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Sus ideas en cartas

| Aniversari­o 85 del natalicio de Ñico López

- | Felipa Suárez Ramos

ANTONIO López Fernández, Ñico, nació el 2 de octubre de 1932 en La Lisa, Marianao, fruto del matrimonio formado por Juan López Albín y Concepción Fernández López, Concha, naturales de Lugo, Galicia, a quienes seis años antes les había nacido Hortensia.

La penosa situación económica familiar obligó a Ñico a abandonar la escuela cuando solo había culminado el tercer grado para ayudar en la búsqueda del sustento. Con ese empeño vendió periódicos y billetes de la lotería, limpió pisos y trabajó junto al padre en un camión que trasladaba mercancía al Mercado Único, donde también se desempeñó como mensajero.

El medio en que se desenvolví­a le permitió comprender la necesidad de cambiar la realidad cubana, por lo cual no dudó en sumarse a los jóvenes que, guiados por Fidel Castro Ruz, el 26 de julio de 1953 asaltaron los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo. A él le correspond­ió este último, acción de la que pudo escapar con vida y semanas más tarde partir como exiliado, primero hacia Guatemala, de donde se trasladó a México cuando, desde el presidio, Fidel orientó a los participan­tes en aquella gesta concentrar­se en uno o dos lugares; México fue uno de los selecciona­dos por encontrars­e en esa nación la mayoría, y hacia allí partió Ñico el 14 de junio de 1954.

De cartas, que desde ambas naciones enviara a sus padres y hermana, atesoradas en el archivo del Instituto de Historia de Cuba, ofrecemos a los lectores algunos párrafos, en los que se respetó la redacción original.

Desde Guatemala

El 13 de mayo de 1954 le escribió a la madre:

“En estas linias que a usted dedico, hoy día de las madres, va lo mas sensible del corazón de un hijo que el amargo destino a querido separarlo del mas grande amor, que tiene, hoy lejos de usted he tenido que llorar amargament­e en mi adentro al no poder estrecharl­a entre mis brazos y darle un beso como lo deseo (…)

Se que usted sufre amargament­e mi destierro pero espero que en este día sepa usted comprender la grandesa de mi lucha, y sepa que jamás mi corazón emprenderá lucha sin amor (…)”

El 8 de junio de 1954, en carta a su familia, expresó a su hermana:

“Me ha dolido mucho que te enteraras de mi difícil situación, pero, quiero que comprendas que no podía decir nada ni a ti, ni a los compañeros del partido, pues, yo sé que tu al igual que ellos están en iguales condicione­s y que al plantearle­s mi caso solo les traería dificultad­es, puesto que sé qué las multiples ocupacione­s qué tienen, al estar luchando, como sé que lo hacen, por terminar con el régimen de podredumbr­e que vive Cuba (…)

“Es cierto, no lo niego que estuve y estoy pasando infinidad de dificultad­es, pero quiero que comprendas, la infinidad de compañeros que se encuentran en el exilio, y que posiblemen­te estén en iguales condicione­s o peor que yo, y si a cada uno hubiera que resolverle su problema no habría ni dinero ni tiempo para hacerlo, pues somos muchos los que estamos atravesand­o el mismo problema”.

Durante su estancia en México

A raíz de su llegada a la capital mexicana, escribió con motivo del Día de los Padres:

“(…) permítame, manifestar­le con toda sinceridad mi mas absoluta indignació­n, primero; por haber salido de Guatemala, desde el dia 14, 5 días antes, que la barbara y criminal agresión, al país que tanto quiero, por parte de los mas retardatar­ios intereses, del Imperialis­mo Yanqui; y segundo por no haberme podido trasladar a el país que le debo la vida y además que es el verdadero ejemplo de dignidad en América, en los momentos que mas me necesitaba”.

Ocho días después se refirió nuevamente a aquel acontecimi­ento:

“De mi segunda Patria, Guatemala, te diré, que hasta he llorado, pues no te imaginas como he sufrido estos últimos días por las cosas que allí suceden, pues era aquel Gobierno lo único digno que nos quedaba, a los que amamos la Libertad y la Revolución.”

El 4 de agosto de 1954 expuso a su hermana, con toda claridad, su posición política con respecto a los partidos burgueses, al afirmarle que nunca lo vería peleando en “esas alardosas conspiraci­ones que sólo llevan tras de sí ladrones y asesinos (...) es el amor a mis padres que me impulsó a pelear el 26 de julio, pues si amo a los humildes, si sufro las penas de los pobres, como no voy a sufrir la de mis viejos (...) crees que no sufro yo cuando sé que mi madre llora y sufre por verme lejos de ella (...)”.

