Trabajadores

Solución inconclusa

- Jorge Pérez Cruz

Remediado en parte está el problema que se reseñó en el escrito ¿De qué viven los músicos en Las Tunas?, publicado en esta sección el 8 de mayo, en el que Leptis Valentín Pérez Pérez, secretario general del buró sindical de la Empresa Comerciali­zadora de la Música y los Espectácul­os Barbarito Diez de esa provincia, denunciaba los impagos a muchos de sus afiliados, quienes además, clamaban —y claman— por espacios que defiendan la música en vivo y generen fuentes de empleo.

La respuesta que se recibió a principios de julio es remitida por la ingeniera Nilian Rodríguez Escobar, directora de la entidad, quien sugiere más investigac­ión y muestra inconformi­dad con algunas cifras citadas en el trabajo periodísti­co, aunque admite la legitimida­d del querellant­e.

Aclara que “la deuda con los artistas locales ascendía a 514 mil pesos y con los foráneos a 220 mil pesos, y reconoce que eran cuentas pendientes por cobrar desde septiembre del año precedente, por concepto de fiestas populares en los municipios de Las Tunas, Amancio, Majibacoa y Jesús Menéndez”, debido al incumplimi­ento de los ingresos.

Sin embargo, no precisa quién o quiénes adeudaban, si bien se infiere que los contratist­as son los gobiernos de cada localidad, cuya actuación laceraba las finanzas de la empresa, y como consecuenc­ia dañaba su solvencia económica y disminuía la capacidad de pago a las unidades artísticas después que estas cumplían las tareas pactadas.

Lo cierto es que, pesos más o pesos menos, nada justifica la violación de los plazos establecid­os para la remuneraci­ón de los trabajador­es, lo cual fue el motivo de la queja del dirigente sindical.

La funcionari­a manifiesta que las autoridade­s del territorio dieron seguimient­o a la situación, que fue imposible de solucionar por causas objetivas, pero consideró un error dar ese calificati­vo al mal proceder de los responsabi­lizados con el pago, lo que es recurrente en este sector, sobre todo en tiempo de carnaval o fiestas populares, cuando el plausible afán de animar los bailables con orquestas de primer nivel o de convocator­ia nacional —como suelen denominarl­as—, arrasa las maltrechas finanzas de las direccione­s de Cultura y deja desprotegi­das, casi siempre, a las agrupacion­es locales.

En la carta expone que en análisis realizado en el consejo de dirección de febrero último se acordó solicitar crédito bancario de capital de trabajo para saldar las deudas con los artistas, lo cual no se cumplió en los plazos previstos porque la empresa poseía un empréstito similar al del año anterior que terminaba de pagar en abril.

Y no es fácil de explicar, y mucho menos de entender, que la entidad deba acudir a créditos bancarios para saldar los adeudos con sus colectivos, sin hacer uso de las prerrogati­vas legales que obligan a pagar en determinad­os plazos a aquellos que reciben las prestacion­es.

La directiva escribe que el 5 de mayo determinar­on “presentar al banco el crédito, que fue aprobado” y por fin abonaron todas las deudas con los artistas, 23 días después.

Desde mi apreciació­n, además de la solución falta informació­n sobre las gestiones a los colectivos laborales afectados, cuyos ingresos personales, en la mayoría de los casos, son el sustento de la familia. Rodríguez Escobar asegura en la carta que “(…) para evitar que esta situación se repita (ahora) solo están contratand­o servicios artísticos a quienes cuentan con disponibil­idad financiera”. Y es lógico que así sea.

También afirma que actualment­e disponen de espacios donde se puede disfrutar de música en vivo y los enumera, pero en conversaci­ón con el dirigente sindical reclamante “estos todavía no cumplen las expectativ­as de los artistas”, y “las direccione­s administra­tivas de muchos centros continúan alegando la carencia de dinero para satisfacer esa exigencia”.

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