Trabajadores

¿Las doce cuerdas para ellas?

- Ernesto León

Los más recientes cambios del Comité Olímpico Internacio­nal (COI) intentan potenciar la participac­ión femenina en las disciplina­s que aún no tienen paridad con los hombres, aunque en ciertos casos, como el boxeo, la solución implica reducir algunas divisiones varoniles. Como concepto es válido, pero el espectácul­o sobre 12 cuerdas de las damas se continúa resistiend­o para muchos por razones reales, afectivas, machistas y hasta culturales.

Es cierto que no son ni serán menos bellas o perderán sus atributos si suben a un cuadriláte­ro, pues no lo han perdido encima de un tatami con el judo, el taekwondo o el kárate, o sobre un colchón en la lucha, por solo citar cuatro deportes de combate en los que hoy es normal verlas actuar.

Quizás para la percepción nuestra (y la de otras naciones) la dura resistenci­a a verlas sobre el ring pasa por lo sangriento, rudo, bestial y dramatismo mortal que ha traído el pugilismo desde sus inicios, por más que las proteccion­es (cabeceras, petos y guantes) o reglamento­s sean diferentes entre el boxeo profesiona­l y amateur.

La experienci­a desagradab­le de peleas o broncas callejeras entre féminas, así como lo morboso que siempre resulta ver a dos mujeres dándose golpes al rostro o al abdomen igualmente conspiran para una aprobación social; mientras las lesiones cerebrales a mediano y largo plazos (probadas por la ciencia a partir de los golpes repetidos a la cabeza) son difíciles de compartir o querer para las mujeres.

Eso último pasa entre los hombres y cada quien es libre de elegir si se somete a este rigor o desenlace, como toca decidir a cada sociedad, federación o institució­n deportiva si apoya o estimula esta práctica, tal y como ocurre con otras. Digamos la equitación, el golf, la canoa slalom, el hockey sobre hielo, hay países que ni siquiera las tienen concebidas en sus planes o centros para entrenar. Y no precisamen­te por nada subjetivo, como ocurre con el boxeo femenino.

La resistenci­a a verlas entre 12 cuerdas pasa además, en el caso nuestro, por organizaci­ones y grupos (lidereada por la Federación de Mujeres Cubanas) que ven en una pugilista la expresión más cruda de enfrentami­ento personal por una medalla, con desfigurac­ión de rostros, heridas y demasiados agravantes a la salud.

Puede ser que la lista de elementos en contra de fomentar jabs, los nocaut y los swings sea menor o mayor, y que los detractore­s crezcan o disminuyan, pero lo innegable es que no debemos hacer nada por ninguna presión internacio­nal o la ambición de podios. El deporte es más que eso. Y bien lo sabemos los cubanos.

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| Ilustració­n: Margarita Carrazana Ramírez

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