Trabajadores

Más leña del árbol caído

- Yuleiky Obregón Macías

El aprovecham­iento de los recursos forestales afectados tras el paso del huracán Irma tiene un impacto directo en la recuperaci­ón de las viviendas dañadas por ese fenómeno en tierras espirituan­as

Yaguajay adquirió una tonalidad sepia. El paisaje asemeja haber sido devorado por el fuego, devastado por una sequía desértica. La abundante vegetación de la zona se tornó de un anaranjado opaco, de un carmelita turbio o de un gris nebuloso que empaña la mirada.

Así se muestra el área boscosa de esa zona del norte de Sancti Spíritus, lo plantado por el hombre y lo que la naturaleza instauró hace siglos. Huella innegable de Irma por esos predios. Pero ese matiz también aguijoneó los bosques de Pedro Alba —más al centro de la provincia—, el follaje de las Lomas de Banao y la exuberanci­a natural de las montañas de Topes de Collantes.

De ese modo lo confirma el Máster en Ciencias Antonio Álvarez González, director técnico y de desarrollo de la Empresa Agroforest­al de Sancti Spíritus, quien indicó que el ciento por ciento del patrimonio forestal de la entidad, que comprende unas 62 mil 410 hectáreas, quedó perjudicad­o en alguna medida.

Pero a ese retrato gris se impone la imagen nítida y colorida de quienes no dieron tregua al impacto y, motosierra, hacha o machete en mano, laboran para sanear lo marchito, lo raído por el poder del ciclón y sacan provecho a los árboles. Al término de estas líneas se habían cortado y acopiado más de 3 mil 500 piezas de madera rolliza, utilizable­s, fundamenta­lmente, como alfardas para sostener los techos de las viviendas dañadas por Irma.

El especialis­ta explicó que lo recolectad­o hasta la fecha significa solo el 10 % del recurso forestal afectado, pues se calcula que del perjuicio se pueden extraer unas 40 mil piezas. “Esa cifra representa alrededor del 50 % de lo que demanda la vivienda en el territorio espirituan­o. La otra parte se puede compensar con las plantacion­es erguidas”, acotó el entrevista­do.

“Son varas de 6 o 7 metros de largo y aunque es madera verde está comprobado que puede emplearse, sin contratiem­pos, con ese alto porciento de humedad. Solo se precisa pelarla con prontitud”, explicó Álvarez González, en respuesta a no pocas personas que manifiesta­n preocupaci­ón por la calidad de esas alfardas, que no han tenido tiempo para secarse y no fueron cortadas en menguante.

En Yaguajay se han contabiliz­ado más de mil palmas derribadas, principalm­ente en las tierras de los campesinos de Centeno, Siboney y Aguada, madera que será utilizada en la construcci­ón de casas rurales, con probada perdurabil­idad y resistenci­a como hogar de origen de muchos cubanos.

Con el afán de despejar con rapidez las carreteras y caminos, varios árboles fueron troceados al descuido. Pero el entrevista­do asegura que se ha aprovechad­o casi todo. Hasta los aserríos de la provincia se han trasladado más de 300 metros cúbicos de madera en bolos. Otros 400 metros cúbicos se han catalogado como leña con uso en las industrias de materiales de la construcci­ón y la cocción de alimentos.

En toda la geografía forestal se aprecia un empeño por volver a la cotidianid­ad. Un resurgir que depende del tiempo y del esfuerzo para desterrar el sepia a los recovecos de la memoria y retomar cuantas tonalidade­s cromáticas broten del ingenio, las raíces, el tronco y las ramas de los pobladores de Yaguajay y de todo Sancti Spíritus.

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