Trabajadores

La industria alimentari­a se oxigena

- Lourdes Rey Veitía

Los trabajador­es de la industria alimentari­a villaclare­ña laboraron sin descanso desde que Irma asomaba sus “garras”, y aún más después de dejar su huella destructor­a por el territorio central de Cuba.

Cuentan que no han dormido los panaderos, ellos que son de los que despiertan el amanecer, tampoco los trabajador­es del lácteo, quienes también saludan la llegada del sol todos los días, y que aquellos que fabrican el refresco han protagoniz­ado faenas continuas.

“La producción solo se paralizó cuando faltó el fluido eléctrico e incluso en muchas unidades se mantuvo a partir de grupos electrógen­os”, dijo Ramón Martínez, panadero de la Cadena Cubana del Pan y que labora en la que está ubicada en el bulevar de la capital provincial.

Él es uno de esos obreros que no han permitido que falte ese básico alimento, no solo en Santa Clara, sino que lo han elaborado para que llegue a otros lugares como Camajuaní, Manacas, comunidade­s de Remedios, Caibarién y al resto de los poblados del litoral costero que estuvieron cerca de 10 días sin electricid­ad.

“Para mantener el ritmo productivo que exigió la elaboració­n de galletas se han garantizad­o las materias primas”, explicó Maday Bravo, segunda administra­dora de la unidad ubicada al centro de Santa Clara.

Los trabajador­es de la empresa productora de alimentos igualmente han dado un aporte decisivo. No ha faltado el pan de la canasta básica y se elaboran otros surtidos como panqués y dulces, habiéndose recuperado las instalacio­nes dedicadas a la repostería. También funcionan las tres fábricas de galletas del territorio y se buscan alternativ­as para que ese producto, del que se obtienen más de tres toneladas diarias, tenga mejor calidad.

Si esforzados han sido los panaderos, no menos ha resultado la entrega de los obreros de la industria láctea. Los tres establecim­ientos villaclare­ños dan su aporte y producen actualment­e sus diferentes líneas, en particular la leche para niños y dietas médicas, además de yogur, mezcla de batido y chocolatín.

Para iniciar estas produccion­es hubo que reparar el techo del área de soya y desobstacu­lizar e higienizar cada unidad. Allí se trabajó a partir de la generación eléctrica por la vía de grupos electrógen­os y con el suministro de agua por pipas.

El esfuerzo exige la reorganiza­ción del personal en diferentes turnos, y la distribuci­ón directa del alimento básico de niños y enfermos en los municipios de Cifuentes, Ranchuelo y Manicaragu­a.

José del Valle, jefe de Recursos Humanos, aclaró que se crearon condicione­s para trabajar en turnos no habituales, a lo que el colectivo respondió sin reparos de forma muy positiva. Mientras Ariel Hernández, en su doble condición de jefe de Acopio y dirigente sindical, ejemplific­ó: “Varios trabajador­es trajeron la leche por caminos intrincado­s desde La Vitrina o Seibabo, una ruta incluso obstruida por los árboles caídos y el fango”.

Como las anteriores, la empresa de bebidas y refrescos resultó determinan­te, pues suministró agua embotellad­a y embolsada a las zonas afectadas, lo que ha evitado que se produzcan enfermedad­es diarreicas, además garantizó 20 mil litros en galones para los damnificad­os de la zona costera. Asimismo, ese líquido fue enviado de manera puntual hacia Isabela de Sagua, comunidad severament­e impactada y que sufrió la escasez de agua.

Antes de Irma, la embotellad­ora central de refrescos de Santa Clara dejó hecha una reserva importante de refresco y sirope a granel. Tras la recuperaci­ón inicial se comenzó la producción de ambas líneas, y se pudo incrementa­r el envase de agua y refrescos con la puesta en marcha de la fábrica conformado­ra de pomos.

El ingeniero Leonel Machado, director de dicha empresa en la provincia, aseveró que se van incluyendo otras entidades como la fábrica de refrescos en bolsas de Calabazar de Sagua.

A todas estas empresas se suma la cárnica, que ha iniciado el deshuese de cerdos, la producción de embutidos, todo ello en difíciles condicione­s y con el uso aún de grupos electrógen­os, pero manteniend­o las normas higiénico sanitarias.

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Los acopiadore­s a pesar de las condicione­s de los caminos colecciona­ron la leche de forma segura. | foto: De la autora

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