Viaje a la semilla
Regresar a Birán desvela ese orgullo que nos sobra a los holguineros, y que nos alcanza lo suficiente para exportarlo a granel cada vez que tenemos un chance. Orgullo de abrazar en nuestro espacio geográfico ese pedazo de tierra, cuna de dos apellidos que han marcado un antes y un después en la historia de Cuba.
Sin embargo, este 13 de agosto Birán no es el mismo del año pasado. La celebración no puede disimular la ausencia. No está, y aún cuesta aceptarlo, pero ya lo dijo el maestro: “Hasta muertos dan ciertos hombres luz de aurora”.
Lo saben cientos de jóvenes que acamparon en el Conjunto Histórico de Birán para esperar el cumpleaños 91 del Comandante en Jefe, conscientes de que hay una Sierra de razones para sentirlo cerca y un Moncada de motivos para ser fieles a su ejemplo.
Lo sabe también la doctora Pura Avilés, Heroína del Trabajo de la República de Cuba, quien no pudo permitirse faltar al compromiso:
“Estoy aquí para cumplir con un deber como cubana. Es difícil adaptarse a no tenerlo físicamente, pero Fidel es eterno”.
Bajo el viejo algarrobo, donde Fidel le comunicó a su familia que sus tierras serían las primeras en entregarse a la Reforma Agraria, se reunieron los agradecidos para convertir, en la ocasión la celebración en homenaje.
Como colofón, la invitación a acercarse a Fidel a través de la lectura, con la presentación del libro El profeta de la aurora, de los autores Antonio López y Odalys Leyva, quienes conformaron un mosaico de historias relacionadas con la vida del Comandante en Jefe y su casa natal.
Este 13 de agosto Fidel estuvo en Birán. Para quienes nacimos en su barba, nos criamos en su charretera y crecimos en su uniforme verde olivo, tenerlo cerca es una simple conjugación verbal: Yo soy Fidel.