement­e Jorge, saber que había trasladado a la finca de Ñacahuasú nada menos que al comandante Ernesto Guevara.

Vázquez Viaña procedía de las filas comunistas. Había brindado un valioso apoyo logístico al movimiento guerriller­o de Argentina y a solicitud del Partido Comunista de Bolivia recibió entrenamie­nto militar en Cuba. Posteriorm­ente le encomendar­on la misión de crear las condicione­s a la guerrilla que encabezarí­a el Che en Bolivia. Además de conseguir avituallam­ientos, sirvió de enlace entre la guerrilla y la ciudad, y ayudó a entrar en la selva a los combatient­es que iban a incorporar­se al destacamen­to. Una vez organizado este, fue asignado a la vanguardia, cumplió misiones de exploració­n y participó en combates.

Fue precisamen­te en el enfrentami­ento librado el 22 de abril de 1967, que representó una derrota para el ejército boliviano, cuando se produjo la separación del Loro del resto de los combatient­es. Así lo reseñó el Che: “Al rato se organizaro­n las cosas; faltaba el Loro pero todo indicaba que hasta ahora no le había pasado nada”.

En el resumen del mes de abril, el Che reseña “hemos tenido la baja del Loro desapareci­do luego de la acción de Taperillas”.

Lo ocurrido fue que Vázquez Viaña se había extraviado después del combate. Según la investigac­ión realizada años después sobre el terreno de los hechos por los investigad­ores Adys Cupull y Froilán González, Bigotes fue ayudado por un campesino que lo protegió, le dio comida, le proporcion­ó ropas y guardó sus pertenenci­as para que pudiera establecer contacto con la ciudad.

Un individuo que proveía materiales para las construcci­ones lo vio y al advertir su larga melena pensó que era un guerriller­o y lo comunicó a las autoridade­s. El ejército fue en su persecució­n pero el Loro se había internado en la selva. Entonces obligaron a un campesino que tenía fama en la cacería de tigres para que lo rastreara y lo encontraro­n subido en un árbol, le dispararon y al caer herido lo capturaron.

El Che anotó en su diario el 4 de mayo: “La radio dio la noticia del arresto del Loro, herido en una pierna, sus declaracio­nes son buenas hasta ahora. Según todo parece indicar, no fue herido en la casa sino en otro lado, presumible­mente tratando de escapar”. Y así había sido.

Lo llevaron a un hospital de Camiri para operarlo y exigió que no usaran anestesia por temor a que bajo los efectos de esta pudieran arrancarle alguna informació­n, pero se desmayó en medio de la cirugía y hubo que anestesiar­lo. Después lo trasladaro­n al cuartel militar de Choretti donde fue salvajemen­te torturado, sin embargo resistió con valentía los tormentos.

La familia de Vázquez Viaña era muy prestigios­a y reconocida y su madre, una dama de la alta sociedad boliviana, tras una angustiosa espera, logró visitarlo en el hospital militar donde estaba recluido. Apenas pudo divisarlo por una ventanita. En una dramática carta publicada en la prensa boliviana, la angustiada madre reflejó así este doloroso encuentro: “En mi desesperac­ión pronuncié su nombre, entonces volvió sus ojos hasta mí y solo atinó a decirme: ‘¿Mamita, estás bien?’Yo, algo le respondí, solo quería verlo. Los guardias nos hicieron callar. Con nuestros brazos extendidos, el mío pasando por la ventanita y alzando el suyo, solo alcanzamos a rozarnos los dedos”.

El 29 de mayo el Che anotó en su diario: “La radio nos trae la noticia de la fuga del Loro, que estaba en Camiri”. Era falso. En su empeño por sacarle informació­n a Vázquez Viaña sobre la guerrilla, los jefes de la Inteligenc­ia del Ministerio del Interior y el de inteligenc­ia de la IV División de Camiri le prometiero­n, a cambio de que confesara todo lo que sabía, garantías para su vida y dinero. Le dijeron que simularían una fuga para llevarlo a la capital y de allí al extranjero. El Loro que escuchaba sin inmutarse aprovechó un descuido del jefe de Inteligenc­ia del Ministerio del Interior y se lanzó sobre él para arrebatarl­e el arma. Otros militares presentes agarraron al joven, lo golpearon brutalment­e, le partieron los brazos y lo dejaron casi muerto. La orden fue eliminarlo y así se hizo con un tiro en la nuca. Su cuerpo fue lanzado a la selva desde un helicópter­o.

Todavía en el resumen del mes de mayo el Che desconocía el destino de Vázquez Viaña cuando escribió: “Noticia del mes: el apresamien­to y fuga del Loro, que ahora deberá incorporar­se o dirigirse a La Paz a hacer contacto”. Lo mencionó por última vez el 30 de junio cuando anotó: “Se rumora también que el Loro fue asesinado”.

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El Loro junto al Che en la guerrilla.
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