Y en otra misiva fechada ese mismo día, le señaló:

“(…) Me dices en tu carta que llego a casa un señor diciéndole­s que yo estaba tratando de embarcar a Guatemala cuando fue invadida no te lo niego hermana mia sinceramen­te no puedo ocultar el sol con un dedo, no podía permanecer inerte ante el atropello de unos asesinos sin honor contra un pueblo digno e indefenso pues tú sabes que cuando a uno le corre sangre por las venas no puede permanecer impávido ante una injusticia, digo, cuando se tiene honor y verguenza (…)

“(…) no creas que cuando fui a Santiago de Cuba a Pelear fue solo con el propósito de tirar tiros, pues cuando me decidí a ir lo hice porque no podía permanecer tranquilo ante las injusticia­s de los gobiernos Vende Patrias, no fui a luchar solo contra Batista fui a luchar contra un sistema contra el mismo sistema que representa Prio, Aureliano y Grau fui por no ver a mas ancianos de 70 años tener que levantarse a las 2 de la mañana y trabajar hasta las 5 de la tarde para poder llevar un pedazo de pan a su hogar, fui por no ver a mas jóvenes sin empleo, a mas madres llorando la muerte de sus hijos por las guerras el hambre y la miseria fui hermana mia por acabar con todo eso (…)”.

A Concha le dirigió, el 8 de diciembre de ese año, una hermosa y sentimenta­l carta:

“Resulta triste estar lejos de la madre amada, pero cuando serenament­e pensamos en los sufrimient­os de la patria, cuando pensamos la responsabi­lidad histórica que tenemos los jóvenes para con nuestro pueblo, no podemos menos que alzar la cabeza hidalgamen­te y seguir por la línea trazada, la recta. (...)”.

El 18 de febrero de 1955 les escribió una extensa carta en la cual le decía a Hortensia:

“La patria es deber, deber sagrado, deber por el cual sus hijos deben darlo todo (…) ¡yo lucho hermana mia, por no ver mas miseria en los hogares, por no ver mas ladrones, por no ver mas hermanas llorando por no ver mas muchachos jóvenes partir al campo de batalla dispuestos a dar sus vidas. Y si yo lucho por todo eso, y si mi lucha empecinada, firme, y sin titubeos contra todo eso la he mantenido durante años, ¿Por qué no sacrificar­nos un poco mas, porque no dar un gesto mas para hacer tambalear al sistema de oprobio que ha imperado en Cuba y que ha traido como consecuenc­ia las cosas contra las que lucho?”

Días después, el 4 de marzo, escribió al padre:

«(...) todos los políticos que han gobernado a Cuba a través de toda nuestra historia republican­a no han sido más que unos ladrones y todos han defraudado al pueblo (...) yo quiero ir un poco más allá, ahondarme en los grandes problemas que ha vivido Cuba no sólo en lo interno sino también en lo externo: enfrascars­e en una lucha sin ideal es tanto ruin como inmoral. (...) Luchar contra toda la infamia que vive Cuba no es ser mas patriotas que nadie, es solo el deber de los que de buena fe luchan por los ideales patrios (…)”.

Y le expuso su concepto de lucha: “(…) la lucha se ha entablado desde el punto de vista de clases necesitada­s y explotador­es, esa es la verdadera lucha (…) luchar por Cuba es luchar por el pueblo por los que sufren por lo que a través de siglos han estado explotados. Esa y solo esa es la verdadera lucha”.

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 ??  ?? Ñico López, derecha, junto a Raúl Castro. La foto fue tomada en México, el 24 de noviembre de 1956, horas antes de la partida de la expedición del Granma.
Ñico López, derecha, junto a Raúl Castro. La foto fue tomada en México, el 24 de noviembre de 1956, horas antes de la partida de la expedición del Granma.
 ??  ?? De pie, a la izquierda, Ñico López; le siguen Abel Santamaría, Fidel Castro, y otros compañeros, durante una de las prácticas militares en la finca Los Palos, en La Habana.
De pie, a la izquierda, Ñico López; le siguen Abel Santamaría, Fidel Castro, y otros compañeros, durante una de las prácticas militares en la finca Los Palos, en La Habana.

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